El futuro de Europa

Sigo y leo con atención todos los artículos de opinión que se refieren a la construcción europea y tengo que confesar que los sentimientos que me despiertan la mayoría de ellos son de preocupación, de pesimismo, de déjà vu. Todo menos de confianza en el futuro de nuestra Unión Europea. Por ello, cuando he leído el artículo del profesor Torreblanca en EL PAÍS del 22 de enero, he sentido como si una brecha de luz se abriera dentro de este túnel en el que parece que nos hallamos.

Este fabuloso invento que ha sido y que sigue siendo la Unión Europea necesita que le demos más y mejores herramientas. Somos más grandes, podemos ser más competitivos, tenemos un mayor mercado donde colocar nuestros productos para que estos nuevos ciudadanos vivan mejor. Pero para ello, esta locomotora que es la Unión necesita más carburante, necesita avanzar más rápido, y ahí tenemos a nuestros gobiernos que, como en la fábula de Los dos conejos de Iriarte, están discutiendo si son galgos o son podencos.

A nuestros jefes de Estado y de Gobierno debemos pedirles que tengan más confianza entre ellos y en los ciudadanos europeos. Asimismo, que sean más generosos, cediendo mayor soberanía hacia arriba, para poder solucionar los crecientes problemas comunes a los que nos enfrentamos día a día. Nuestros padres fundadores tuvieron una idea genial -que debieron patentar-. Profesor Torreblanca, lleva usted razón, la integración europea ha demostrado ser una buena receta para Europa y lo puede ser también para el mundo globalizado. Si nuestros líderes están -como usted dice- fatigados. La palabra clave es "solidaridad". Solidaridad hacia adentro y hacia fuera de la Unión. Un compromiso con la Europa de los ciudadanos, la Europa política, y una Europa más eficaz, transparente y democrática. Esta Europa que está reflejada en el Tratado Constitucional. ¿Qué Europa quieren los otros miembros, los que no han refrendado todavía la Constitución? Los que sí lo han hecho dicen estar dispuestos a discutir y abrir negociaciones con todos, en el objetivo de encontrar un acuerdo que nos permita seguir avanzando juntos.

Creo que no es ni optimista ni voluntarista afirmar que algo se mueve y mis sentimientos han cambiado de signo. Hay esperanza. Gracias y, por favor, siga con sus opiniones sobre el futuro de Europa, a ver si conseguimos avivar el debate, y afianzar así la integración europea.