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Reportaje:

Principado de Utrera por un día

El Ayuntamiento utrerano nombra al Príncipe de Asturias Hijo Adoptivo de la ciudad

Una marea de paraguas se agolpó ayer frente a las puertas del Ayuntamiento de Utrera. Ni el frío ni el agua ni el viento pudieron con los utreranos, que gritaban incansables el nombre del Príncipe de Asturias mientras aguardaban su llegada para ser nombrado Hijo Adoptivo de la localidad sevillana.

Los balcones del pueblo, como había pedido el alcalde días antes en un bando, estaban engalanados y por todas partes ondeaba la bandera española. Muchos vecinos llevaban hasta tres horas esperando, pero nadie se quejaba. "Esto es como una fiesta", decían unas señoras que retaban al frío termo en mano entre gritos de "¡Fe-li-pe!". A su alrededor, en efecto, ambiente de júbilo y decenas de teléfonos móviles y cámaras fotográficas preparadas para retratar el momento.

"¡Increíble! ¿Esto es siempre así?", preguntaba una periodista alemana

La primera en llegar no era la persona esperada. La duquesa de Alba aparecía del brazo de Carmen Tello. Sonriente, despacito, se acercó a la primera fila y dejó que las mujeres más atrevidas la llenaran de besos y piropos antes de entrar al ayuntamiento.

Poco después, a las 12 del mediodía, apareció el Príncipe de Asturias. Se apeó del vehículo oficial en la plaza del Altozano, cuyos balcones albergaban a decenas de personas que coreaban su nombre mientras era recibido por el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves (PSOE), y el alcalde de Utrera, Francisco Jiménez (PA), además de la comitiva municipal.

Sin abrigo y sin resguardarse de la lluvia, don Felipe recorrió la calle de la Cuadra hasta el ayuntamiento y respondió a las muestras de cariño estrechando manos a lo largo y ancho del camino. "¡Pero mira qué guapo es!", exclamaba una mujer mientras otra añadía: "Y nada soso, mejor que en la tele".

Don Felipe entró en el ayuntamiento y reapareció en el balcón para volver a saludar. Las pancartas se veían por todas partes y los gritos de bienvenida resonaban en los oídos. "¡Increíble! ¡Es una locura! ¿Esto es siempre así?", preguntaba sin ocultar su asombro una periodista alemana que había acudido para "hacer un reportaje sobre príncipes europeos herederos al trono".

En el interior de la casa consistorial, más saludos, protocolo y la orden del día. Don Felipe recibió la Medalla de Oro de Utrera y fue nombrado Hijo Adoptivo de la ciudad -igual que su padre en 1968, cuando era también Príncipe de Asturias-.

Don Felipe agradeció el "honor" y alabó la localidad sevillana, "una de las grandes ciudades de La Campiña". En su discurso destacó también la historia de Utrera, así como su arte y cultura. Mientras el Príncipe ensalzaba el aceite de oliva y la aceituna gordal, los congregados en las abarrotadas calles le preparaban otras sugerencias: "¡Que pruebe los mostachones, las lenguas de nata y las bizcotelas!", recomendaba una mujer mientras su compañera esperaba la salida del heredero para entregarle dos vestidos para la Infanta Leonor. Asegura que anoche se acostó tarde para terminarlos y que, cuando nazca la otra niña, irá a Madrid a llevarle más. "Voy a vestir a las dos niñas igual", asegura con ojos brillantes por la emoción.Los presentes lamentaban la ausencia de doña Letizia, pero la entendían. "En su estado es normal que no pueda venir", aseguraban refiriéndose a su embarazo.

Tras el acto en el ayuntamiento, el heredero se trasladó al Convento de los Mínimos. El motivo de la visita era la inauguración de una exposición conmemorativa del quinto centenario de la llegada de la imagen de la Virgen de Consolación, a la sazón patrona de Utrera. Por este motivo, el Papa Benedicto XVI ha declarado 2007 año Jubilar. El cardenal de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, esperaba para recibir al Príncipe y mostraba su alegría. "Es una delicadeza por su parte", decía. "Los utreranos quieren a la Virgen de Consolación y no van a olvidar que su alteza venga a verla". El vicario episcopal sonreía ante los gritos de la gente y deseaba "que no pasen tanto frío como nosotros, que nos han quitado los abrigos por protocolo".

Allí estaba el historiador Julio Mayo, asesor de la exposición y el encargado de guiar a don Felipe por los 500 años que recoge la muestra, en un recorrido virtual desde la llegada de la imagen a la ciudad. "A don Felipe le ha impresionado la recreación del primer milagro de la Virgen", aseguró. Y explicó cómo la Virgen obró el milagro sobre una lámpara de aceite para que ésta permaneciese encendida sin combustible. "El Príncipe ha estado muy cortés", dijo Mayo, "le interesaba mucho saber si la presencia de la Virgen de Consolación en Hispanoamérica era grande".

Tras la inauguración, el último acto: la visita al Santuario de la Virgen. El cardenal destacó el "esfuerzo de la Casa Real por estar cerca del Pueblo" y terminó pidiendo la bendición de la Virgen para el heredero y su familia. Una guitarra rasgona se arrancó dentro del policromado templo. Un piano se unió y junto a un cantante local dedicaron una Salve a la Virgen, compuesta con versos de los hermanos Álvarez Quintero, nacidos en Utrera.

A la salida del templo, el Príncipe volvió a dedicar su atención a los vecinos que le aclamaban "encantados con la visita". El patio estaba lleno de gente arremolinada para tocar, o al menos ver de cerca, a don Felipe. "Mamá, que me aplastas", exclamaba un muchacho y su madre contestaba: "Niño, ¡échate para allá que no le veo!". Otro chico intentaba mantener el orden: "¡A ver, los de atrás, que la valla ésta se mueve y nos vamos a caer!".

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