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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los cantos de la bruja

En 1964, Yoko Ono publicó Pomelo, un mítico libro de poemas y "recetas" para pintar cuadros sin necesidad de ejecutarlos físicamente. Con un humorístico prólogo de John Lennon, el volumen acaba de traducirse por primera vez en España.

Yoko Ono ejemplifica como pocos los conflictos, las connivencias y las atracciones fatales entre la vanguardia y el pop. O sea, entre las arriesgadas especulaciones de los artistas experimentales y los productos que una industria que ha sido capaz de convertir la música en un entretenimiento popular masivo, que muta a una velocidad de vértigo sin dejar nunca de ser fiel a cuatro estereotipos.

POMELO

Yoko Ono

Introducción de John Lennon

Traducción de Pilar Vázquez

Centro de Creación Experimental

Cuenca, 2007

316 páginas. 18 euros

La gente del pop odió a Yoko

durante mucho tiempo, acusándola de ser la arpía que, habiéndose apoderado con no se sabe cuál de todas sus malas artes de la flácida voluntad de John Lennon, precipitó la disolución de los Beatles. Y quien, después del asesinato del mismo, remató su tarea demoniaca vendiendo sus dibujos y produciendo discos con sus canciones inéditas. Si es que eran de Lennon, que vaya usted a saber qué hizo el muerto antes de que le mataran. ¿La puntilla? Calificar de infamia que ella arrastrase a Lennon a participar en la experiencia chirriante de Plastic Ono Band, ese vídeo en el que la japonesa no hacía otra cosa que pegar gritos. ¡Demasiado!

Pero esta historia de condenas y desencuentros ha tenido un final feliz si es que hemos de creer los resultados de Yes, I'm a witch, un disco ahora en circulación, donde, gracias a unos grupos musicales, asociados mayoritariamente a la franja indie, se han sellado las paces entre la industria discográfica y los chillidos de quien tiene todavía el suficiente sentido del humor como para calificarse a sí misma de bruja. Lo declaró Wayne Coyne, de los Flaming Lips, a propósito de su versión en ese disco de Cambridge 1969: "Convertimos los aullidos de Yoko y las réplicas refunfuñantes de Lennon en una especie de melodía al estilo de Ornette Coleman". O sea: aquí haya paz y después gloria. Lo fascinante es que esta reconciliación entre enemigos tan aviesos ya estaba anticipada en Pomelo, el mítico libro de Yoko Ono, editado por primera vez en inglés en 1964 y traducido por primera vez en España por Pilar Vázquez y editado en Cuenca. El desenfado de que habla Coyne ya está en uno del centenar largo de poemas, receta que componen este espléndido libro, tan alegremente cercano a John Cage y a Zaj. Se titula Pintura para ponerse y dice así: "Compra cuadros de Da Vinci, Rafael o De Kooning / Y utilízalos para hacerte chaquetas y vestidos / La parte pintada la puedes llevar / por dentro o por fuera. / También puedes hacer con ellos ropa interior". Está fechado en el verano de 1962.

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