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Reportaje:ESCAPADAS | Berantevilla | Fin de semana

Por castillos e iglesias románicas

Entre campos de cereal y remolacha, se adivina sobre una pequeña loma, en una tierra perdida al sur de Álava, la ermita de Santa María de Tobera. La iglesia, un modesto templo considerado referencia en el Románico alavés, destaca entre las de pueblos vecinos de toda la comarca por la sencilla riqueza de su decoración en capiteles y gárgolas. El viaje sirve también como oportunidad para acercarse a un conjunto de poblaciones de los alrededores de Berantevilla que guardan buena huella de la intensa vida que tuvieron hace siglos estas tierras.

Hoy, apenas quedan restos de los castillos y templos que jalonaron unas rutas imprescindibles en las relaciones entre Castilla y Navarra, cuando las comarcas del Sur de Álava se mantenían como uno de los referentes cristianos de la Península. Hay que emprender un recorrido exhaustivo por toda la zona para descubrir alguna de estas huellas medievales, como esa ermita de Santa María de Tobera que marca el inicio de la excursión.

Santa María de Tobera es un pequeño edificio que sigue en pie a duras penas

Tras tomar el desvío hacia Berantevilla y disfrutar de la casa de origen gótico que se encuentra en su calle principal y que ahora acoge un restaurante, comienza el paseo. El paisaje no deja de sorprender en este invierno cálido por su verdor: los campos de los pueblos de Santurde, Tobera, Taravero o San Martin Zar, todos en el primer valle que se visita, se ofrecen recién plantados, en contraste con la apariencia mortecina de los bosques y eriales cercanos. La agricultura ha rascado hasta el último metro cuadrado de tierra susceptible de ser labrada: no se siembra sólo donde es imposible.

Santurde cuenta con su correspondiente iglesia románica, con una portada sencilla, pero que ya adelanta al curioso que se halla en terreno fértil también para el arte. Decorada con motivos ornamentales, rústicos, cuenta con una espadaña recia que se reproducirá en la ermita motivo del viaje. Santa María de Tobera es un edificio de pequeñas dimensiones, que se conserva a duras penas en pie: se cayó la bóveda que cubría la nave y ya sólo queda el ábside y el prebiterio original, pero la visita merece la pena.

En su interior, en los capiteles que apoyan un arco de medio triunfo, se pueden apreciar figuras inconexas en los que aparecen personas y algunos animales, como una serpiente y un pez. Todo parece indicar que es la iconografía básica para explicar el Génesis y que quizás continuaba en otras zonas del templo hoy desaparecidas o en las pinturas del ábside, de las que la restauración de 1985 descubrió atractivos restos.

Ya en el exterior, se conservan siete canecillos, cinco de ellos con motivos iconográficos. Tres de ellos, de motivación obscena, han sufrido agresiones graves, quizá porque los que vinieron después no estuvieron a la altura mental de los artesanos que labraron a dos parejas copulando y un hombre mostrando su pene. A los primeros les arrancaron a cantazos las cabezas; al último, el miembro viril. En otro de los canecillos, se ha labrado una cabeza de serpiente o felino de la que sale una pierna humana.

Santa María de Tobera se erige solitaria, como el castillo de Portilla, la otra referencia de esta excursión por los alrededores de Berantevilla. Portilla se halla a tres kilómetros de esta localidad y su fortaleza fue clave en los enfrentamientos entre Navarra y Castilla. Hoy ya es una pura ruina, pero todavía mantiene el poder de evocación de cuando era una plaza fuerte imprescindible en la defensa de aquellas permeables fronteras.

Aunque las primeras referencias documentales se remontan al año 1040, las excavaciones arqueológicas han demostrado la ocupación de este lugar desde comienzos de la Edad del Hierro. Además, se han encontrado múltiples restos de época tardo-rromana (siglos III al V d.C.), tales como hojas de cuchillo, piezas de molinos de mano, cerámicas, etcétera.

En el siglo XIII, el castillo pasó a formar parte del reino castellano y, con el desplazamiento de su frontera hacia el Este, el lugar fue perdiendo importancia paulatinamente, hasta el punto de que sus habitantes abandonaron el lugar en el XIV.

Para terminar este paseo por la arquitectura medieval de la zona, no hay que dejar de visitar el castillo de Lanos, en la cercana localidad de Ocio, al otro lado del monte Txulato, al que se accede desde Zambrana. Llama la atención la esbelta silueta elevándose en lo alto del cerro que hace inaccesibles tres de los cuatro muros del fuerte, defendidos por sendos precipicios. En tiempos en los que la perspectiva ha perdido la dimensión humana, todavía sorprenden estas construcciones establecidas en lugares impensables aún hoy en día.

El molino de Peñacerrada

Cómo llegar: Berantevilla se encuentra a dos kilómetros de la N-124, que une Vitoria con Logroño. De aquí parten las carreteras comarcales por las que se accede a Santa María de Tobera y Portilla.

Alojamiento: El único alojamiento en todo el recorrido es el atractivo molino de Peñacerrada (945 367005). Otro agroturismo cercano, en Salinillas de Buradón: Casa Areta (945 337275).

Comer: Las ofertas de restaurantes sólo se encuentran en los dos extremos de la carretera. En Berantevilla, el asador Lola, en una cuidada casa de estructura gótica (945 337062). Y en Peñacerrada, está el restaurante San Prudencio (945 367043).

Actividades: Peñacerrada-Urizaharra ofrece una de las más bellas estampas de la montaña alavesa, sobre todo cuando el visitante accede al pueblo desde Vitoria en dirección al puerto de La Herrera. Entonces se aprecia la importancia estratégica del lugar, que conserva su vestigio más claro en el portal sur de la muralla, que conserva el portal de acceso flanqueado por dos corpulentos torreones y coronado por un matacán de defensa. No hay que dejar de visitar el molino, todavía en funcionamiento, que se mueve con el agua de un manantial subterráneo que surge a la puerta de la casa.

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