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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Encrucijada afgana

Más de veinte civiles afganos han muerto en las cercanías de Jalalabad y en la provincia de Kapisa en sendos incidentes en los que se han visto involucradas tropas americanas bajo paraguas de la OTAN. Se trata de una nueva constatación de que Afganistán parece estar hundiéndose en el caos. El Gobierno de Hamid Karzai no logra estabilizar el país pese al apoyo de Naciones Unidas y de la Alianza Atlántica, al tiempo que se multiplican las informaciones acerca de una inminente ofensiva de la guerrilla talibán. Esta situación de tensa espera está alimentada por ataques como los que han padecido los norteamericanos en las últimas jornadas. O como el que sufrió días atrás una unidad española, en el que perdió la vida la soldado Idoia Rodríguez. Son acciones que buscan incrementar la sensación de inseguridad entre las fuerzas internacionales y, por esta vía, inducirlas a cometer errores que envenenen la relación con la población civil.

Estados Unidos debería abrir de inmediato una investigación para aclarar ambos incidentes y, en el caso de que se probara la responsabilidad de sus soldados, extraer las consecuencias jurídicas y aplicar las penas que correspondan. La peor de las salidas sería actuar como si la invocación de un error pudiese servir de justificación para un posible crimen de guerra, con lo que la estrategia de los talibanes habría conseguido el objetivo que persigue. A juzgar por las manifestaciones que se han producido en todo el país, y en las que se han lanzado gritos contra Estados Unidos y contra Karzai, numerosos afganos parecen haber considerado estos episodios como un punto de inflexión en su percepción de las fuerzas internacionales. No las consideran ya al servicio del país, sino de un Gobierno que no logra imponer su autoridad.

En este contexto de hostigamiento a las tropas de la OTAN y de degradación de la situación interna, el Gobierno español debe decidir si amplía el número de efectivos en Afganistán. Los que están sobre el terreno resultan insuficientes para hacer frente a una eventual ofensiva de los talibanes, como ha señalado el Estado Mayor de la Defensa. Se trata de una seria responsabilidad que requiere más reflexión por parte del Gobierno y menos cálculo electoral por parte de la oposición. Las tropas españolas sólo deben permanecer en su misión en Afganistán en condiciones de máximas garantías para su seguridad. Lo que no cabe es que, como ocurrió antes de la reunión ministerial de la OTAN en Sevilla, el presidente del Gobierno desmienta al ministro de Defensa para luego volver a corregir su posición.

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