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Controversia política por el 'caso De Juana'

Rubalcaba sostiene que aplicó la prisión atenuada a De Juana para evitar muertes

Ya lo avisó el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba: la primera sesión monográfica de la historia de la democracia sobre política penitenciaria no iba a ser agradable. Y no lo fue. "¿Llevarán flores a todos los lugares donde se cometieron esos asesinatos por presos excarcelados por ustedes? ¿Se entrevistarán con las familias? ¿Con las víctimas? ¿Con los hijos? ¿Con las mujeres? ¿Las llevarán a manifestaciones y a televisiones? ¿Recorrerán, señores del PP, en autobús, las plazas y las calles donde murieron las víctimas de esos presos excarcelados por su ineficacia cuando no con su complacencia? Señores del PP, ¿no se avergüenzan? De verdad, ¿no se avergüenzan, no de lo que hicieron, sino de lo que están haciendo después de lo que hicieron?", espetó Rubalcaba tras recordar que el PP ofreció redenciones extraordinarias, no obligatorias, a 62 sanguinarios presos de ETA por un total de 72.906 días (194 años), 600 de ellos para Iñaki de Juana por escribir una novela de ensalzamiento a la banda. Y que sin ellas muchos de esos terroristas estarían en prisión.

Rubalcaba: "Viendo la política sobre presos de ETA del PP, para criticar la nuestra tendrían que repudiar la suya"
Zaplana: "Ustedes no creen en la ley para derrotar el terrorismo, y por eso o montan el GAL o negocian con ETA"
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Le contestó Eduardo Zaplana, del PP, sin responder a esa pregunta, pero con un contrataque furibundo: "Ustedes, señores socialistas no creen en la ley y en el Estado de derecho para derrotar a ETA: o montan el GAL o negocian con los terroristas". "Ustedes, o se saltan la ley o la cambian si no les conviene". "Ustedes, en vez de decir a personas decentes que mienten, díganos desde cuando están hablando con ETA". Zaplana trató, sin éxito, varias veces que Rubalcaba, ex ministro de Presidencia con Felipe González, entrara al trapo de los GAL.

"La decisión más indigna"

El descarnado debate sobre la política penitenciaria de los Gobiernos democráticos fue provocado por la exigencia del PP para que el Ejecutivo explique por qué ha concedido la prisión atenuada a De Juana. "Lo hemos hecho para evitar males mayores y evitar muertes, entre ellas la del propio De Juana", dijo Rubalcaba. "Esta es la decisión más indigna tomada por un Gobierno y no responde a otro criterio que no sea la cesión a un chantaje planteado por el terrorista", le reprochó Zaplana.

Fue un debate sereno en las formas, pero durísimo en el contenido. Duró más de cinco horas, y marcó una zanja más en el desencuentro entre PSOE y PP. Rubalcaba lanzó una catarata de datos sobre el "caos" de la política penitenciaria del PP y un rosario de declaraciones de los ex ministros del Interior, singularmente Jaime Mayor Oreja, en las que se mostraba la disposición a ser flexibles con los etarras, en materia penitenciaria, para evitar que tuvieran argumentos a favor de la lucha armada. Todo ello para concluir: "No es un y tú más, es nosotros tampoco". Eso es, el PSOE no reprocha nada al PP, dice que hizo bien, pero exige que la oposición tenga el mismo trato con el Gobierno que ellos tuvieron cuando estaban en el otro lado. "Viendo la política que ustedes hicieron, para criticar la nuestra, primero tienen que repudiar la suya. Si no, me oirán una y otra vez acusarles de hipocresía, de doble moral

", aseguró Rubalcaba.

Zaplana no entró a estos asuntos pero sí ofreció un dato: a De Juana el PP le quitó 600 días, admitió, pero el PSOE de González 3.525. Y otro más de fondo: ha habido 100 etarras que con el Gobierno han tenido beneficios penitenciarios, y el PP sólo ha criticado el caso De Juana porque se ha producido tras una huelga de hambre.

El PP llevó el debate a una censura rotunda de toda la política antiterrorista del Gobierno. Los demás grupos expresaron su consternación y la seguridad de que la más contenta en el día de ayer era ETA por comprobar la enorme división entre los dos grandes partidos. Todos, menos el PP, apoyaron la decisión del Gobierno, reprocharon a la oposición su utilización de las víctimas y reclamaron unidad. "¿Por qué va a desaparecer ETA, si la tenemos aquí todo el día en el centro del debate político?", clamó Rubalcaba. Zaplana apeló a los "dos millones de personas" [340.000, según EL PAÍS], que protestaron el sábado: "Apliquen su doctrina: cuando una mayoría de ciudadanos dice algo, tienen razón". "Los ciudadanos tienen criterio", insistió. Un diputado del PSOE le interrumpió: "¡Por eso estáis en la oposición!".

Rubalcaba insistía en que el PP tuvo en su mano la posibilidad de cambiar la instrucción penitenciaria para acabar con el "caos consentido" de las redenciones extraordinarias que los etarras, a partir de 1995, solicitaban masivamente. Como ejemplo, puso la del etarra José Ramón Artola, condenado a 327 años de prisión que fue excarcelado después de cumplir 15 efectivos de condena por matar a un militar, un niño y un policía. Le vino la redención por "hacer punto de cruz".

El ambiente se iba calentando poco a poco, pero la tensión estalló cuando, después de los GAL, llegó el 11-M, que se coló sin llamar, como la guerra de Irak. Fue el socialista Antonio Hernando quien puso el capote para que entrara Zaplana. "Hace tres años ustedes a esta hora estaban mintiendo a los españoles", le dijo. Y el portavoz del PP embistió de lleno: "No quiero dejar pasar el 11-M. Ustedes cerraron la comisión de investigación con miedo y de forma vergonzante. Pónganle fecha cuando quieran. ¡Atrévanse a investigar! Tienen miedo, porque no saben si son ustedes mismos de fiar o no lo son", les espetó.

"¡Ya veremos quién ha sido!"

Los suyos, entre los que estaban los principales adalides de la teoría de la conspiración, como Jaime Ignacio del Burgo o Vicente Martínez Pujalte, se entusiasmaron. "Ningún problema, señor Zaplana, saldrían ustedes trasquilados", aceptó Gaspar Llamazares, de IU-ICV. "¡A ver, diga usted el día!", concluyó Rubalcaba, muy molesto. Los diputados del PP gritaban enfervorecidos. "¡Fecha! ¡Fecha!", "¡Pásalo! ¡Pásalo!", "¡Ya veremos quién ha sido!", "¿Y los kamikazes? ¿Y los suicidas?", insistían resumiendo las bases de la teoría conspirativa: "¡Vera y Rubalcaba saben muy bien quién ha sido!", chillaba otro.

El ministro zanjó airado: "¡Ni pásalo ni repásalo! Su problema es que el 11 por la tarde ya no decían la verdad y los españoles les pillaron". Mariano Rajoy, que ordenó a su partido un escrupuloso respeto a la justicia durante el juicio del 11-M y evita este asunto en sus apariciones, no estaba en la sala.

El ministro Alfredo Pérez Rubalcaba, en la comparecencia.
El ministro Alfredo Pérez Rubalcaba, en la comparecencia.MANUEL ESCALERA

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