Un experimento para un pulso de luz y lo reproduce en otro lugar
En una especie de juego de manos cuántico, unos físicos de Harvard (EE UU) han mostrado que pueden no sólo parar completamente un pulso de luz sino también resucitarlo en una localización diferente y hacer que continúe su camino. Esa habilidad de parar, almacenar, mover y emitir luz podría aplicarse en futuros ordenadores para procesar información codificada en los pulsos de luz. El experimento, dirigido por Lene Vestergaard Hau, se describe en la revista Nature.
En 1999, Hau y su equipo lograron frenar la luz hasta unos 60 kilómetros por hora, haciéndola pasar por una nube ultrafría de átomos de sodio convertidos en una entidad cuántica única llamada condensado Bose-Einstein. En 2001, los físicos lograron detener completamente la luz.
En su último logro, Hau lleva el pulso a una segunda nube de condensado Bose-Einstein y regenera la luz allí. En el experimento, cuando el pulso inicial entra en la primera nube, la colisión hace que entre 50.000 y 100.000 átomos de sodio giren sobre sí mismos y el grupo avanza a una velocidad de unos 1,5 kilómetros por hora. Hau lo describe como una "metacopia" del pulso de luz, aunque es de átomos de sodio. El grupo sale de la primera nube, viaja unas dos décimas de milímetro y entra en una segunda nube Bose-Einstein; cuando se enciende un láser en ella, el grupo de átomos se transforma en un pulso idéntico al original.
Esta transformación puede ser una vía para almacenar información y para hacer cálculos en futuros ordenadores cuánticos.
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