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Reportaje:

Unidos contra el crimen

Policías, guardias civiles, 'ertzainas' y 'mossos d'esquadra' participaron de forma conjunta, por primera vez, en la operación contra la red

"Robaban para vivir, pagar el alquiler e irse a prostíbulos". Lo dice uno de los responsables de la Operación Trampolín, la redada que se ha saldado con la detención de 38 extranjeros acusados de haber perpetrado más de 150 robos en viviendas y en polígonos industriales de toda España. Entre los arrestados, tres de los cabecillas de la organización, que, a su vez, seguían las directrices de un jefe, residente en Alemania, que no ha sido capturado.

"La importancia de la operación no reside en la cuantía de los robos, sino en la inseguridad ciudadana que creaba la banda, ya que diariamente cometía algún asalto. ¿Qué le importa al hombre que le entran en casa qué se llevan los ladrones? Lo importante es que le han entrado en casa y han violado su intimidad", reflexiona un mando de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) del Cuerpo Nacional de Policía. Estos delincuentes no herían ni mataban, pero eran como una plaga de tábanos, insectos que no matan, pero cuyas picaduras son más que molestas.

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Lo novedoso de esta operación son tres aspectos: 1º) que la policía está aportando indicios a los jueces para que se inculpe a los detenidos por asociación ilícita (no que traten a cada ladrón como si actuara individualmente); 2º) que por primera vez ha intervenido la Policía Científica para aportar pruebas de ADN y huellas que avalen que se trata de una banda organizada; y 3º) que por primera vez en una redada han actuado de forma conjunta funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía, Guardia Civil, Ertzaintza y Mossos d'Esquadra. "¿No es raro que guardias civiles y policías nacionales estemos trabajando codo a codo?", pregunta con ironía un mando policial.

La investigación se inició en abril de 2006 a raíz de una cadena de robos en pisos, chalés y polígonos industriales de Valencia. Todos ellos perpetrados sin violencia contra las personas, aunque estaban causando gran alarma entre la población.

Las pesquisas permitieron determinar que se trataba de una organización criminal que actuaba en nueve comunidades (Madrid, Castilla-La Mancha, Castilla y León, País Vasco, Cantabria, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia y Andalucía). Seis bancos castellano-leoneses habían sido desvalijados por el método del butrón, causando cuantiosos desperfectos. Los investigadores comprobaron así que los ladrones disponían de unos aparatos inhibidores de frecuencias con los que inutilizar los sistemas de alarma de las entidades bancarias.

La banda llegó a actuar en lugares tan dispersos que las investigaciones judiciales recayeron en juzgados tan distantes como Valencia, Getafe (Madrid), Castro Urdiales (Cantabria), Fuengirola (Málaga), Santiago de Compostela (Pontevedra) y Granollers (Barcelona).

El pasado jueves, el jefe de la operación policial apretó el botón para la puesta en marcha de la redada. Y ésta se saldó con la captura de 38 personas, entre ellas cuatro mujeres, acusadas de asociación ilícita. Es decir, la policía entiende que no se trata de 38 ladrones aislados, sino que actúan de consuno y siguiendo las órdenes de un mismo jefe. Algo así como el delito de "asociación de malhechores" que está contemplado en la legislación francesa. Entre ellos están el kosovar Jarim Ahmeti, de 31 años, el montenegrino Afrin Adeni, de la misma edad, y Salami Azemi, de 35 años, originario de Serbia-Montenegro, a los que la policía considera lugartenientes del jefe.

Entre los golpes más suculentos de la banda están los 12.000 euros que se llevó de un banco de Puente Almuhey (León) y otro en una juguetería de Leganés (Madrid), donde se apoderaron de cinco millones de pesetas en monedas y billetes de las antiguas pesetas que el propietario tenía previsto cambiar por euros.

Los delincuentes inspeccionaban los chalés y las fábricas que les interesaban y después los desvalijaban. Su intención era que no hubiese nadie en las viviendas durante el asalto. Pese a eso, la policía les ha decomisado dos rifles: uno procedente de Bélgica y otro de Holanda, que no han sido utilizados en ninguno de los más de 150 golpes que se les imputa. "Sólo se mostraban violentos si se sentían acorralados", asegura un comisario de la UDEV, dependiente de la Comisaría General de Policía Judicial, que dirige Juan Antonio González.

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