El Barça busca un medio centro
El equipo se desequilibra en la medular y nota la ausencia de delanteros y el absentismo de Ronaldinho
La anunciada renovación de la plantilla del Barça con vistas a la próxima temporada incluye desde el miércoles una nueva pieza como es la de un medio centro. Rijkaard, que fue un pivote referencial como futbolista, no encuentra al jugador que equilibre al equipo por más vueltas que le ha dado. Edmilson, Márquez, Motta, Xavi e Iniesta se han turnado en una demarcación vital y ninguno se ha asentado como titular. Aunque no es una novedad, puesto que en un partido tan exigente como la final de la Copa de Europa el puesto fue ocupado por Edmilson y después por Iniesta -dos medios antagónicos-, las disfunciones se han agravado durante la temporada y el club está dispuesto a corregirlas con un fichaje si antes no se solucionan. La actuación de Motta frente al Liverpool fue tan insustancial como la de Iniesta en el Bernabéu, la de Edmilson contra el Zaragoza o la de Márquez en Valencia.
La figura del 4 es capital en un equipo como el Barcelona, que reniega del doble pivote. El recuerdo de Guardiola en el dream team animaba a pensar en un volante creativo. Rijkaard, sin embargo, prefirió apostar por un jugador más defensivo y consistente, y Márquez funcionó durante un tiempo. Ahora, sin embargo, hay dudas sobre el rol del mexicano, circunstancia que afecta por extensión a la demarcación de central y obliga a preguntarse por los problemas estructurales, que no hay manera de que remitan. Los laterales, el extremo derecho y el medio centro han focalizado siempre el debate en las formaciones de Rijkaard. Ahora, después de las últimas derrotas, las cábalas se han acentúado al tiempo que se añadía un nuevo conflicto por la ausencia de un sustituto de Eto'o. Motivos para cuestionarse la política de fichajes.
A juzgar por la alineación ante el Liverpol, el equipo se ha quedado prácticamente sin delanteros. Giuly, Saviola, Gudjohsen, Ezquerro no han funcionado y Messi se encuentra en una fase de recuperación. A los puntas les cuesta tirar desmarques, generar espacios para la llegada de los medios, rematar a portería. La máxima preocupación es el absentismo de Ronaldinho. Neutralizado, el miércoles dio la sensación de que el brasileño ni desbordaba ni pedía la pelota. Los goles a balón parado le han permitido sobrevivir a un curso en que anda sobrado de peso y falto de velocidad. El recuerdo de sus tantos decisivos del año pasado ante el Milan y el Chelsea han agravado la sensación de que el gaucho no está en su mejor punto de forma.
El cuerpo técnico del club considera, en cualquier caso, que no conviene individualizar sino que se impone un análisis global, petición que Márquez interpretó ayer certeramente: "Nuestros signos de identidad eran la manera de presionar al rival, la recuperación rápida del balón, el despliegue veloz, la profundidad y la contundencia. Nosotros confiamos en su recuperación. Todavía tenemos confianza, y pedimos a la afición que no pierda la fe. Todavía todo es posible pese a que el calendario es complicado".
Las aspiraciones azulgrana de continuar en la Champions y en la Copa del Rey pasan por remontar un marcador adverso en la Romareda (0-1) y Anfield (1-2). La estadística y precedentes no son precisamente optimistas. A las deficiencias futbolísticas, unió el miércoles una cierta fatiga física y una fragilidad moral sobrecogedora. Después de una meritoria media hora, se desplomó en cuanto concedió el empate. Le cuesta disputar los partidos que exigen un buen control emocional y parece sufrir un estrés competitivo. Incluso Rijkaard, al que se supone una fuerte mentalidad, se ha mostrado más voluble que nunca en las alineaciones.
Los rivales le han cogido el truco y le abaten a partir de un 4-4-2 después de someterle a un gran desgaste físico, ganarle los balones divididos y aprovechar las acciones de estrategia y las segundas jugadas. La circulación de pelota es demasiado lenta en el bando azulgrana. Al Barça le cuesta crear situaciones de superioridad numérica y es excesivamente previsible porque todas las jugadas acaban donde empiezan y hay un exceso de jugadores de complemento. A veces da la sensación incluso de que el rival no necesita la pelota mientras que al Barça le sobran las porterías.
Ante el Liverpool no supo defender la suya, ni el campo ni su condición de campeón. Llegados a tal punto, y perdidos los grandes partidos, al equipo sólo le queda una última tecla por tocar: Eto'o.
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