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Reportaje:

La guerra del metro

Un informe policial difundido ayer que habla de sabotaje calienta el enfrentamiento entre la Consejería de Transportes y los trabajadores

¿Sabotajes o desidia en el mantenimiento del metro? ¿Un gobierno regional incompetente o unos sindicatos interesados en echar al PP de las instituciones madrileñas? ¿Falta personal en el metro? ¿El mantenimiento de los trenes es insuficiente? ¿O más que suficiente? ¿Hay trabajadores que rompen tornillos y terminan provocando accidentes? ¿O los tornillos se rompen simplemente porque las revisiones no son exhaustivas? La guerra del metro está servida. Y, como en cualquier conflicto bélico, la población civil, en este caso los usuarios del suburbano (que realizan 655 millones de viajes al año) son los principales perjudicados de la batalla entre la Consejería de Transportes y sindicatos y trabajadores del metro.

"Todo es manipulación, por las elecciones", se queja Luis, empleado en las cocheras
Más información
LA CONSEJERÍA: El sabotaje es la causa
LOS SINDICATOS: Falta de personal y mantenimiento
LOS USUARIOS: Un "arma arrojadiza"
LA POLICÍA: Una acción humana "voluntaria"
Tres heridos leves al descarrilar un tren del metro de Madrid

En lo que va de año, Metro de Madrid ha sufrido una avería cada tres días. Son 22 incidencias que han supuesto molestias graves para los ciudadanos. La última se produjo el pasado jueves, cuando un tren de la línea 5 descarriló en Carabanchel y provocó heridas leves a 12 personas. El servicio estuvo interrumpido cerca de diez horas. Uno de los motores se había desprendido. Entonces, la consejera de Transportes, Elvira Rodríguez, atribuyó el fallo a que seis de los ocho tornillos que anclaban el motor al tren estaban cortados intencionadamente. Rodríguez habló de "manipulación" y la Consejería distribuyó fotografías que probaban, supuestamente, el sabotaje. Los sindicatos creen que esas imágenes son la verdadera manipulación de toda esta historia.

Las palabras de la consejera lograron sacar ayer a la calle a los trabajadores de Metro. Más de doscientos se concentraron a la entrada de las cocheras de Canillejas para protestar contra el gobierno regional. Estaban convocados por los sindicatos y el Comité de Empresa. "Los trabajadores no saboteamos" o "los trabajadores por la seguridad de los viajeros", se podía leer en dos pancartas. Vestidos con el mono azul de trabajo, reclamaron más personal para detener la sangría de averías en el suburbano en lo que va de año.

Lorenzo, que lleva 23 años en la empresa, era uno de los que ayer se manifestaron. "Todo es manipulación, por las elecciones", se quejaba. Luis, con 24 años de experiencia en reparación de trenes, asentía: "El problema es que ahora el ciclo de reparaciones es más largo". Es decir, el periodo de tiempo entre una reparación y otra es ahora superior. Javier, otro trabajador, asegura que las revisiones generales "se hacen ahora en dos días, cuando antes se dedicaban dos meses".

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"Nos pagan y nos dedicamos a reparar, no a sabotear", aseguraba indignado Raúl. Según este trabajador, la cantidad de reparaciones que se hacían hace unos años era mayor que ahora. En su opinión, la seguridad en el Metro está en entredicho, no por los sabotajes que, en su opinión, no existen, sino por la falta de mantenimiento. Javier, trabajador de talleres centrales y afiliado a UGT, lo explicaba: "Si no llevas tu coche a revisar en cinco años, al final le salen todos los fallos al mismo tiempo".

"Los empleados del Metro no son los responsables de los incidentes", reculó ayer la consejera de Transportes, Elvira Rodríguez, durante la visita a las obras del metro ligero de los Paus del norte. Transportes ha contratado a cien vigilantes para controlar los talleres y ha puesto más cámaras de seguridad "para impedir que vuelva a pasar que se desgaste el tornillo del motor de un tren de siete años de antigüedad que está preparado para durar 30", ironizó Rodríguez. "Los cables de los trenes de metro no se cortan solos ni las cerraduras se llenan solas de pegamento", agregó la consejera. Rodríguez puso más ejemplos: "A cualquiera le puede parecer raro que se caiga el motor de un tren que tiene siete u ocho años de antigüedad, y que en los talleres de Metro se averiguó que los tornillos estaban sesgados, con un corte limpio", informa Susana Hidalgo. Pero, según los sindicatos, el coche del que se cayó el motor, de la serie 2000, tiene entre 20 y 25 años de antigüedad.

Lo raro parece, sin embargo, que Transportes negara ayer a este periódico el acceso a las cocheras de Canillejas para comprobar la labor de trabajadores y la eficacia de las nuevas medidas de vigilancia. Según dicen, "no hay nada que ocultar, sólo que la situación no es la mejor para que entre un periodista".

Según explica Vicente Rodríguez, del Sindicato de Conductores, los vigilantes piden a los trabajadores que se identifiquen antes de entrar a reparar un tren. Cuando salen, asegura, se les pide un informe. "Nos parece un extremo, una manía persecutoria", se queja. "La duda ofende y encima seguimos sin una sola prueba de que haya sabotajes", añade.

Pero casualmente, dos horas después de la concentración de los trabajadores, se filtró a los medios de comunicación un informe de la Jefatura Superior de Policía. En ese documento, la policía afirma que ha detectado "averías intencionadas y sabotajes realizados por un trabajador que preste sus servicios en la empresa u otra contratada debidamente identificado".

Cortes de cables en los radio teléfonos, introducción de pegamento en los pulsadores o llaves de control de las puertas y cortes de cables en un dispositivo de seguridad llamado micro de hombre muerto son los sabotajes detallados por el informe.

Sus quejas y denuncias en lectores.madrid@elpais.com

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