La huida de Natalia y Mariano
La Guardia Civil avisa de que no puede forzar el regreso de la pareja
Las familias de Natalia S. y Mariano R., la pareja de adolescentes que se fugó hace una semana de sus casas por las reticencias de sus padres a la relación amorosa iniciada el pasado verano, siguen sin tener noticia alguna del paradero de los chicos. La difusión de sus fotos, colgadas en todas las esquinas de los espacios públicos de la comarca coruñesa, así como la repercusión mediática de los llamamientos del padre de la joven en prensa, televisión y radio aún no dieron sus frutos. La Guardia Civil, a raíz de la denuncia del padre de Natalia, Eduardo Santos, puso en alerta a todas las fuerzas de seguridad para intentar localizar a la joven pareja. Son menores de edad pero tienen plena libertad de movimientos, como cualquier adulto, recuerdan desde el instituto armado. Su marcha es premeditada y voluntaria. Superan además con creces la mayoría de edad sexual, fijada en 12 años si hay consentimiento mutuo.
Si localizan a la pareja, las fuerzas de seguridad se limitarían a dar aviso a sus padres
Los dos adolescentes no cometieron ningún delito, por lo que no pueden ser detenidos, ni retenidos. Y aún menos obligarlos a regresar a los domicilios familiares. Si algún agente ve a la joven pareja, avisará a los padres, que tienen la tutela legal, para que vayan a recogerlos, explica un portavoz de la Guardia Civil. El protocolo policial de busca en este caso es distinto al que se activa cuando se trata de una desaparición involuntaria de una persona, menor o adulta.
Natalia se despidió de sus padres y su hermano de seis años en su casa de Cambre la tarde del pasado sábado para celebrar con unos amigos su 17º cumpleaños en el centro de A Coruña. Pero no acudió a la cita. Prefirio irse a Sada para reunirse con su novio, Mariano, de 16 años. Ella es paya y él de etnia gitana. Se conocieron en verano en una discoteca y se hicieron novios. Pero la relación nunca fue bien vista por sus respectivas familias, quienes nunca dudaron de que se trata de una fuga voluntaria, propia de una crisis de adolescentes.
El padre de la chica, un empleado en una empresa de seguridad de 36 años, movilizó toda la ayuda posible para tratar de dar con su hija. "Sólo quiero que vuelva, perdonar y hablar mucho", dice. Los dos jóvenes fueron vistos en Sada, se alojaron una noche en la casa de un conocido, un okupa que relató a la policía la intención de los huidos de irse hasta Vigo. Natalia, que ya se había fugado de casa unas horas hace un mes tras una riña familiar, fue reconocida en la estación de tren de Santiago, donde habría comprado dos billetes para A Coruña. Desde entonces no hay rastro de la pareja. Santos sigue pendiente del telefóno, atendiendo periodistas y llamadas de personas o agentes con indicios, de momento, infructuosos.
El padre, quien asegura que la familia de Mariano, que desea permanecer en el anonimato, también movilizó a la comunidad gitana en la busca, niega albergar cualquier sentimiento racista pero sí reconoce que "el primer amor" de su hija no le hacía "gracia". Y había crisis familiar en la casa aún en obras de Anceis, en Cambre, porque Natalia, desde que conoce a Mariano, "dejó de lado sus estudios y sus amigos de siempre".
"Intenté hacerle ver que pertenecen a culturas distintas y amenacé con castigarla y no dejar que viese más a su novio si continuaban las malas notas", admite Santos. Pero nada hacía presagiar la fuga, según el padre. Aunque agradece el despliegue mediático que suscitaron sus llamamientos, se declara indignado con algunos medios que hablan de una recreación contemporánea de Romeo y Julieta: "Sólo quieren carnaza. Tenemos otro hijo pequeño que hay que proteger. Sólo queremos que vuelva Natalia, que sepa que buscamos lo mejor para ella, que quizás me equivoqué al no aceptar su relación". Santos sigue esperando, pegado al telefóno.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.