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Reportaje:

Carrera de obstáculos

Educación rechaza un proyecto del AMPA para eliminar las barreras arquitectónicas que limitan las aulas y el acceso a los baños

Cuesta imaginar a un niño de 3 años, haciéndose pipi, cruzando una amplia cancha de deporte en diagonal para ir al baño con los pantalones casi bajados porque no aguanta más. Pero ocurre. Los 150 niños de las seis aulas de infantil de 3, 4 y 5 años situadas en la planta baja del colegio público Luis Braille del barrio de Marxalenes -una de las zonas de expansión inmobiliaria de Valencia capital donde la enseñanza concertada ha proliferado- tienen que vencer cada día el trayecto al aire libre de varias decenas de metros antes de poder usar los únicos WC comunes, que se encuentran justo en la parte opuesta de la planta baja. Y todo esto en una etapa educativa donde una parte muy importante del "temario" lectivo de infantil es conseguir que los niños aprendan a controlar sus esfínteres y a pedírselo a tiempo al tutor "porque ya no están en una guardería, ni deben llevar pañal". Esa es, precisamente, la primera instrucción que se le da a la madre o padre de un niño de infantil, nada más inicia el curso.

Con esta distribución espacial ahora cuesta menos de imaginar el episodio siguiente: las "frecuentes dificultades para salvar las barreras arquitectónicas" cuando se tiene que "subir manualmente a los alumnos de primaria con problemas motores temporales al primer y segundo piso", donde imparten sus clases el 65% de los otros 285 alumnos de primaria matriculados este curso, resume Javier, uno de los padres responsables del exhaustivo informe que el AMPA acaba de presentar "sin éxito" al director territorial de Educación de Valencia, Camilo Miró, en una reunión programada por la propia Administración.

Las dificultades motoras de cualquier alumno con una discapacidad física o psicomotriz temporal o crónica se convierten, pues, en un via crucis diario para los docentes que tienen que ayudar a subir a pulmón a cualquier un niño en edad preadolescente con "una pierna rota o un esguince" ocasionado jugando al fútbol o al baloncesto (algo tan frecuente) para poder asistir a clase o para llegar al aula de Informática, a la de Pedagogía o de Inglés, que están en la primera planta.

Las barreras y limitaciones de espacio -propias de un colegio que fue pensado para sólo 16 aulas de la extinta EGB- alcanzan de lleno a los aularios de infantil de 3 años, que por otra parte fueron creados para un máximo de 17 alumnos y ahora albergan cada día a 26 niños.

El "reducido espacio" de estas aulas de 48,2 metros cuadrados tan sólo condicionadas por "dos gruesos pilares" hace que el desarrollo de la clase para niños de esa edad sea del todo "insuficiente", puntualiza Javier. "Si el trasiego del alumnado de primaria para acceder a muchas de las aulas y servicios, ya es difícil, en el caso del alumnado de infantil es un peligro, porque además tienen que cruzar el patio de recreo de mayores mientras éstos lo utilizan con la dificultad añadida para vigilarlos"

Además, como "en la actualidad somos deficitarios de aulas y se dan clases en el hall del colegio con los inconvenientes que supone", el proyecto de reforma elaborado por un padre que es arquitecto permitiría "ampliar los aularios y salas que se encuentran limitados por la vieja estructura" y, a la vez, ganar espacio, al proponer "el cerramiento de pequeñas terrazas o espacios abiertos que podrían usarse como gimnasio o sala multiusos, mientras se ven obligados a ocupar el hall para clases".

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El colegio, que abrió en septiembre de 1983, cumplirá sus bodas de plata el próximo curso con el mismo traje con el que se inauguró, ante la "negativa" del director territorial a presentar el proyecto arquitectónico, (con los planos de la reforma hechos gratis por uno de los padres) ante la Dirección General de Régimen Económico. La respuesta, segun coinciden los representantes del AMPA como la secretaria ejecutiva de FAPA-Valencia que los acompañó, fue además "de un desprecio por lo público" en un barrio donde "la concertación y las prebendas que favorecen a colegios privados vecinos, convierten al Luis Braille en un centro con matrícula de segunda y tercera opción".

Con todo la reforma del comedor y la cocina fue lo que más "alteró" al director territorial que se descolgó con una "reflexión general": "Poner fin a los menús compuestos por primero, segundo plato y postre" que considera "un retraso", mientras "en las sociedades avanzadas como China o Inglaterra, los niños se llevan un fiambrera de casa para comer en su pupitre, porque el servicio de comedor es caro y prescindible", remató Miró. Justo, cuando Tony Blair en el Reino Unido libra un batalla contra la "fiambrera y la mala alimentación", y China se propone imitar las medidas para consolidar un hábito y nutrición sanas en la escuela que impulsa el Gobierno.

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