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Bush sólo deja en México la promesa de impulsar reformas migratorias en el Congreso

La gira del presidente de EE UU concluye sin ninguna nueva propuesta contra el narcotráfico

Antonio Caño

La primera cumbre de los presidentes George Bush, de Estados Unidos, y Felipe Calderón, de México, concluyó ayer sin más resultado que la promesa del primero de hacer todo lo que esté en su mano para crear un nuevo marco legal para la masiva emigración desde este país hacia el norte. Nada nuevo sobre la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, ni sobre las demandas comerciales mexicanas y casi nada nuevo en el crucial asunto de la emigración al margen del reconocimiento de que se vive una situación dramática que es necesario cambiar.

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La conferencia de prensa con la que ayer concluyó el encuentro de ambos presidentes fue una demostración palpable del alcance del problema migratorio. Un periodista norteamericano preguntó a Felipe Calderón si era cierto que tenía parientes trabajando en Estados Unidos y si se encontraban allí legalmente.

El presidente mexicano no precisó la situación legal de sus parientes (aparentemente, un primo y un cuñado, aunque éste es un asunto que se lleva con gran discreción aquí), pero confirmó que "trabajan en la agricultura norteamericana, pagan sus impuestos, respetan a Estados Unidos, sus leyes, y crían allí a sus hijos". Como otros cuatro o cinco millones de ciudadanos del Estado de Michoacán, de donde la familia del presidente mexicano procede.

Felipe Calderón aseguró que su Gobierno, del que apenas se cumplen cien días en el poder, hará todo lo posible -crear las condiciones económicas- para que todas esas personas regresen lo antes posible a sus lugares de origen.

Pero mientras ese sueño se hace realidad, el presidente mexicano pidió ayer, sin referirse expresamente al muro que Estados Unidos pretende construir, crear las condiciones para que "la frontera común sea un vehículo de comunicación y no de separación".

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El presidente mexicano no pudo mencionar ayer más avance en ese sentido que la posibilidad de abrir nuevos pasos fronterizos con objeto de hacer más fluido el tránsito entre ambos lados, que actualmente es tan intenso como lento y difícil.

Por lo demás, el presidente Felipe Calderón sólo pudo agradecer los esfuerzos que hace Bush para sacar adelante, en el Congreso norteamericano, una ley de carácter integral para mejorar las condiciones de los inmigrantes legales y combatir la inmigración ilegal.

"Soy optimista", declaró ayer el presidente norteamericano sobre la posibilidad de que esa ley sea aprobada antes del verano, y dijo que ya se está avanzando en la búsqueda de posiciones comunes entre los congresistas republicanos y el senador Edward Kennedy, quien conduce la negociación en nombre de la mayoría demócrata.

Bush dijo que comprende el pesimismo de quienes en América Latina, y en México sobre todo, llevan años esperando mejores condiciones migratorias, pero aseguró que la diferencia en esta ocasión es que existe una Administración absolutamente implicada en que esa reforma salga adelante.

Según la propuesta de la Casa Blanca, la reforma permitiría la legalización de millones de ilegales, crearía nuevas posibilidades de trabajos legales, tanto permanentes como temporales, y endurecería, al mismo tiempo, las condiciones para futuros inmigrantes ilegales.

Bush se mostró confiado en sacar adelante esta propuesta y pidió paciencia a los mexicanos. "El proceso legislativo en Estados Unidos toma su tiempo", dijo. Pero advirtió que cualquier reforma debe hacerse desde la aceptación de que los norteamericanos están preocupados por la seguridad en la frontera y exigen al Gobierno el cumplimiento de la ley.

Colaborador constructivo

Felipe Calderón dijo compartir las preocupaciones sobre la seguridad fronteriza entre ambos países, pero añadió que era necesario "trabajar juntos y no separados" para mejorar esa situación. Calderón se ofreció como "colaborador constructivo" de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico.

El presidente mexicano ya ha puesto en marcha un plan para implicar al Ejército en la lucha contra el crimen organizado, normalmente vinculado a las drogas, y prometió ayer hacer más en esa materia.

Tanto en eso como en otras cosas, Felipe Calderón se ha mostrado en esta cumbre bilateral como un presidente ejecutivo y decidido a dejar cuanto antes la huella de su gestión. Todo lo contrario de George W. Bush, que se ha visto como un político en sus últimas horas y totalmente maniatado por el Congreso estadounidense. En esas condiciones, es muy difícil hacer frente a una agenda tan compleja como la que comparten México y Estados Unidos.

La próxima semana viajarán a México varios congresistas norteamericanos. Será la primera de varias visitas previstas para discutir los asuntos migratorios antes de votar las reformas que se negocian.

Probablemente en esas visitas, México se juega más que en la que ayer concluyó con tan aparatoso despliegue de logística y seguridad.

Un grupo de manifestantes ataca a la policía en las proximidades de la Embajada de EE UU en México.
Un grupo de manifestantes ataca a la policía en las proximidades de la Embajada de EE UU en México.AP
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