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El conflicto de Irak

Bush afirma que detendrá la entrada de armas de Irán a Irak

El presidente de EE UU dice que va a llevar tiempo estabilizar Bagdad

Antonio Caño

El presidente estadounidense, George W. Bush, aseguró ayer que Irán está introduciendo en Irak armas con las que se ataca a los soldados norteamericanos, y advirtió que, no importa si esa actividad está o no ordenada por las autoridades iraníes, Estados Unidos hará "lo que sea necesario" para ponerle fin. Sin precisar los medios a utilizar, Bush añadió que, por el momento, no se contempla la vía del diálogo con Irán.

Después de semanas de una escalada verbal que hace temer sobre el riesgo de una guerra, Bush aprovechó una conferencia de prensa celebrada en la Casa Blanca -la primera en dos meses- para confirmar el delicado momento de tensión que EE UU vive con el régimen islámico, al que acusa de contribuir a la violencia en Irak.

"Sabemos que las brigadas Qods [los Guardianes de la Revolución iraní] están introduciendo armas y dispositivos explosivos en Irak, sabemos que esas brigadas son parte del Gobierno iraní", dijo Bush. "No sé", añadió, "si [el presidente iraní Mahmud] Ahmadineyad lo ordenó personalmente, no sé quién descolgó el teléfono para ordenar el envío de esas armas. Pero eso no es lo más importante. Lo importante es que con esas armas están atacando a nuestras tropas y tenemos que responder".

Un periodista preguntó al presidente si la información sobre esas actividades iraníes procedía de las mismas fuentes que habían garantizado la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, y si todo esto no era más que otra maniobra para justificar una guerra con Irán. El presidente contestó que eso era "una idea descabellada" y reiteró el argumento anterior.

"Alguien en Irán, unas brigadas que son parte del Gobierno, está enviando aparatos explosivos a Irak", insistió Bush, "y nosotros debemos de hacer algo para proteger a nuestras tropas. Voy a hacer algo, es mi obligación".

El presidente no aludió en ningún momento a la posibilidad de emprender acciones militares contra Irán, pero dijo que, por el momento, no hay espacio para el diálogo. "Si yo pensara", dijo, "que pudiera tener éxito en conversaciones con Irán, me sentaría y hablaría. Pero no contemplo ninguna posibilidad de éxito".

La larga conferencia de prensa estuvo casi en su totalidad consagrada a Irak, en un momento en que la Cámara de Representantes está discutiendo una resolución no vinculante que critica el incremento de 21.500 soldados en Irak y la estrategia de la Casa Blanca en la guerra. Es probable, de hecho, que una cosa responda a la otra.

Bush declaró que acepta "que el Congreso quiera expresar su punto de vista" sobre la guerra -"no son menos patriotas que yo por no respaldar mi plan", dijo-, pero añadió que confía en que esa resolución no impida el compromiso de todos con las Fuerzas Armadas y no se congelen los fondos para las tropas en Irak.

La resolución de la Cámara de Representantes debería de ser votada mañana y, aparentemente, cuenta con el respaldo suficiente para su aprobación. Una resolución similar no pudo ser sometida a votación la pasada semana en el Senado por la actitud obstruccionista del Partido Republicano. El Partido Demócrata tiene mayoría en ambas cámaras, pero necesitaba contar con 10 senadores republicanos para llevar la resolución a votación. Todavía se negocia en una fórmula de compromiso en la Cámara Alta.

Bush es consciente del serio desafío que representa la oposición del Congreso en plena guerra, y por eso compareció ayer ante los periodistas para pedir de nuevo que se le conceda una oportunidad a su último plan. Bush dijo que había hablado con el nuevo jefe militar en Irak, general David Petraeus, y que éste estaba confiado en que, ahora sí, las fuerzas norteamericanas, actuando conjuntamente con un reformado Ejército iraquí, serán capaces de estabilizar la situación en Bagdad. Añadió que ello "va a llevar tiempo y va a seguir habiendo violencia", pero la retirada "tendría consecuencias desastrosas para los ciudadanos norteamericanos".

Al mismo tiempo, como viene haciendo últimamente, Bush rebajó el significado de un "éxito" en Irak. "La victoria en Irak no va a ser como la victoria en la II Guerra Mundial. Un éxito en Irak sería conseguir que esa sociedad viva en un estado de relativa paz".

George W. Bush escucha la pregunta de un periodista durante la conferencia de prensa de ayer en la Casa Blanca.
George W. Bush escucha la pregunta de un periodista durante la conferencia de prensa de ayer en la Casa Blanca.AP

Cheney no testificará

La defensa de Irving Lewis Scooter Libby anunció ayer que ha desistido de pedir la comparecencia para testificar en el juicio por perjurio que se sigue contra su cliente del que fuera su jefe en la Casa Blanca, el vicepresidente Dick Cheney.

El abogado, Theodore Wells, dijo al juez que había aconsejado a Libby que no declarara en el juicio, y anunció también que había avisado al abogado de Cheney de que no llamaría a declarar al vicepresidente, tal como estaba previsto que ocurriera hoy. En las próximas semanas el caso pasará a la consideración del jurado.

Libby, asesor del vicepresidente Cheney, fue acusado de haber filtrado a la prensa la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame, en 2003, como forma de venganza hacia su marido Joseph Wilson, quien acusó al presidente Bush de haber manipulado información de inteligencia para justificar la guerra de Irak.

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