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El 11-M llega a juicio | 04

Buscando la mano de ETA hasta el final

La investigación ha desmontado todos los intentos del PP y sus apoyos de ligar la banda al 11-M

Jorge A. Rodríguez

La investigación no ha hallado a día de hoy dato alguno que vincule el atentado del 11-M con ETA. El PP intentó hallarlo a toda costa desde el día de los atentados, cuando encargó informes para vincular a etarras e islamistas, y aún sigue. Miles de folios y centenares de policías lo descartan.

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Dos días después del ataque a los trenes de Madrid, cuando la hipótesis de que ETA había perpetrado el 11-M se disolvía en el cúmulo de datos de la investigación que apuntaban hacia el islamismo radical, el secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Astarloa (PP), buscaba desde su despacho, lejos de las vías del tren, cualquier dato que permitiese mantener la tesis etarra. El 13 de marzo de 2004, sábado, víspera de las elecciones generales, Astarloa encargó a la Dirección General de Instituciones Penitenciarias un informe sobre relaciones entre presos islamistas y de ETA para intentar mantener viva una versión que, a esas horas, el Gobierno creía que le beneficiaba electoralmente. Hoy, casi dos años después, el PP y quienes le apoyan siguen buscando a ETA en el 11-M, pese a que todas las investigaciones de policía, Guardia Civil y CNI lo han descartado, los servicios secretos de todo el mundo no dudan de la plena autoría islamista y hasta el juez Baltasar Garzón ha puesto "la mano en el fuego" de que ETA no tuvo nada que ver.

El informe que recibió Astarloa, tras tener a varios funcionarios revisando papeles durante todo el fin de semana, fue raquítico. En Instituciones Penitenciarias no había demasiada información de presos islamistas porque, durante los años de gobierno del PP, las conversaciones de los reclusos se grababan, se guardaban, nadie las escuchaba y se acababan destruyendo. No había traductores de árabe para esos menesteres. Astarloa, tiempo después, ya en la oposición, aseguró que nadie se los había pedido.

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El documento apenas recogía seis contactos entre presos etarras e islamistas y no aportaban dato alguno sobre el 11-M. Lo más importante que se halló fue una carta que recibió al día siguiente de los ataques contra EE UU del 11 de septiembre de 2001 el pistolero etarra José Luis Urrusolo Sistiaga. En ella, un ex compañero de prisión llamado Ismael Targú aseguraba estar preparando la operación Sable Samurai y decía: "Vamos a hacer esa operación y os lo demostraré". A continuación, añadía: "Esperemos que una hipotética colaboración entre grupos islamistas y ETA no incluya el préstamo de un terrorista suicida".

Pero el PP, que permaneció en el poder hasta el 16 de mayo de 2004, siguió buscando sin conseguir nada. Cuando ya estaba en la oposición, filtró el informe de las relaciones carcelarias para empezar a levantar la montaña de sospechas sobre la presencia etarra en el 11-M. Desde entonces, el PP ha intentado extender las dudas sobre la participación de ETA utilizando otros episodios relacionados con el atentado.

El juez Juan del Olmo intentó zanjar la cuestión encargando un informe sobre las posibles relaciones entre ETA e islamistas. El documento, titulado Informe sobre hipotéticos vínculos entre islamistas y ETA, de más de 400 páginas, fue entregado en febrero de 2006. La conclusión era clara: no hay un solo dato objetivo que permita vincular el 11-M con ETA. Para entonces, los documentos estudiados en la Comisión de Investigación del Congreso también habían apuntalado la inexistencia de la conexión etarra y los investigadores tenían en su poder hasta cuatro reivindicaciones del atentado, que ya se ha probado que fueron elaboradas (en papel y en vídeo) por los autores de la matanza. Además, el propio Osama Bin Laden había calificado de "benditos" los ataques a los trenes de Madrid.

La afirmación del informe incluido en el sumario, basada en la revisión de decenas de investigaciones sobre la banda terrorista vasca, venía reforzada por el hecho de que el 12 de marzo, un comunicante anónimo que hablaba en nombre de ETA aseguró al diario Gara y a la televisión pública vasca: "La organización ETA no tiene ninguna responsabilidad sobre los atentados". La voz fue reconocida como la del hombre que el 18 de febrero de 2004 había anunciado la tregua de la banda en Cataluña mediante un vídeo.

Es decir, que los islamistas insistían en decir "hemos sido nosotros" mientras ETA (que, según acuñó Jaime Mayor Oreja, ex ministro de Interior, "mata pero no miente") se desvinculaba del atentado una y otra vez. Fueron la propia policía y el juez Garzón quienes pusieron a disposición de los teóricos de la conspiración la última vinculación conocida. La mano derecha de Allekema Lamari (suicida de Leganés), Abdelkrim Bensmail, encarcelado desde 1997, tenía en su celda una nota manuscrita con la dirección del etarra de origen argelino Henri Parot, preso desde 1991. El papel, visto en octubre de 2004, se lo comió Bensmail y sólo se conserva una fotocopia.

El hecho de que se haya comprobado la inexistencia de correspondencia entre ambos, el que la tuvieran intervenida y que estuvieran en prisión antes, durante y después del atentado no arredró a los conspiranoicos. Éstos, en las manifestaciones que celebran los días 11 de cada mes, no dudan en asegurar que ETA, el PSOE, el GAL, los islamistas y varios servicios secretos extranjeros, apoyados por una vasta red de policías y guardias civiles, habían montado el atentado para echar al PP del poder, sin que nadie del Gobierno de Aznar tuviera ni la más mínima intuición. En el delirio, incluso han puesto por escrito que los suicidas de Leganés no fueron tales, y que sus cadáveres intactos fueron llevados al piso congelados para dinamitarlos y crear una pista falsa.

La defensa de Jamal Zougam, en coincidencia en algunos postulados con la acusación ejercida por la Asociación Víctimas del Terrorismo, ha logrado que el tribunal llame a declarar a Henri Parot y también a Irkus Badillo y Gorka Vidal, los etarras detenidos en Cañaveras el 29 de febrero de 2004, cuando se dirigían a Madrid con una furgoneta bomba mientras Jamal Ahmidan, el Chino, y los suyos recogían Goma 2 ECO en una mina asturiana.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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