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La lucha contra el terrorismo crispa las relaciones entre países magrebíes

Cuando en agosto de 1994 terroristas de origen argelino dieron muerte, en el hotel Atlas Asni de Marraquech, a dos turistas españoles, Rabat reaccionó imponiendo el visado a los ciudadanos de Argelia y este país cerró su frontera terrestre con Marruecos.

Tres años después, los golpes asestados por los terroristas, como los enfrentamientos armados en la periferia de Túnez de principios de año, siguen provocando reacciones similares por parte de los países magrebíes más preocupados por protegerse que por cerrar filas con el vecino para hacer frente a la amenaza común.

A finales de enero, Libia anunció su intención de imponer el trámite del visado para todos los países magrebíes, los únicos que se libraban de él. La medida se enmarca en la lucha contra el terrorismo y la emigración clandestina.

La respuesta de Argelia no se hizo esperar. Su ministro de Interior, Nuredin Zerhouni, advirtió de las "consecuencias nefastas" de la decisión de Trípoli. Su homólogo libio, Abderramán Chalgham, le replicó recordándole que Argelia tiene cerrada su frontera con Marruecos desde hace 13 años.

Como parte del comando islamista que se infiltró en los suburbios de Túnez procedía de Argelia y había sido entrenado por la rama argelina de Al Qaeda, las autoridades tunecinas llegaron a prohibir a los argelinos de menos de 30 años entrar en su país por vía terrestre.

El consulado tunecino en Tebessa, una localidad argelina cercana a la frontera tunecina, confirmó el veto a la prensa de Argel. En esta capital se armó tal barullo que Túnez se vio obligado a desmentirlo y dio marcha atrás.

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Sin colaboración policial

Las malas relaciones entre regímenes repercuten sobre sus fuerzas policiales y servicios secretos que colaboran poco. "Como les resulta más fácil dar información a los europeos que comunicársela entre ellos, es frecuente que seamos nosotros los que actuemos como correos entre los servicios del Magreb", afirma un policía europeo experto en terrorismo.

Ni siquiera los servicios de un mismo país comparten la información de que disponen. Para subsanar este problema, el rey Mohamed VI se dispone a nombrar a Yasin Mansuri, actual jefe de la inteligencia exterior, como coordinador nacional de la seguridad.

A diferencia de los servicios secretos o policiales, los terroristas sí hacen piña. El Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC), el más activo en la zona, cambió su nombre, en enero, por el de Al Qaeda del Magreb con el propósito de federar a las bandas radicales de Marruecos o Túnez.

El GSPC ha mantenido abiertos en la franja norte de Malí, colindante con Argelia, campamentos móviles que permanecían abiertos entre tres días y una semana, en los que entrenó a tunecinos, libios, marroquíes, senegaleses y nigerianos, según reveló ayer el Financial Times. El diario británico citó fuentes del Mando de Estados Unidos en Europa cuyas competencias se extienden hasta África.

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