Horizonte patronal

Después de 23 años, José María Cuevas abandonará la presidencia de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), a partir del próximo 30 de junio. Durante esas dos décadas largas, la CEOE se ha convertido en uno de los agentes sociales imprescindibles para modular las reformas económicas en general y laborales en particular. El sello general de la presidencia de Cuevas ha sido el de la discreción, un trabajo intenso en la cohesión interna de la organización patronal y la aceptación del diálogo con los sindicatos y con el Gobierno como herramienta básica para establecer un marco general de convivencia en las empresas.

Con independencia de las opiniones encontradas que haya podido suscitar en 20 años de ejercicio, conviene recordar dos hechos, que han llevado a los sindicatos a pedir al nuevo presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, que continúe la línea de entendimiento con ellos. El primero es el propio consenso entre los agentes sociales que ha caracterizado esta larga etapa; y el segundo, la moderación salarial, producto de ese acuerdo y base sobre la que se sustenta el crecimiento económico español.

Pero el papel de Díaz Ferrán, empresario destacado en el negocio turístico -Cuevas carecía de empresa, y se asemejaba más a un funcionario-, tiene que ser forzosamente distinto y debería responder a intereses más amplios. Las empresas españolas ya no están obligadas a encastillarse en posiciones defensivas respecto a los sindicatos y al Gobierno, como en tiempos de la transición o en los ochenta; muchas compañías se enfrentan a problemas económicos, jurídicos y políticos en el mercado europeo, que debe ser el nuevo horizonte de la CEOE; las pequeñas y medianas empresas tienen vida propia, en algunos casos más prósperas que las grandes; y, en fin, los empresarios están metidos de lleno en un cambio tecnológico y financiero de gran alcance que rebasa la modesta perspectiva, casi exclusivamente laboral, de la CEOE de hoy.

Díaz Ferrán tiene que conducir la misma nave, pero por distintas y más peligrosas rutas. Y deberá hacerlo manteniendo en lo posible el principio del diálogo social y evitando politizaciones indeseables.