_
_
_
_
Reportaje:

El milagroso rescate de Shawn en Misuri

La policía localiza a un niño que llevaba cuatro años secuestrado cuando buscaba a otro chico recién desaparecido

Yolanda Monge

Dos chicos desaparecidos en distintos tiempos y hallados a la vez. Uno contaba 11 años cuando fue robado al mundo en octubre de 2002: Shawn Hornbeck. Otro tiene 13, y fue secuestrado el pasado lunes: Ben Ownby. Shawn vivió la pesadilla durante más de cuatro años. Ben, cuatro días. La abducción de este último ha supuesto la liberación del primero y la detención del criminal, Michael Devlin, de 41 años. Los dos chicos estaban retenidos a muy pocos kilómetros de sus hogares.

Ben bajó del autobús del colegio el pasado lunes en la localidad rural de Beaufort (Misuri, EE UU), y nunca llegó a casa. Sólo existía una pista: un amigo vio una camioneta blanca desaparecer a gran velocidad del lugar de los hechos.

El pasado viernes, cuando dos policías se disponían a efectuar un registro en unos modestos apartamentos de Kirkwood, a las afueras de San Luís, observaron un vehículo que se acercaba bastante a la descripción.

Cuando los uniformados llamaron a la puerta del hogar de Devlin se encontraron al chico que buscaban, Ben. Lo que no esperaban era lo que vino a continuación. Shawn Hornbeck, que había abierto la puerta junto a su secuestrador con toda naturalidad, anunció su nombre y dijo llevar secuestrado desde octubre de 2002.

Se suele decir que la esperanza es lo último que se pierde. Y esa fue la frase que el sábado repetía una y otra vez Craig Akers, padrastro de Shawn. "Los milagros existen", declaró Akers. "Shawn es la prueba de ello". Rodeada de cámaras, la familia compareció ante la prensa para asegurar que su única motivación era dar esperanzas a las familias que sufren la desaparición de un hijo. "Recuerdo cuando me comunicaron la aparición con vida de Elizabeth Smart, que llevaba desaparecida cerca de un año", explicó el padrastro de Shawn. "Eso nos dio fe y esperanza, lo mismo que pretendo pasarle ahora yo a otros: esperanza".

El caso es extraño y está lleno de interrogantes que puede que nunca vean la luz. "Ahora no queremos saber qué le ha pasado, sólo queremos recuperar a nuestro hijo", declaró el señor Akers, quien confesó el impacto al encontrarse con su hijo, un niño de 11 años la última vez que le vio y que ahora tiene 15. A su lado, se sentaba su esposa, Pam. Sobre su hombro, Shawn reposaba su cabeza, a veces sonreía, a veces le comentaba algo al oído. Pero la mayor parte del tiempo mantuvo una presencia tranquila, sosegada, para muchos inexplicable tras la tragedia vivida.

Según la policía, Shawn no estuvo encerrado, ni tenía signos evidentes de malos tratos. Tampoco asistió a un colegio. Según los vecinos, salía y entraba de la casa cuando quería, tenía amigos que le visitaban. Al igual que el día que desapareció, montaba con regularidad su bicicleta.

Mario Emanuel, que vive en el apartamento de encima del secuestrador, recordaba ante las cámaras que hace pocas semanas, un enfurecido Devlin, gerente de una pizzería por el día y recepcionista en una funeraria algunas noches, llamó a la policía porque un vecino ocupaba su plaza de aparcamiento. Con toda la sangre fría del mundo, atendió a los agentes. Los vecinos recuerdan ahora cómo Shawn se introdujo en casa cuando llegó el coche de policía. Nadie pensó nada extraño. Todos creían que era su hijo.

Otro vecino, Tom Garner, describió al secuestrador al diario The Washington Post como "irritable", y contó que en su apartamento a veces se oía como si alguien estuviera golpeando las paredes, así como gimoteos. En una ocasión, Garner bajó al apartamento de Devlin para cuestionarle sobre los ruidos. Devlin y el chico abrieron la puerta y aseguraron que no sucedía nada malo.

Para la familia Akers, ayer se abría un nuevo capítulo. Hace casi cuatro años y medio abandonaron todo y pusieron cada centavo de sus ahorros en la búsqueda de su hijo y de otros niños desaparecidos. Los Akers aseguraban el sábado que jamás perdieron la esperanza de encontrar a su hijo.

Shawn Hornbeck es abrazado por su madre, Pam, delante de su padrastro.
Shawn Hornbeck es abrazado por su madre, Pam, delante de su padrastro.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_