"En los estudios de jazz se abarca demasiado. O instrumento o arreglos"
Ainara Ortega, de 26 años, estudiaba 3º de Psicología cuando se enteró de que en su ciudad, San Sebastián, el conservatorio Musikene abría una nueva especialidad: el jazz. Ella, graduada en violín, llevaba tiempo cantando jazz, así que se animó a presentarse a las pruebas de acceso. Cuarenta jóvenes -para este curso 60- compitiendo por 18 plazas, de las que tan sólo dos fueron ocupadas por mujeres. "No sé, imagino que antes el jazz se relacionaba con un mundo de hombres, con la noche", razona Ortega, hoy ya graduada, profesora de violín y canto, y solista de una banda que lucha para abrirse un hueco. El día anterior a esta entrevista actuó en Calahorra (La Rioja) interpretando un tema de El príncipe de Egipto.
Hasta 1999, el jazz podía únicamente aprenderse en escuelas privadas. Ese año se creó la especialidad que se imparte en San Sebastián, Barcelona y Pamplona. "La carrera en Musikene está bien enfocada pero quizá intenta abarcar demasiado. En otros lugares de Europa y Estados Unidos te decantas por tocar tu instrumento o por arreglos, mientras que aquí se estudia todo", opina.
Ortega ha contado con medios materiales y el privilegio de unas lecciones reducidas -"como máximo nueve en clase y muchas veces individuales"-, pero lamenta los problemas de espacio que obligaron a más de uno a estudiar en el baño. El hacinamiento se va a acabar. En dos años, Musikene abandonará su sede provisional en el palacio de Miramar para estrenar un edificio de 7.000 metros cuadrados en el campus de Ibaeta.
Se sabe afortunada. A finales de año grabará con uno de sus profesores, el pianista Iñaki Salvador, temas de cantautores como Serrat o Pablo Milanés versionados en jazz. Un proyecto nacido antes que la discográfica Musikene, creada ahora para echar una mano a expertos en jazz, formados, con ilusión y en busca de una oportunidad.

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