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Columna
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Profundas reflexiones vascas

Un escalofrío recorre Euskal Herria. Arnaldo ha dicho que los batasunos tienen que llevar a cabo una reflexión, pues les desconcierta que ETA diga que sigue el alto el fuego permanente y que, aun así, puede poner bombas y demás tareas de liberación nacional. El anuncio ha dejado atónitos a los vascos, que creían haberlo visto todo. ¿Cómo será el espectáculo? ¿Atroz, sórdido, sanguinario?

Es que a nadie se le había ocurrido la escena turbadora de Arnaldo, Pernando, el Rufi, la batasunidad, los kaleborrókicos y demás reflexionando, meditando profundamente, pensando. ¡Pensando! El suceso puede ser estremecedor, las frentes chorreando sudor por el esfuerzo, las neuronas batasunas intentando activarse titánicas, aunque sea a pulso, los encefalogramas del País buscando inútilmente demostrar que allí, en lo hondo, se emiten señales de alguna actividad cerebral.

"Reflexión" no suele ser en Euskadi sinónimo de "meditar" o "pensar". Por lo común significa "envainársela"
En este país nuestro "reflexión profunda" significa hacer flexiones en el fondo de un zulo

Ante la imposibilidad de imaginar tal hecatombe, los exégetas de Batasuna han concluido que hay movida por ese lado y pronostican bronca interna. Los mentados batasunólogos son unos incautos y no han entendido de qué va esto, ni las peculiaridades de la lengua hachebita. Cuando Arnaldo dice que los suyos tienen que reflexionar, pues no todos entienden el rizo que ETA riza, no quiere decir que tengan que pensar sobre si vale el planteamiento "de la organización". Ni mucho menos: por definición es correcto. Significa que quienes dudan tienen que dejar de dudar y reconocer que la Biblia tiene la verdad. A eso llama "reflexión", una especie de proceso mental por el que el reflexionante ha de caer en la cuenta de su error al encontrar fallas en la idea de que puede haber alto el fuego mientras se dispara.

Lo anterior se ajusta estrictamente al uso que en esa parte se da al término "reflexión", palabra que se utiliza con inaudita profusión en el País Vasco nuestro de cada día. No suele ser sinónimo de "meditar", "pensar" y esas cosas del magín. Por lo común significa "envainársela". Revisemos algún ejemplo. En agosto, ETA emitió un comunicado amenazante, diciendo que "el proceso" estaba en crisis. ¿Interpretación de Batasuna? Pedir "a los partidos" "una profunda reflexión" sobre la crisis "para alcanzar compromisos firmes". ¿Les pedía que meditasen? No exactamente: que se rindieran, que cedieran todo. ¿Qué ha querido decir Batasuna tras el atentado de Barajas al pedir a todos "una reflexión profunda"? Ídem de ídem. ¿Y LAB cuando ha llamado a "una reflexión profunda y serena de lo acontecido en estos últimos meses en el denominado proceso de paz"? No parece que ninguno de los ejemplos se refiera a pensar -a no ser sobre la futilidad de los altos el fuego permanentes-, sino a otra cosa: que quienes se oponen a ETA se rindan ya y acabemos de una puñetera vez. Así, la reflexión profunda a la que llama Arnaldo irá por la vía de que todos acepten la revelación de ETA, no por la de que se discuta el oráculo.

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Y ésa es otra, lo de la reflexión profunda. En el País Vasco nos pasamos el día realizando o pidiendo reflexiones profundas. ¿No valen las superficiales, pensar como quien no quiere la cosa? Pues no, siempre nos gusta la profundidad en el arte de pensar. ¿Qué hizo el Gobierno vasco tras la salvajada de Barajas? Según aseguró su portavoz, rápidamente realizó "una profunda reflexión". Y tan profunda: llegó a la conclusión de que "lo sucedido requiere una profunda reflexión", a lo que siguió la consideración del lehendakari de que "quizá todos tendremos que hacer nuestra propia reflexión sobre cómo hemos gestionado el proceso de paz".

Alivia saber que en esta reflexión supragubernamental no se nos pide profundidad (a lo mejor se le olvidó), pero asombra que el Santo Grial para arreglar esto sean siempre las profundas reflexiones desde las que nos emplazaremos a reflexionar profundamente sobre nuestras reflexiones profundas. Parecemos un Pueblo formado por severos filósofos y pensadores de rostro adusto y grave. La República de Platón, en eso da este profundo Pueblo con identidad.

¿Es, pues, el nuestro un país reflexivo? Nadie lo diría, porque los acontecimientos que han condicionado nuestras vidas han consistido más bien en brutalidades, bombas, amenazas y extorsiones, y encontramos muy poco que se derive de la funesta manía de pensar, capacidad humana que, de existir entre nosotros, no ha tenido hasta la fecha consecuencias en nuestro paso por la historia, a no ser la reclamación de que reflexionemos. No cejamos. Llamamos a "reflexiones internas" "sobre el proceso vasco". Instamos a "reflexiones tranquilas" sobre el proceso. Puede leerse que hay que realizar "una reflexión profunda" para ahondar en "la existencia de un pueblo", "conviene que la sociedad vasca realice un ejercicio de reflexión profunda" para avanzar hacia la territorialidad.

¿Qué hizo Udalbiltza cuando se constituyó? Pues asegurar que iba ser un "marco de reflexión" para "la construcción nacional vasca". ¿Qué hacía Elkarri todo el rato? "Crear espacios de reflexión". ¿Cuál es la tarea histórica de su sucesora Lokarri? Recoger "reflexiones para la paz". ¡Si hasta envió el año pasado sus "reflexiones" "sobre el conflicto vasco" a la ONU, a las embajadas de España en la UE y al Gobierno de Estados Unidos! Los receptores estarán que aún no dan crédito. No sabrán dónde archivar el informe, si en "Raros", "Teólogos", "Ladrillos" o "Pueblos pintorescos".

Cuando en el País Vasco se llama a que reflexionen los propios es que éstos se afirmarán en sus convicciones y creerán más si cabe en lo que ya creían, eliminando dudas y matices. Y si se invita a reflexionar a los no nacionalistas, quiere decir que tienen que convencerse de que si siguen así les va a caer una de órdago y muy señor mío.

Aquí, reflexión profunda significa hacer flexiones en el fondo de un zulo.

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