Exposición homenaje
Un recorrido por las principales etapas y materiales de la creación de Eduardo Chillida que abarca desde 1955 hasta 2002. De vocación pedagógica, la obra del artista vasco exhibida por la Fundación Canal de Madrid es una selección del Museo Chillida-Leku.
CHILLIDA. LENGUAJE NATURAL
Fundación Canal
Mateo Inurria 2, Madrid
Hasta el 18 de febrero
Con una pulcra selección de obras, extraídas del rico venero del Museo Chillida-Leku, y presentada con el esmero y los medios con que suele hacerlo la Fundación Canal, esta exposición de uno de los mejores escultores españoles del siglo XX no nos trae su ilustre nombre en vano. Está concebida ciertamente desde una perspectiva didáctica, mediante la cual el visitante tiene ante su mirada, de una manera sintética, los ejemplares más característicos de todas las etapas, materiales y técnicas del escultor vasco, emplazados en las salas con holgura y claridad, y acompañados por un rico material fotográfico, que permite acceder no sólo a los momentos más señalados de la vida del artista, sino a su importante obra monumental dispersa por todo el mundo, así como por un vídeo documental sobre toda su trayectoria. Por lo demás, es importante subrayar que se han reunido para la ocasión 60 obras, la mitad de las cuales son esculturas, acero, alabastro, piedra, tierra cocida, bien de tamaño natural o su reducción maquetada, y la otra mitad, dibujos grabados o collages. El arco cronológico abarcado se extiende desde 1955 hasta 1998, lo que supone un recorrido temporal completo de casi toda la rica aventura creadora de Chillida.
Siendo Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002) una figura artística sobradamente conocida y reconocida internacionalmente, no creo que se pueda añadir mucho más de los datos que acabamos de proporcionar sobre la presente convocatoria, salvo insistir en la representatividad de la obra seleccionada, en su lograda intención didáctica, y, sobre todo, en que procede de los ricos fondos de Chillida-Leku, lo cual, para quien todavía no haya girado una visita a este hermoso y singular museo del escultor en su tierra natal, constituye una apremiante invitación a hacerlo. Ahora bien, dicho lo dicho sin la menor restricción, cabe plantearse si, quizás, una obra tan relevante y próxima como la del escultor vasco puede ser abordada aquí y ahora sólo desde un discurso cerradamente pedagógico y apologético, útil seguramente para el gran público y pleno de encomiable calidez, pero, si se quiere, escasamente "vivificante". La explicación que se me ocurre para que esto haya sido así posiblemente se deba a que se ha hecho una traslación literal del discurso que vertebra Chillida-Leku, de absoluta validez allí, como corresponde al lugar-santuario de la memoria del artista, pero no tanto cuando se traspasa sus límites. Pienso, en definitiva, que se admira la obra de un gran artista cuando se ahonda en ella, se descubren nuevas perspectivas, se plantean enfoques y relaciones poco frecuentados, se acotan planteamientos o problemas de manera monográfica
..., cuando, en resumidas cuentas, más que homenajearla, se la revive.
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