"El papel de la Iglesia no es el de gendarme de la moralidad"
Hace un año, el jesuita Juan Masiá (Murcia, 1941), doctor en Filosofía y experto en bioética, fue cesado como director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, donde también tuvo que dejar la labor docente. El castigo estuvo provocado por las presiones de una buena parte de la jerarquía eclesiástica, disconforme con sus opiniones. En abril volverá a dar clases en la universidad japonesa de Sophia, de donde llegó en 2004. El lunes ofreció una charla en San Sebastián titulada El encuentro de Europa y Japón. ¿Extremo Oriente o Extremo Occidente?, dentro de unas jornadas organizadas por la Universidad de Deusto con motivo del centenario del nacimiento del jesuita Pedro Arrupe.
"El preservativo no es el problema en sí, sino que detrás hay una revisión muy fuerte por hacer, no sólo en ética sexual"
"Instancias que tenían que haber sido por inspiración evangélica favorecedoras del proceso de paz lo han frenado. Eso es inconcebible"
Pregunta. A la jerarquía eclesiástica no les gustó que defendiera el uso del preservativo.
Respuesta. Lo del preservativo es lo que más morbo tiene, pero lo importante es mi discrepancia no de la Iglesia, sino en la Iglesia, el pluralismo y un tema que en Japón se vive con toda naturalidad, la laicidad.
P. ¿La democracia está lejos todavía de llegar a la Iglesia?
R. En España, un poquito. Pero es que a nuestro país en general, a la sociedad, todavía le queda una transición por hacer. Esta crispación que tenemos, las continuas descalificaciones entre dos partidos...
P. Apuntaba la diferencia que nota entre España y Japón.
R. En todo el mundo hay una línea más conservadora y otra más progresista dentro de la Iglesia, pero aquí en España, sobre todo en los últimos veintitantos años, se nota una marcha atrás respecto a lo que fueron aquellos momentos renovadores del Concilio Vaticano II.
P. ¿Qué piensa de la ley de Reproducción Asistida?
R. Tanto esa ley como la Ley de Investigación Biomédica tuvieron fuerte oposición de dos instancias: la ultraderecha política, el PP, y la Conferencia Episcopal Española. Son cuestiones científicas y éticas, y pienso que no debe decirse que "no" por razón religiosa o que "sí" por razón política. Debemos debatir esos temas con perspectivas plurales, con serenidad y sin crispación.
P. ¿Pero cuál es su opinión personal sobre la ley?
R. Es positiva. Creo que sigue habiendo pequeños problemas técnicos que habrá que modificar. Pero una cosa es añadir matizaciones y otra decir a todo que no por sistema. Eso hace un flaco favor a la concepción de la vida que todos estamos de acuerdo en defender.
P. Fue crítico con los obispos que se manifestaron contra el matrimonio homosexual.
R. Es pasarse, no entender algo que en Japón es muy obvio: la separación entre Iglesia y Estado para bien de los dos.
P. ¿La Iglesia en España no lo tiene claro?
R. Hay una serie de temas en los que una Iglesia excesivamente conservadora no se resigna a perder un peso social que, por otro lado, ya no tiene y que es bueno que no tenga.
P. ¿Todo se reduce a un deseo de poder?
R. Esa es la palabra, poder. Y luego está una excesiva preocupación por la moralidad. El papel de la Iglesia no es el de gendarme de la moralidad, sino el de proclamadora de la esperanza. También están los miedos. Aquí hay muchísimos miedos: al relativismo, al laicismo, al agnosticismo... Hay que quitar todos esos miedos.
P. ¿Como el miedo a abordar el tema de la sexualidad?
R. Ahí entra lo del preservativo. El preservativo no es el problema en sí, sino que detrás hay una revisión muy fuerte por hacer no sólo en ética sexual, sino en todo el enfoque fundamental de la ética.
P. ¿Por qué dura ese miedo?
R. Se arrastra un lastre de muchos años. A eso hay que añadir la tendencia a los extremismos en España, a que todo sea blanco o negro. Ahí tenemos culturalmente una asignatura pendiente. No hay más que ver todo el tema del proceso vasco de paz. Instancias que tenían que haber sido por inspiración evangélica favorecedoras lo han estado frenando. Eso me resulta inconcebible.
P. ¿Estaría a favor del celibato opcional?
R. Hace años que la Iglesia debería haber ordenado sacerdotes a hombres y mujeres casados. Pero eso no lo veremos nosotros. Por desgracia, los cambios son muy lentos y, a veces, llegan demasiado tarde.
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