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EL CÓRNER INGLÉS | Fútbol | Internacional
Columna
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La resurrección y el misterio de san David

Quizá llegue el día en el que sepamos todos con certeza si hay vida después de la muerte, pero por ahora parece difícil que se resuelva la cuestión. En el universo del fútbol, en cambio, sabemos de manera científica que sí la hay.

La prueba más persuasiva hasta hoy había sido la victoria del Manchester United contra el Bayern Múnich en la final de la Liga de Campeones de 1999, en Barcelona. Había pasado el minuto 90, ganaba el Bayern por 1-0 y el árbitro señalaba que quedaban tres minutos de tiempo adicional. En esos tres minutos, el Manchester marcó dos goles y ganó.

El mejor jugador del Manchester aquel día, según el entrenador, Alex Ferguson, fue el que lanzó los córners desde los que llegaron los dos goles, David Beckham. Y ahora, esta misma semana, es Beckham el que nos ha aportado la prueba definitiva, la más contundente que se haya visto nunca, de que en el fútbol la resurrección sí existe.

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El 11 de agosto del año pasado, el nuevo seleccionador inglés, Steve McClaren, lo mató cuando anunció que no contaba más con él. El 13 de enero de este año, Fabio Capello, su entrenador en el Real Madrid, lo enterró al declarar que nunca más vestiría los colores del club blanco.

Un mes después, Capello entendió que ni siquiera él, con su ego XXL, podía con san David; que estaba ante un fenómeno que lo superaba. Rectificó. Lo puso de titular, Beckham marcó y el Madrid ganó. El impacto en Inglaterra fue tal que empezó un runrún para que también McClaren sucumbiera. No se le veía muy convencido al seleccionador hasta que una semana más tarde Beckham jugó en el partido siguiente del Madrid. El encuentro acabó en un empate sin goles, pero el inglés se adueñó una vez más del protagonismo (no por nada es el personaje más famoso del mundo) al ser expulsado en el último minuto. Ante la prueba de que el león seguía tan fiero como siempre, el murmullo inglés se convirtió en un clamor. Encuestas en diarios como The Sun (venta diaria: cuatro millones y medio) dieron un resultado del 82% a favor de que Beckham volviese a representar a su país.

McClaren, muy presionado, empezó a decir cosas como: "Bueno, nunca dije que las puertas le estarían cerradas para siempre", cuando todo el mundo sabía que sí se las había cerrado; que McClaren lo había tenido tan claro como, en su momento, Capello. Había llegado la hora, habían decidido ambos, de confiar en una nueva generación. Y, además, el impacto Beckham en el vestuario no era bueno, pensaban el inglés y el italiano. Demasiado galáctico el Becks. Un factor desequilibrante para la moral de la tropa.

Se demostró, a través de la desafiante solidaridad de los compañeros españoles de Beckham (Raúl, Salgado, Helguera, Guti), que en el vestuario del Madrid no lo entendían así. Lo valoraban y lo querían, igual que sus compañeros de la selección inglesa. No es difícil entender por qué. Si uno es joven y tiene como compañero de trabajo a un ídolo mundial que, además, es humilde y lo trata a uno no con desdén, sino (aunque seas el portero suplente) como un colega más, pues es difícil no caer bien.

También creen sus compañeros que aporta mucho en el campo, lo cual debe de ser un misterio para la legión de detractores que tiene Beckham en España y en Inglaterra.

Esta semana, por fin, el misterio se ha aclarado. El Madrid jugó el partido más importante de la temporada, en la Liga de Campeones contra el Bayern, y Beckham fue el mejor. Al menos, eso es lo que dijeron los alemanes, empezando por el director general del Bayern, Karl-Heinz Rummenigge. De Beckham fluyeron los tres goles del Madrid y las mejores oportunidades que no acabaron en gol. Igual de influyente fue Beckham en los dos partidos anteriores de la Liga.

Y he aquí el secreto: Beckham no tiene regate, no tiene pie izquierdo, no es rápido, no cabecea, no recupera, pero crea más ocasiones de gol que cualquiera, empezando por sus rivales más vistosos en el Madrid, Reyes y Robinho. Lo mismo sucedió en el Mundial de Alemania. Inglaterra jugó fatal y Beckham no hizo nada, salvo crear todos los goles ingleses.

Hay tanto análisis del fútbol, y tan sesudo, que a veces nos olvidamos, parece, de que el objetivo primordial es marcar goles. Capello, tras sus 40 años y pico como profesional, da señales por fin de haberlo entendido. McClaren, también. El seleccionador inglés ya ha dicho que va a ir a Múnich en diez días a ver el partido de vuelta del Madrid. Apuesten lo que quieran. Beckham vuelve a jugar para su país.

"No hay nada más importante que el estado del pie de Beckham".

Tony Blair, tras lesionarse el jugador antes del Mundial de 2002

Beckham se dispone a lanzar una falta.
Beckham se dispone a lanzar una falta.ULY MARTÍN

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