Dos delincuentes se la juegan a muerte
El ex minero Trashorras y el narcotraficante Zouhier se culpan de facilitar la dinamita a los terroristas
Dice Zouhier que una vez le encargaron matar a un hombre y no lo hizo. Dice Trashorras que en una ocasión le pidieron un cargamento de explosivos y no lo suministró. Está claro, también para ellos, que esos no son los encargos ni las preguntas que se le hacen a una persona decente, pero la defensa de ambos consistió ayer en salir del fango hundiendo más al otro.
El arma del duelo fue el sumario, 100.000 folios que ambos manejaron como si fuera un estilete. Su lastre, el pasado y sus amigos.
-¿Se declara usted inocente de los cargos que se le imputan?
-Superinocente.
-El súper sobra. A partir de ahora, señor Zouhier, hable lo justito para su defensa. No le voy a permitir ni una. Si no hace caso, le mando al calabozo.
El presidente del tribunal sabía con quién se la jugaba ayer y decidió atarlo en corto desde el principio. Desde que fue detenido, Zouhier ya ha hablado tanto que sus palabras llenan 1.000 páginas del sumario, una novela grande donde una misma escena es relatada varias veces de forma distinta, quitando y poniendo personajes a su antojo, haciendo alarde de memoria en algunos párrafos y padeciendo de amnesia total en otros. Su posición en la habitación de cristal blindado explica de una forma muy gráfica su papel en el proceso. De un lado, los árabes que de una u otra forma participaron supuestamente en la masacre. De otro, los españoles que proporcionaron la dinamita. Él, en medio, solo, traicionando a unos y a otros según el momento y sus intereses.
-No se engañe, señoría. Si yo hubiese sido médico, abogado o fiscal, no me hubiese enterado de lo que me enteré.
A Zouhier le exaspera que el fiscal indague en su vida de delincuente. Además de portero de discoteca y de stripper, Zouhier también admite que fue delincuente, y que en virtud de su manejo de los bajos fondos pudo avisar a la Guardia Civil de que unos ex mineros de Asturias andaban intentando vender dinamita. Hasta ahí, el nervioso marroquí se defiende bien. Se trata de uno de esos malos de película que, en base a su locuacidad y simpatía, consigue poner al espectador de su parte. Ayer, pese al trasfondo trágico que envuelve el juicio de la Casa de Campo, consiguió arrancar algunas sonrisas de las víctimas, asombradas de su desparpajo y de su diatriba constante con el fiscal. También logró, y no una vez ni dos, sacar de sus casillas al señor juez.
-Señor Zouhier, ¡cállese de una puñetera vez!
La tesis del confidente es bien sencilla. Él avisó a la Guardia Civil de que unos asturianos -a los que conoció en la cárcel de Villabona- estaban intentando vender dinamita. Incluso consiguió que le dieran una muestra y se la entregó a un agente. "Si luego ellos no hicieron nada por evitar los atentados, a mí de qué me acusan". El marroquí demuestra su dominio de la escena, enfadándose unas veces y poniendo cara de bueno otras, alardeando siempre de un conocimiento exhaustivo del sumario. "Me lo he leído tres veces completo", presumió en una ocasión, para luego demostrarlo: "Eso que usted dice, señoría, está en el último párrafo del folio 117.140". Sin embargo, fue al final de la mañana, justo antes del receso para el almuerzo, cuando el presidente del Tribunal, Javier Gómez Bermúdez, lo pilló en su gran contradicción.
Fue Zouhier quien avisó a la Guardia Civil de que Toro y Trashorras estaban ofreciendo explosivos a cambio de hachís, y también quien asistió a las reuniones que los ex mineros y El Chino celebraron en dos McDonalds de Madrid. Un tipo tan espabilado como él, ¿cómo no fue capaz de oler lo que se estaba tramando?
La sombra de la conspiración también se coló ayer en el juicio. Según Zouhier, Toro y su cuñado Trashorras se pasaron un papel en el locutorio de la prisión de Villabona con el teléfono de un terrorista de ETA. Fue uno de los asuntos que dieron fuelle a la disparatada connivencia entre etarras y fundamentalistas. Ayer quedó demostrado que en aquel papel estaba el teléfono de una tal Paloma, la esposa de un tal Sabino, un delincuente común al que intentaban meterle en la celda una botella de whisky. También se supo que la presunta entrevista a Zouhier en un medio de comunicación abonado a la teoría de la conspiración fue conseguida gracias a que el diputado del PP Jaime Ignacio del Burgo le mandó al delincuente un cuestionario para que lo contestara desde la prisión. "Pero yo de ETA", zanjó ayer, "no sé nada de nada". Cuando uno de los abogados le planteó también si conocía a un ciudadano con dos apellidos vascos, Zouhier contestó: "¿Gurruchetaqué?".
Según cuentan quienes conocen el proceso, el momento más tenso que vivió el juez Del Olmo en su despacho fue precisamente el careo entre Zouhier y José Emilio Suárez Trashorras. Ayer uno declaró detrás del otro, pero conforme avanzaba el interrogatorio del ex minero -que intentó salpicar a todo el que pudo, incluido un jefe policial apodado Manolón- iba quedando más claro que la intención de Zouhier de quedarse al margen de lo que se tramó a su alrededor era poco creíble.
Trashorras, además, tenía preparada una última andanada a su otrora compinche. Dijo ante el juez que, además de El Chino, Zouhier también le pidió explosivos en una ocasión. Dos viejos amigos, dos delincuentes, luchando a muerte por salir del fango.
ZOUHIER Y TRASHORRAS SE INCULPAN
Zouhier: "Los asturianos me dieron en febrero de 2003 una muestra de explosivos para que les buscara clientes en Madrid"
Trashorras: "Fue Rafá Zouhier el que me preguntó si podía conseguir explosivos, porque estuvo en la cárcel con mi cuñado, que estaba por tenencia de explosivos"
Zouhier: "Yo pensaba en la cárcel que hasta los asturianos eran de ETA"
Trashorras: "Decían que habíamos ofrecido 200 kilos de explosivos a ETA pero eso es mentira, cada uno cuenta una historia"Zouhier: "Avisé de los explosivos del 11-M a la UCO de la Guardia Civil. Cuando oí lo de los explosivos se lo dije a la autoridad, pero viendo lo que me ha pasado a mí dudo que alguien lo vuelva a hacer"
Trashorras: "El Chino me dijo por teléfono que conocía a dos que habían detenido el día anterior. Fue lo único que comentó, pero no dijimos nada de ETA, fue lo que me dijo".
Zouhier: "Los asturianos estaban ofreciendo explosivos en Madrid a todo dios, y yo avisé"
Trashorras: "Soy votante del PP y estoy de acuerdo con la guerra de Irak"
DEFENSA DE DOS DELINCUENTES
Zouhier y el ex minero se inculpan en la trama de explosivos
Dos delincuentes, Rafá Zouhier y José Emilio Suárez Trashorras, se enredaron ayer en acusaciones mutuas al explicar sus relaciones con el terrorista que logró los explosivos para atentar el 11-M en los trenes.
Posible malentendido por una llamada telefónica
Trashorras declaró en el juicio que El Chino le llamó para decirle que habían detenido a dos amigos suyos. Él entendió que eran de ETA, pero ignora si se refería a ellos.
Ni una palabra de la banda terrorista ETA
El confidente Rafá Zouhier, al que se le atribuyeron declaraciones en las que implicaba a ETA en los atentados, desmintió ayer esos hechos.
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