Fuegos artificiales
Los trabajos del colectivo británico Art & Language y los de la norteamericana Jenny Holzer, que se exhiben en Madrid, coinciden en su utilización del lenguaje escrito para la elaboración de unas obras de intención crítica, tanto hacia el mundo del arte como hacia temas sociales.
En el siglo XVI la Reforma protestante dividió Europa en dos bandos, los que apoyaban su fe en las artes discursivas, como la escritura o la música, y los que la propagaban por medio de las imágenes pictóricas. Surge así un antagonismo entre protestantes iconoclastas y católicos figurativos, entre sajones y mediterráneos. Cuando a finales de los años sesenta aparece cierta reacción contra el dominio de la pintura, por más que aquélla fuera abstracta y anti-icónica, surgieron algunos artistas en el área anglosajona que renunciaron al empleo de las imágenes en beneficio de la escritura y el lenguaje, promoviendo el dominio de las ideas por encima del valor de los iconos. De esta manera se genera el "arte conceptual".
A mediados de los años sesenta cuatro artistas formaron en Londres un grupo de trabajo en torno a la revista, fundada por ellos, Art-Language. Journal of Conceptual Art. La opción que tomará el grupo Art & Language es la de criticar la institución del arte desde su interior, es decir, creando y construyendo obras que pusieran en evidencia las falacias sobre las que, según ellos, se apoya el arte. Para conseguirlo se sirvieron de los métodos analíticos de la lingüística aplicándolos al mundo de las artes plásticas para desvelar sus mecanismos más íntimos y sus contradicciones.
La importancia e influencia de este grupo fue muy grande y sus trabajos, que rozaban la crítica política y tocaban las relaciones de ésta con el arte y la sociedad, resultaron decisivos para librarse del subjetivismo, el narcisismo y la autocomplacencia. Pero esa postura no la han podido sostener, como se puede comprobar en esta exposición donde muestran obras realizadas hace menos de un año. Cuando ya se ha agotado el filón, en vez de tomar otro camino o realizar otro tipo de obras han optado por reelaborar las mismas piezas con una factura preciosista que sin duda atraerá a los compradores contra los que elaboraban su discurso original. Se trata de obras muy bien ejecutadas, en "estilo conceptual" pero descargadas de cualquier contenido crítico. Como muestra, un botón: a finales de los años setenta utilizaron la técnica pictórica de Jackson Pollock para realizar retratos de Lenin, con los que se enfrentaban al realismo plástico de la Unión Soviética; hoy ese mismo juego retórico, sin cambiar un ápice, es empleado para retratar a George Bush, como si nada, ni siquiera el tiempo, hubiera pasado.
Pero el grado de anquilosamiento, así como la falta de ideas y originalidad del arte actual, tiene su parangón en el amaneramiento del radicalismo de Jenny Holzer (Ohio, 1950), quien, en el más puro estilo reformista, sustituyó cualquier rasgo de imaginería y objetualidad al realizar obras que son meros aforismos escritos que surgen virtualmente en una pantalla publicitaria de caracteres en movimiento (LED). Aunque los textos elegidos por la artista para la obra que presenta en Madrid pretenden tener un cierto sentido crítico, ya que se trata de documentos desclasificados recientemente por el Gobierno de su país, la factura tecnológica de la obra y la irresistible tentación a utilizar todos los recursos que permite el sistema informático hacen que la pieza se convierta en una mera fuente de impulsos luminosos donde el mensaje escrito en los textos carece de importancia, entre otras cosas porque se hace ilegible. De esta manera las palabras se convierten en iconos carentes de referente, en mero juego de fuegos artificiales.
Art & Language. Galería Distrito Cuatro. Bárbara de Braganza, 2. Madrid. Hasta el 16 de marzo.
Jenny Holzer. Galería Javier López. José Marañón, 4. Madrid. Hasta el 1 de marzo.
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