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20 narcos gallegos están en la lista negra de fugitivos

Una parte huyó antes de cumplir condena y los otros lograron eludir redadas policiales

Poner pies en polvorosa antes de saber cuántos años pasarán en la cárcel es la maniobra más utilizada por los narcotraficantes. Una práctica que trae en jaque a fiscales y jueces, que en una estricta aplicación de la leyes se ven impotentes para evitarlo. La opción de ser fugitivo antes que preso ha convertido a algunos narcos en expertos de la falsificación y el disfraz. Aunque no siempre les ha servido de escapatoria por mucho tiempo, una veintena de narcos gallegos figura en las listas pociales de los fugitivos más buscados.

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Entre los reclamados por la justicia se encuentra el vilagarciano Luis Jueguen Vilas, de 56 años, con un currículo fuera de lo normal como hombre de paja del famoso abogado de narcotraficantes y antiguo secretario de la Cámara de Comercio de Vilagarcía de Arousa Pablo Vioque Izquierdo. Después de pasar 9 meses en prisión, Jueguen Vilas consiguió pagar una fianza de 2,4 millones de euros para salir en libertad provisional como cómplice de Vioque en una operación de 2.000 kilogramos de cocaína, organizada en 1991, cuando ambos dirigían los destinos de la Cámara de Comercio y el narcotráfico comenzaba a despuntar en Galicia entre algunos de los antes eran simples contrabandistas de tabaco.

En junio de 2003, y antes de que el tribunal de la Sección Cuarta de la Audiencia Nacional hiciese pública la sentencia, Jueguen huyó para no cumplir una condena de 15 años. La policía cree que puede estar escapado en Argentina o Nicaragua, sede de algunos negocios madereros que había fundado Vioque para blanquear dinero de la organización.

Esta operación, por la que está reclamado Jueguen y por la que Vioque cumple condena de 18 años de prisión, se descubrió seis años después de aparecer un cargamento de cocaína fondeado en la ría de Cedeira. La droga fue hallada gracias al testimonio del arrepentido Manuel Vázquez Vázquez, Piturro, que se entregó arruinado, harto de huir y para vengarse de Vioque, que le debía su parte del alijo.

Pero Jueguen no fue el único en escapar. Un histórico contrabandista y también socio del omnipresente Vioque, Manuel Carballo Jueguen, hizo lo mismo. Escapó en 2001 con una condena a sus espaldas de 17 años de cárcel y se entregó en julio pasado, a punto de cumplir 70 años, lo que podría recortar su horizonte penitenciario.

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Otras 13 personas cumplen su pena como cómplices en esta operación de cocaína que en aquellos momentos sólo se hubieran atrevido a organizar personajes con la influencia y los contactos de Vioque. De hecho, el cartel colombiano de Cali, con el que se la jugó el abogado, acabó a tiros con el que entonces era el tesorero de la Cámara de Comercio de Vilagarcía, asesinato que presenció el propio Jueguen Vilas en un parque de Benavente (Zamora).

Otro de los fugitivos en esta misma operación es José Antonio Padín Viéitez, de Cambados, condenado a 10 años y en paradero desconocido desde finales de 1996, cuando salió de la cárcel con una fianza de tan sólo 3.000 euros. Padín, con amplia experiencia en transportes de droga, había sido detenido en otras operaciones.

Desde 2001 también está fugado José María Abal Domínguez, implicado en varios cargamentos de cocaína, al igual que José Ramón Bugallo Martínez, ambos de Cambados. Bugallo, apodado Mon, tiene dos reclamaciones abiertas por tráfico de estupefacientes y cuenta con un amplio historial en el narcotráfico. Es primo de José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, actualmente en prisión, y formó parte de su compañía, primero en el contrabando de tabaco y después en el tráfico de drogas.

José Carlos Pombar Cameán, de A Pobra do Caramiñal, de 50 años, es otro de los pesos pesados del narcotráfico como transportista de droga. Está en la lista desde 2004, cuando Vigilancia Aduanera interceptó en medio del Atlántico el pesquero White Sands con tres toneladas de cocaína. Cameán organizó el transporte con un grupo de colombianos que enviaban cargamentos de droga desde Venezuela. La policía cree que sigue operando desde algún país del noroeste africano donde Pombar Cameán cuenta con buenos contactos para llevar a cabo sus operaciones.

Los cuerpos policiales especializados, la Udyco y Greco de Galicia, siguen la pista de otros narcotraficantes que lograron escapar a redadas antidroga, pero forman parte de investigaciones reservadas por motivos de seguridad.

"Algunos ni siquiera saben que son buscados y otros llevan tiempo escapados y en cualquier momento los podemos detener porque se confíen", comentó un portavoz policial. A instancia de las autoridades portuguesas también se ha decretado busca y captura contra narcotraficantes gallegos, la mayoría lancheros que han participado en desembarcos de droga en el país luso.

El pasado año, la policía se apuntó un gran tanto cuando logró detener al narcotraficante más escurridizo, Francisco Javier Martínez San Millán, Franki, después de batir el récord de permanencia como fugitivo. Aunque era de Valladolid, hizo buenas amistades con traficantes arousanos y dio sus primeros pasos con los Charlines. San Millán se dio a la fuga antes de conocer la condena de 17 años que le había impuesto el tribunal del caso Nécora. Llegó a ser un experto en el camuflaje, desde disfrazarse de monja hasta cambiar sus huellas dactilares mediante una compleja operación de cirugía.

Alumno aventajado de su jefe, el narcotraficante arousano Alfredo Cordero González, actualmente en prisión, Sanmillán logró levantar su propia organización en sociedad con traficanates colombianos a los que le transportaba los cargamentos de cocaína hasta las costas gallegas. Franki recibía a cambio sustanciosas comisiones por su colaboración. Vivía a cuerpo de rey cuando fue detenido en Denia (Alicante), donde la policía le intervino una finca de 12.000 metros cuadrados y, entre otros enseres, facturas de compra de joyas, alguna de ellas por valor de 100.000 euros. Vivía con identidad falsa y fingiendo ser un experto piloto de aviones.

En abril, la policía también dio con la pista de otro conocido fugitivo en Ourense. José Rodríguez Fabeiro tenía dos reclamaciones judiciales, una de ellas desde 1994 y otra de 2001 por asuntos de narcotráfico. Fue detenido en una ocasión, pero llevaba documentación falsa y quedó en libertad. Cuando cenaba en un restaurante fue arrestado. La policía le intervino hasta cuatro carnés de identidad diferentes.

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