Estancamiento árabe

Todo el mundo se pregunta por las razones del estancamiento y hasta retroceso en el mundo árabe y musulmán. Éstas, en mi opinión, son internas y externas. Entre los factores internos que impiden avanzar por la senda del desarrollo y el progreso figuran los regímenes corruptos, cuyas prioridades son perpetuarse en el poder y amasar las fortunas más abundantes del planeta. En cuanto a los intelectuales, o son comprados por los regímenes o son reprimidos y obligados al silencio o al exilio. Su influencia, pues, es escasa en estas sociedades.

Las injerencias e intervenciones externas, en busca de seguridad energética o para combatir el integrismo, han sido y son negativas para los cambios que se precisan. Por mencionar tan sólo casos recientes, la guerra de Irak, un ataque con mentiras masivas y uranio empobrecido, derribó, en efecto, al régimen de Sadam, pero para hacer proliferar el caos; y el bloqueo internacional provocado por el triunfo electoral de Hamás en Palestina ahonda la miseria de ese pueblo, empujándoles hacia la desesperación y la violencia.

Ahora se intenta impedir que Irán se dote de un programa nuclear, pero nadie cuestiona el arsenal nuclear de Israel que pende sobre la zona más inestable del planeta. Iniciativas como la Alianza de Civilizaciones del Gobierno español ayudan a templar los ánimos, pero no las guerras preventivas, que sólo conducen a miserias, odios y abismos infinitos.