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Más de cien años para lograr un desarrollo ordenado

Un estudio elaborado por el Instituto Nacional de Administración Pública trazó hace algunos años ciertos criterios sobre lo que debe ser un crecimiento ordenado. Según aquella publicación, un ayuntamiento difícilmente puede soportar un desarrollo superior a 15 viviendas por cada mil habitantes y año. Eso, cuando se trata de crecimientos "exógenos", por la implantación de nuevas industrias o el desarrollo turístico. De lo contrario, no deberían pasar de las ocho o diez viviendas. Este mismo año, el Ayuntamiento de Boqueixón -4.377 habitantes- presentó ante la Consellería de Política Territorial un Plan General de Ordenación Municipal que preveía la construcción de 7.600 viviendas. De acuerdo con los criterios aceptados por los urbanistas, necesitaría 101 años para ejecutarla.

"No decimos que no pueda existir una demanda de viviendas superior a los parámetros que recomienda el Instituto de Administración Pública, pero negamos que exista capacidad de acogida para esa nueva población", explica el director general de Urbanismo. "No se puede construir una ciudad de la noche a la mañana". En el caso de Boqueixón, la Consellería de Política Territorial denegó la aprobación definitiva del planeamiento por "inviable", lo que atribuyó entre otras cosas a su "generosa previsión de áreas de expansión en los núcleos rurales". Boqueixón iba a multiplicar por cinco su parque inmobiliario. No era el primer planeamiento que llegaba a la Xunta con semejante previsión de desarrollo demográfico e inmobiliario.

Crecer para mejorar

A partir de la aprobación de las Directrices de ordenación territorial, propuestas demográficas como la de Boqueixón serán suficientes para suspender un plan general. "El crecimiento en sí mismo no es necesariamente un valor", opina Lueje, que reivindica el desarrollo como "una decisión municipal bajo el principio de crecer para mejorar". "Se trata de entender que el crecimiento no es un fin en sí mismo, sino más bien un medio para aumentar el empleo, la cohesión social y la sostenibilidad ambiental".

El director general de Urbanismo adelanta que rechazará "los crecimientos desmesurados", por lo que el suelo que se incorpore al proceso de urbanización debe contar con dos principios generales. El primero, las demandas económicas y demográficas reales, con especial atención a la evolución demográfica de los años anteriores. Del otro, la capacidad de absorber el crecimiento por los órganos municipales que tienen que gestionar el proceso de producción de suelo, tanto público como privado, y por el medio natural que se va a desarrollar.

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