Parches en el fuselaje
Que las dificultades políticas siguen pesando peligrosamente sobre el Airbus, el proyecto empresarial aeronáutico del grupo europeo EADS, lo demuestran las rápidas reticencias que ha provocado el plan de ajuste, que pretende recortar 10.000 empleos (sobre un total aproximado de 55.000), ahorrar 2.100 millones de euros en un año y reorganizar la producción en las 16 plantas de la empresa en toda Europa. Es verdad que, finalmente, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Jacques Chirac, reunidos en las proximidades de Berlín, declararon ayer su apoyo al plan de reestructuración. Pero dicho apoyo fue tan genérico que casi parecía un compromiso para salir del paso. Chirac apuntó directamente, aunque quizá sin pretenderlo, a una de las raíces del problema cuando mencionó que el plan que debe salvar a corto plazo el proyecto Airbus tiene que respetar principios básicos como "la solidaridad y el equilibrio en lo que respecta a los sectores de lo social y lo tecnológico".
Los "principios" a los que alude Chirac implican que Francia se considera peor tratada que Alemania en el plan y que, por tanto, los cierres de plantas -que podrían ser de hasta 10, una de ellas en España- deben ser compensados. Con otras inversiones, se supone. Pero las condiciones de reestructuración de una compañía que pierde dinero y que se encuentra penalizada entre los posibles clientes -las grandes aerolíneas potencialmente compradoras de sus modelos- por los retrasos en la entrega de las primeras unidades del novísimo A-350 no deben correr detrás de la agenda política franco-alemana y quedar al albur de las componendas argüidas para mantener "los equilibrios sociales". Boeing, el rival de EE UU, no tiene la desventaja de mantener plantas poco rentables pero protegidas por equilibrios políticos ni el lastre de afrontar costes compensatorios por el cierre de producciones.
El mensaje político de Merkel y Chirac, responsables auténticos de EADS, tiene fisuras y carece de convicción. Pero lo peor es que está desenfocado. Para ganar la confianza de los clientes y de los inversores, sería más útil organizar Airbus con un solo presidente y un solo consejero delegado -ahora aparecen dos por cada función-, que tengan plena confianza de los socios mayoritarios, y que Francia y Alemania renuncien de una vez a todo atisbo de influencia política, al menos mientras se resuelve la crisis.
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