Bombas en el aniversario del asesinato de Hariri

Hoy hace dos años que el ex primer ministro libanés Rafik Hariri era víctima, junto a otros 22 ciudadanos, de un coche bomba en Beirut. Un atentado que destapó los fantasmas de una nueva guerra civil en un país fragmentado y cansado de ser el marco del juego de intereses entre las potencias regionales. Dos años después, otro atentado amenaza con salpicar los actos de recuerdo a Hariri y con iniciar una nueva espiral de enfrentamientos internos.

"Todo sigue igual. Las bombas no van a cambiar ni un ápice el programa de actos", decían ayer desde la comisión organizadora de la jornada en memoria de Hariri. Pese al atentado y al aumento de la tensión, las previsiones indican una importante asistencia en una plaza céntrica de Beirut para recordar el 14 de febrero de 2005.

La organización ha alquilado decenas de autobuses, muchos de ellos cristianos de la zona de Bikfaya. Ayer, mientras se extendía el temor ante la influencia de las explosiones en los actos de hoy, los responsables del Ejército y la policía se reunieron con el ministro del Interior, Hassan al Saba.

El poderoso diputado Saad Hariri -hijo del ex primer ministro asesinado- lanzó un llamamiento a los ciudadanos para que llenen el centro de Beirut. "El atentado es un cobarde ataque terrorista que pretende interrumpir las ceremoniosas en memoria de mi padre. Nuestra respuesta ha de ser pacífica y multitudinaria", aseguró.

Ante el temor a un nuevo brote de violencia, el ex presidente libanés Amin Gemayel lanzó un mensaje moderado con un final reivindicativo: "Las víctimas, independientemente de si pertenecen al 14 de marzo (antisirias) como al 8 de marzo (chiíes y demás fuerzas anti-Gobierno), son libanesas. El único modo de superar esta tragedia es la creación del Tribunal Internacional que juzgue el asesinato de Hariri". Efectivamente, esta última será una de las peticiones más escuchadas en Beirut: el escenario hoy de una nueva prueba de fuego para la inestable escena libanesa.