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La precampaña del 27-M

El PP y el PSOE se juegan una decena de capitales y cinco autonomías

Las elecciones municipales nunca han servido en España para pronosticar los resultados de las generales, pero sí para generar un clima de entusiasmo o decepción en los partidos. Por eso, y porque el clima de división ha llegado a tal nivel que tal vez sólo los ciudadanos con su voto puedan resolver la disputa eterna, el PSOE y el PP esperan con ansiedad los comicios autonómicos y municipales del 27 de mayo.

Los socialistas quieren que se les mida por el número total de votos y por las nuevas comunidades y ayuntamientos en los que gane
El PP da por seguro que conservará todo su poder autonómico, con dudas en Navarra, y aspira a ganar en municipios clásicos socialistas
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Los españoles decidirán en las urnas la composición de los ayuntamientos y de 13 Gobiernos autónomos, todos menos Cataluña, Andalucía, Galicia y País Vasco. La expectación se centra fundamentalmente en algunas comunidades -cinco- y ciudades -una decena- clave, y en un dato: el número total de votos. Las municipales son los comicios más igualados. En 1999, el PP logró ganar al PSOE sólo por 42.000 votos, y en 2003, las últimas, fueron los socialistas quienes superaron al PP por 130.000.

El PSOE anuncia en público tres objetivos; obtener más votos, más comunidades autónomas y más ayuntamientos que el PP. Los populares, por su parte, comparten todos los objetivos aunque reconocen el temor por perder Navarra y aspiran a ganar alguna ciudad emblemática del PSOE. En cualquier caso, sólo en los cuarteles generales de los partidos ven estas elecciones como la antesala de las generales, como la primera batalla de una larga y dura guerra que enfrentará a José Luis Rodríguez Zapatero y a Mariano Rajoy. A los candidatos locales no les interesa en absoluto esa deriva, ya que quieren pelear en terreno propio y no en la política nacional.

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Al margen de la pugna simbólica por ganar en número de votos, la batalla más relevante del 27-M, porque se mueve mucho más poder y presupuesto, será la autonómica. Cualquier cambio de manos supondría una gran victoria o una sonada derrota para el partido que lo protagonice. La clave parece estar en cinco comunidades: Madrid (PP), Baleares (PP), Castilla-La Mancha (PSOE), Navarra (UPN) y Canarias (CC).

El combate clásico y siempre fundamental es Madrid. Los socialistas de Rafael Simancas ya le ganaron, con la ayuda de IU, a Esperanza Aguirre en 2003. La crisis de los tránsfugas Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez hizo que se repitieran las elecciones y esa vez Aguirre se llevó la mayoría absoluta por muy poco. Los socialistas creen que ahora, con más participación en sus feudos del sur, tienen el objetivo a mano, siempre que IU aguante con su porcentaje habitual. El PP cree que esas elucubraciones son imposibles y que su candidata Esperanza Aguirre volverá a gobernar.

En Baleares, sin embargo, el PP no lo tiene tan claro. Los escándalos de corrupción de Andratx pueden hacer mella en el presidente, Jaume Matas. Además, la mayoría absoluta es muy justa. Unas decenas de votos en Ibiza, donde el PP ha sufrido la polémica por un proyecto de autovía en medio de la isla, pueden dirimir el gobierno. Por eso el PSOE cree posible que su candidato, el ex presidente Francesc Antich, puede volver a gobernar y toda la dirección federal se va a volcar en el empeño.

Tanto en Castilla-La Mancha como en Extremadura, los socialistas pierden por primera vez a dos históricos: José Bono y Juan Carlos Rodríguez Ibarra. El PP tiene expectativas especialmente en la primera de estas comunidades, con María Dolores de Cospedal, ex consejera de la Comunidad de Madrid. Cospedal sube en las encuestas, aunque el PP admite que el PSOE no baja, al menos de momento. Los socialistas están tranquilos a pesar de que pueden perder algún escaño. El presidente castellano-manchego, José María Barreda, sin mantener las altas cotas de Bono, de momento asegura una victoria holgada.

En un caso similar se encuentra el sucesor del imbatible Juan Carlos Rodríguez Ibarra. El socialista Guillermo Fernández-Vara también mantiene un nivel de apoyo popular muy alto.

Subida de Nafarroa Bai

Una de las plazas más discutidas será Navarra. UPN, marca electoral del PP, teme perder la mayoría absoluta, sobre todo si se hunde CDN. Eso abriría el paso a un complejo pacto de nacionalistas y socialistas, ya que se espera una fuerte subida de Nafarroa Bai.

Los socialistas aspiran a acabar con la mayoría absoluta del PP en la Comunidad Valenciana, algo que los populares rechazan que pueda ocurrir, a pesar de sus peleas internas. Sí parece más factible el cambio en Canarias y que el nuevo presidente sea el socialista Juan Fernando López Aguilar.

Ni el PSOE ni el PP renuncian a otras comunidades (los socialistas ven posible el cambio en La Rioja y el PP habla con optimismo de Cantabria y Asturias), pero las distancias allí parecen mucho más difíciles de salvar. El PSOE no duda de las victorias de Vicente Álvarez Areces (Asturias) y de Marcelino Iglesias (Aragón). La reedición del pacto del regionalista Miguel Ángel Revilla en Cantabria con el PSOE de Dolores Gorostiaga es una hipótesis casi segura.

Mucho más difícil de pronosticar es la batalla municipal. El PP se está volcando en los municipios andaluces. El PSOE suspira por Granada y el PP alienta la esperanza de conseguir Sevilla. En el País Vasco, el PP da por perdida la ciudad de Vitoria en virtud de un pacto entre PSE y PNV, y el mismo cambio se daría en la diputación alavesa.

Los socialistas están especialmente convencidos de que Aina Calvo puede ser la próxima alcaldesa de Palma, Abel Caballero de Vigo, Soraya Rodríguez, en Valladolid, Patxi Lazcoz en Vitoria, y Etelvina Andreu en Alicante. Y en los últimos días, en el cuartel electoral del PSOE se añaden Huelva, Santa Cruz de Tenerife y Oviedo. Los populares aspiran a arrebatar al PSOE Zaragoza y Segovia. "Imposible", dicen en el PSOE. Carmen Alborch avanza en la ciudad de Valencia, pero no tanto como para inquietar al PP.

¿Y Madrid? Los socialistas aspiran a que Miguel Sebastián saque de sus casas a los abstencionistas, que lo son por miles en la ciudad y situados en el espectro de la izquierda. En el PP no hay duda de que el actual alcalde Alberto Ruiz-Gallardón ganará "por incomparecencia del rival".

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