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El conflicto de Irak

Blair inicia la retirada de las tropas de Irak

Tony Blair puso ayer la primera piedra de la carretera que ha de llevar de regreso a casa a las tropas británicas desplegadas en Irak. Pero el anuncio, aunque políticamente significativo, fue operacionalmente más modesto de lo esperado: sólo 1.600 de los 7.100 soldados británicos regresarán al Reino Unido en los próximos meses, aunque otros 500 podrían unirse a la retirada a finales del verano. Blair cumple así los deseos de buena parte de la cúpula militar y, sobre todo, su propia necesidad de lanzar la retirada antes de anunciar la fecha de su jubilación como primer ministro.

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El primer ministro británico, que anunció el plan de retirada en una declaración y posterior debate en la Cámara de los Comunes, fue deliberadamente ambiguo sobre la retirada del resto de fuerzas británicas en Irak y se limitó a decir que "seguirá habiendo tropas en 2008", sin aclarar si se refería a todo el año o sólo a parte de él. Pero eso es relativamente insustancial para él porque lo urgente no es acabar la retirada, sino empezarla.

Lo que hizo ayer Blair fue realizar el gesto político fuerte de lanzar el inicio del regreso. Algo importante para el Ejército, que cada vez ve menos sentido a su presencia en Irak y preferiría centrar sus esfuerzos en Afganistán. Importante también para Blair porque le permite vender la idea de que la misión de las tropas británicas en Irak está cumplida, reivindicar de alguna manera la participación de Reino Unido en la invasión y dejar el problema en vías de solución antes de dejar el poder, probablemente en junio. Importante también para el Partido Laborista ante las difíciles elecciones locales y escocesas y galesas de mayo. Y también importante para el sucesor de Blair, Gordon Brown, que llegará al 10 de Downing Street con la patata caliente de Irak algo más templada.

El mayor obstáculo

El mayor obstáculo a la retirada británica era EE UU y la caótica situación en Bagdad y alrededores. Pero Blair explicó que había discutido el plan de retirada británico con el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, al tiempo que tanto funcionarios de Downing Street como de la Casa Blanca dejaron claro que el presidente George W. Bush y el primer ministro habían dispuesto la retirada de común acuerdo. Blair a su vez destinó gran parte de su intervención en los Comunes a explicar que su anuncio no se contradice con la decisión de Bush de enviar otros 21.500 soldados estadounidenses a Irak, porque los problemas en la región de Basora, asignada a los británicos, han sido siempre mucho menores que en Bagdad, bajo responsabilidad de los norteamericanos.

Blair explicó que "del 80% al 90% de la violencia se centra en Bagdad y sus alrededores" y que la capital "es de una importancia estratégica fundamental". "No importa si en otras partes de Irak, y desde luego en Basora, está habiendo cambios. Si en Bagdad no hay seguridad, el futuro del país está en peligro. Los enemigos de Irak lo saben. Nosotros lo sabemos". "La situación en Basora es muy diferente", admitió. "No hay insurgencia sunita. No hay bases de Al Qaeda. Nunca ha representado un reto tan grande como Bagdad".

"Eso no significa que Basora sea ya como quisiéramos que fuera", puntualizó, "pero el próximo capítulo de la historia de Basora lo han de escribir los iraquíes". Los británicos, que en el pasado ya traspasaron a los iraquíes el control de las zonas de Al Muthanna y Dhi Qar, pasarán en los próximos meses el control de Basora y se quedarán replegados en su base aérea cercana a la capital y en el palacio de Basora, junto al río. Si todo va bien, éste pasará a control iraquí a finales de verano, lo que permitirá ampliar en otros 500 soldados la reducción de tropas británicas, que se elevaría así a 2.100.

El resto de la tropa, o buena parte de ella, seguirá en la zona pero ya no se desplegará de manera sistemática para mantener la seguridad en las ciudades; estarán en Irak para la eventualidad de que los iraquíes requieran su apoyo de manera puntual y para cumplir tres objetivos: entrenar y apoyar a las fuerzas iraquíes, asegurar la frontera de Irak con Irán y controlar las rutas de aprovisionamiento.

El anuncio de Tony Blair fue bien recibido por el resto de fuerzas políticas británicas. El líder conservador, David Cameron, afirmó que la retirada "será bienvenida en esta Cámara, en el país y especialmente entre las familias de aquellos que estarán sirviendo en Irak en los próximos meses". Y, en la línea centrista que le caracteriza, defendió que los problemas de Oriente Próximo no se solucionan sólo por la fuerza.

El primer ministro de Dinamarca, Anders Fogh Rasmussen, también confirmó ayer que su país retirará sus 460 soldados el próximo mes de agosto. Las tropas danesas están bajo el mando militar británico en la zona próxima a Basora, en el sur de Irak.

Blair sale de su residencia hacia la Cámara de los Comunes ayer en Londres.
Blair sale de su residencia hacia la Cámara de los Comunes ayer en Londres.AP

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