El viejo rebelde
Y los médicos prescribieron hace cinco o seis años a Gregorio López Raimundo, el viejo dirigente del comunismo catalán, que cuenta ya 92 años, que no hable en público. A su salud no le convienen ni la fatiga ni las emociones excesivas. Si quiere acudir a algún acto político, debe hacerlo sólo como oyente. Así es como se le ha podido ver, en silla de ruedas, en momentos políticos señalados, como la toma de posesión en el Palau de la Generalitat de los gobiernos de izquierda en 2003 y 2006, por ejemplo. Pero López Raimundo hizo ayer una excepción y habló durante casi media hora ante unas 60 personas. En la sede del colegio de periodistas se presentaba un libro del que es protagonista destacado: Activitats comunistes clandestines, que lleva por subtítulo Sumari de la causa 555-iv-51 contra Gregorio López Raimundo i altres lluitadors antifranquistes.
Recopilado por el historiador Antoni Lardín Oliver, este libro contiene las declaraciones arrancadas por la Brigada Político Social (BPS) de la policía franquista a los 40 miembros del Partit Socialista Unificat (PSUC) detenidos en Barcelona en el verano de 1951, incluido el propio López Raimundo, que era el principal dirigente de la organización en el interior. Incluye también el acta del consejo de guerra a que fueron sometidos, la sentencia condenatoria y el posterior indulto, fruto de una campaña internacional sin precedentes.
La obra contiene la simple transcripción de las actas, con las mínimas e imprescindibles modificaciones para hacerlas legibles. Contiene también un prólogo de los historiadores Carme Molinero y Pere Ysàs, una introducción del recopilador para describir y enmarcar los hechos en el momento histórico, y una presentación a cargo del consejero de interior, Joan Saura. Si se lee, explicó Lardín, se puede tener una idea "bastante aproximada de cómo era y cómo actuaba el PSUC" en la década de 1950.
Presidido por Saura, el acto tomó el aire de un homenaje a los luchadores antifranquistas, personalizado en López Raimundo y sus antiguos compañeros de batallas, prisiones y exilios. "Éramos tan jóvenes, que aún duran unos cuantos", bromeó él. Pero los viejos políticos no dan puntada sin hilo, y si López Raimundo decidió rebelarse de nuevo, esta vez contra el médico, y discursear de nuevo en público no iba a ser sólo para saludar a sus camaradas Enric Pubill, Martí Bielsa, Maria Salvo y Ángel Rozas, compañeros de casi toda la vida, cárceles incluidas, que figuraban entre la audiencia. No iba a perder una ocasión como esa, con lo que ha costado recuperar las libertades. Para que España se consolide como una democracia abierta al progreso, proclamó, "es necesario que todos acepten, también la derecha, el carácter fascista de la sublevación de 1936". Recordó que eso es lo que ha sucedido en Alemania respecto al nazismo y afirmó que es lo que le corresponde hacer en España respecto a la dictadura franquista.
No contento con esto, López Raimundo, que está afiliado a la última escisión del PSUC, añadió a eso que el lema del movimiento alternativo, lo de que "otro mundo es posible", es también "el equivalente de los sueños que defendimos generaciones pasadas, incluida la mía".
El acto sirvió también para que Ysàs lanzara una advertencia acerca de las características y los objetivos del movimiento de revisión de la Guerra Civil emprendido por los herederos ideológicos de la dictadura. Concentrar toda la atención en los tres años de la Guerra Civil, explicó, puede llevar a olvidar que los sublevados en 1936 "tenían un proyecto de destrucción de la democracia" y pretendían la construcción de "un nuevo orden antiliberal, antidemocrático y antisocialista y que eso es lo que aplicaron luego durante los siguientes 35 años".
El libro que ayer se presentó explica, en la misma prosa policial de la Brigada Político Social que la feroz persecución de las organizaciones antifranquistas no pudo destruirlas del todo. Saura recordó que las detenciones de 1951 fueron las primeras desde que el PSUC decidió el "cambio táctico" que le proveyó de una adaptabilidad que a la larga sería una de sus principales virtudes.
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