El traje de flamenca mira al pasado
El Simof recupera detalles de los cincuenta y los setenta en los nuevos vestidos de gitana
El talle, algo más bajo. Las mangas, largas. El cuerpo, como siempre: que realce la figura de la mujer. El Salón Internacional de la Moda Flamenca (Simof) ha ofrecido un año más (ya van 13) y durante cuatro días, la vanguardia del vestido más tradicional. Y es que, es en el traje de gitana donde se unen las últimas tendencias de la moda, respetando las raíces más andaluzas. Como atestiguan las 90 firmas expositoras, 32 desfiles profesionales y más de 1.000 vestidos presentados en pasarela -con precios que oscilan entre 350 y 5.000 euros-, la moda flamenca está en auge. Además, por primera vez han acudido tres empresas importadoras japonesas invitadas por la Agencia Andaluza de Promoción Exterior, Extenda, con el objetivo de impulsar y fomentar las relaciones comerciales con este país, principal mercado de la moda flamenca en el extranjero.
El de flamenca es de los pocos trajes regionales que evoluciona y marca tendencias cada año. Pero es una prenda conservadora. Diseñadores y expertos lo saben y todos coinciden en respetar la tradición. El traje de gitana es entallado, alegre y con volantes. "Tiene formas muy tradicionales y nos gusta así", resume Mariló Montero, presidenta del jurado encargado de premiar a los mejores diseñadores noveles de esta edición, de los que destacó "la valentía de trabajar sobre un traje de toda la vida". Y ¿cómo será el traje de este año? "El que más sensual haga a la mujer", dice Montero. Para lograr el objetivo los distintos diseñadores lanzan sus propuestas con un punto en común. La moda flamenca sigue este año la misma tendencia que la moda de la calle, explican Pilar Vera, Mari Carmen Cruz y Carmen Cañaveral.
La pasarela Simof mira también al pasado. Se recuperan los volantes canasteros de los años cincuenta y los trajes tobilleros de los sesenta. Las dos décadas siguientes tienen asimismo su aportación: vuelos desde la cadera, volantes de capa, fruncidos y talles bajos.
El traje enterizo ha vuelto con fuerza, "con las nejas que abren dando mayor comodidad y más vuelo", asegura Cañaveral. Los vestidos se complementan con mangas largas llenas de volantes. Tejidos, los de siempre. El raso o el popelín se renuevan añadiéndoles elastán, que aporta comodidad con la misma textura de siempre. También se verán el satén, la organza y las sedas junto a mucho patchwork y superposición de tejidos. Y abundante colorido combinado con el rojo más flamenco. Uno de los más demandados este año, es el marrón chocolate, que se unirá a los amplísimos escotes en pico, redondos y corazón.
Cañaveral recuerda la importancia de los complementos: "Con ellos un buen traje es mejor y uno medio, mejora". Flores, mantoncillos y mucho brillo; mandan los metales como el oro, la plata y el cobre. Pilar Vera sentencia: "La moda flamenca es la más favorecedora que existe, en 30 años de experiencia no he encontrado a ninguna mujer que no se encuentre guapa de flamenca".
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