El plan de la UE para Egipto
EE UU ha abandonado sus esfuerzos para democratizar el país de Mubarak
Se va a poner en marcha un método que se inscribe en la llamada Política Europea de Vecindad.
En un barrio pobre de El Cairo, por estrechos callejones de tierra en los que unas cabras comen basuras, me llevan a casa de un simpático frutero: un piso sencillo; abarrotado, pero muy limpio, en el que vive todo su clan familiar, cuatro o cinco personas en cada dormitorio. Me presenta a sus numerosos sobrinos y, al final, a un niño sonriente y despeinado de nombre Usama. Usama tiene tres años, así que nuestra conversación no da para mucho, pero se me ha quedado grabado en la memoria.
El futuro de más de 400 millones de árabes es responsabilidad, en un 80%, de los Gobiernos y las poblaciones locales, y sólo en un 20%, de los demás
El Gobierno egipcio no ha tocado a los 88 parlamentarios, pero muchos de los activistas de los Hermanos Musulmanes están en prisión
¿Tendrá Europa la imaginación suficiente para tejer una red de contactos humanos que atraviese el Mediterráneo?
Una forma de pensar en el futuro del mundo árabe, y en qué podríamos hacer los que vivimos en zonas más afortunadas para ayudar a construirlo, es preguntarnos dónde estará el vivaracho Usama de Rod el Farag dentro de 20 años. ¿Tendrá para comer? ¿Tendrá una educación? ¿Trabajo? ¿Se habrá hecho militante de los Hermanos Musulmanes, la enigmática organización prohibida -pero muy popular- que se opone al régimen autoritario del presidente Hosni Mubarak? Y en ese caso, ¿qué significará entonces ser militante de los Hermanos Musulmanes? ¿O la desesperación ante sus perspectivas en Egipto le habrá empujado a tratar de atravesar a escondidas el Mediterráneo para emigrar ilegalmente a Italia, en una de las muchas oleadas de gente que llega en embarcaciones y se encuentra con la hostilidad de unas sociedades europeas cada vez más radicalizadas, xenófobas y antimusulmanas?
La respuesta a estas preguntas dependerá, sobre todo, de los propios egipcios y de las decisiones tomadas en todos los países árabes. Es imposible pasar muchas horas allí sin topar con la convicción común e inamovible de que la culpa de todo lo que va mal en Oriente Próximo (empezando por Israel) la tiene Occidente. La verdad es que el futuro de Usama y de los más de 400 millones de árabes que habrá seguramente de aquí a 20 años -en su mayoría jóvenes- es responsabilidad, en un 80%, de los Gobiernos y las poblaciones locales, y sólo en un 20%, de todos los demás. No obstante, merece la pena preguntarse qué pueden hacer los dos principales socios occidentales de la región, EE UU y la UE, con la limitada influencia que tienen para promover unos cambios deseables en un país como Egipto.
Hay un método estadounidense: el que el Gobierno de Bush ha intentado aplicar durante los tres últimos años, y que ha fracasado. La semana próxima se pondrá en marcha un método europeo a más largo plazo, respaldado por un Plan de Acción UE-Egipto, que se inscribe en la llamada Política Europea de Vecindad. Pero veamos primero el fracaso de EE UU.
Me encuentro en El Cairo para dar una conferencia pública en la Universidad Americana, una institución fundada a principios del siglo pasado a la que acuden, sobre todo, estudiantes egipcios. En junio de 2005, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, pronunció en esta misma universidad un discurso muy agresivo, en el que reclamó la aplicación de reformas democráticas en este país como ejemplo para todo el mundo árabe. Egipto debía ser un escaparate para la promoción de la democracia, el tema fundamental de la política exterior de Bush en su segundo mandato. Las presiones estadounidenses fueron una de las razones por las que el presidente Mubarak anunció las primeras elecciones presidenciales pluralistas en sus 24 años de poder (ahora son ya 26), y tanto la coalición arcoíris de grupos de Kifaya (¡Basta Ya!) como los Hermanos Musulmanes salieron a la calle en masa para aprovechar las nuevas libertades. Después de la revolución del cedro en Líbano, ¿iba a producirse una revolución del escarabajo en Egipto?
Los Hermanos Musulmanes
Ahora bien, aunque los Hermanos Musulmanes, pese a estar prohibidos, obtuvieron 88 escaños en el Parlamento (todos sus candidatos se presentaron formalmente como independientes), Mubarak consiguió mantener tapada la olla y salió reelegido por un margen muy cómodo. Después encarceló a Ayman Nour, un destacado político que había tenido la osadía de presentarse contra él. A pesar de las protestas occidentales, Nour continúa en la cárcel. El Gobierno no ha tocado a los 88 parlamentarios, pero muchos de los principales activistas de los Hermanos Musulmanes, e incluso empresarios que los patrocinan, están en prisión. Algunos están compareciendo ante tribunales militares.
¿Y dónde está la voz resuelta de Washington? Varios activistas de la oposición, laicos, musulmanes y coptos, me dicen que las presiones de Estados Unidos para impulsar la democratización en Egipto disminuyeron enormemente el año pasado. Al parecer, el Gobierno de Bush decidió que necesitaba todo el apoyo posible de los "líderes árabes moderados", en vista del caos sangriento que es Irak. Además, Estados Unidos se asustó al ver que los islamistas estaban logrando excelentes resultados en las elecciones que tanto había exigido: Hezbolá en Líbano, Hamás en Palestina, los Hermanos Musulmanes en Egipto. Y el Gobierno de Mubarak supo sacar partido a ese miedo con gran habilidad, como siempre. A principios del año pasado, en la conferencia de prensa posterior a una reunión con su homólogo egipcio, Rice hablaba todavía de democracia y reforma en Egipto. A principios de este año, después de otro encuentro entre los dos ministros de Exteriores, no mencionó la democracia en absoluto. En la práctica, Estados Unidos ha abandonado sus esfuerzos para lograr una rápida democratización en Egipto.
En este momento llega, por la izquierda del escenario, frau Benita Ferrero-Waldner, comisaria europea de Relaciones Exteriores y Política de Vecindad; toda vestida de blanco, sin ningún toque a rebato en nombre de la democracia, sino con un documento burocrático de 40 páginas titulado Plan de Acción Conjunta UE-Egipto, lleno de declaraciones de buenas intenciones aparentemente anodinas y que abarca prácticamente todos los aspectos de las relaciones entre la UE y Egipto. El contraste entre los dos estilos es total. ¿Pero es posible que Benita y la UE triunfen donde Condi y EE UU han fracasado? ¿O que, por lo menos, tengan un resultado un poco mejor?
El Plan de Acción es un marco de referencia según el cual la UE puede hablar de casi cualquier cosa con las autoridades egipcias, incluidos los derechos humanos, las condiciones de las cárceles y la libertad de prensa. Igual que ocurrió con Europa Occidental y Europa Oriental en el "proceso de Helsinki" durante los últimos años de la guerra fría, el plan acepta generosamente la palabra del Gobierno y espera obligarle a cumplirla. Todo depende de cómo rellenen ese marco las instituciones europeas y los Gobiernos nacionales. Además de ayudar al Gobierno egipcio a avanzar por la vía de la reforma económica, un camino que ya ha emprendido con gran energía, ¿están dispuestos a hacer preguntas delicadas sobre casos específicos de derechos humanos?, ¿seguirán tratando de reforzar los ligamentos pluralistas tanto en el Estado egipcio (que no es monolítico, ni mucho menos) como en la sociedad civil?, ¿tendrá Europa la imaginación suficiente para tejer una red de contactos humanos que atraviese el Mediterráneo -por ejemplo, con gran número de becas a estudiantes, especialistas, escritores y periodistas egipcios-, sabiendo que, a largo plazo, eso llevará nuevas ideas y experiencias a la sociedad egipcia?
La zanahoria
El riesgo es que todo se quede en una fachada de papel detrás de la cual 27 Gobiernos europeos sigan defendiendo sus intereses nacionales y comerciales mientras los eurócratas se concentran en cuestiones puramente tecnocráticas. Y a diferencia de Turquía, la UE no puede ofrecer a Egipto la zanahoria gigante de una futura entrada. Aun así estamos aquí ante una oportunidad para que Europa haga algo con más sentido estratégico que nunca.
Con el estado reciente de la UE, yo no daría al vals de Benita muchas más posibilidades de éxito que al rock and roll de Condi. Pero si pensamos en los futuros posibles de Usama, veremos que Europa tiene un interés todavía más vital que el de Estados Unidos en este país y esta región. De modo que merece la pena intentarlo, por Usama y por nosotros.
Traducción de M. L. Rodríguez Tapia
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