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Columna
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Plan Pons en siete meses

La pregunta que se hace el personal es si la moratoria urbanística de la sandía que sostiene el conseller de Territorio, Esteban González Pons, es cosa absolutamente suya o está compartida, ordenada, sugerida o auspiciada por el presidente de la Generalitat, Francesc Camps. Porque esas frases tan rotundas ordenando parar cual Fidel bajando de Sierra Maestra pueden ser una estrategia electoral, una conclusión sostenible o una técnica de coaching al que tan aficionado es el rutilante conseller.

Aunque no creo que haya respuesta a la gran pregunta, pero la música que toca González Pons suena encantadora, pese a que no consiga, cual Flautista de Hamelín, arrastrar a las masas hacia las urnas a favor del PP. Más bien da la sensación de que, aunque suene olímpico, el himno del conseller cabrea a los suyos, enfada a los promotores y constructores (a los muy grandes y a los del camión de arena que ve peligrar su contrato de cinco mil euros) y no suma un voto de los conquistables por el centro.

Pero da lo mismo. Porque la técnica del coaching (tratar de elevar los niveles del rendimiento humano) explica claramente que para ganar un campeonato de billar lo más importante es sentirse campeón, aunque luego no sepas utilizar el taco. Y González sabe de esto un montón. No en vano ya fue conseller de Educación y sabe que el sistema educativo More fomenta la competitividad hasta entre los consellers. A ver quién consigue salir en las fotos más veces y mejor. Para eso el ahora titular de urbanismo es un genio. Si no lo fuera no se le hubiera ocurrido que, si invierten el apellido Zapatero, el presidente del Gobierno se llamaría OretapaZ, que es la unión de las palabras ETA y paz. Un genio puesto al servicio del cultivo de la sandía ecológica.

Pero como González Pons sabe el mejor coach tiene una filosofía muy simple: "El cerebro que tiene un problema es el que tiene la solución". Por eso la cuestión ha sido plantear una estrategia verde y quitar del foco del urbanismo toda la acción desarrollada por Rafael Blasco. No porque fuera buena, mala o peor, sino porque con mencionar a Blasco bastaba para que Joan Ignasi Pla y toda la feligresía se pusieran a la contra de cualquier proyecto por muy legal y ordenado que fuera. Ahí están todos los planes urbanísticos parados, aunque estén cargados de normativa legal, o las toneladas de residuos amontonándose en vertederos incontrolados porque el PSOE no quiere saber nada de pactos que estuvieran firmados por el ex conseller de Joan Lerma. ¿Alejado Blasco se ha ido la rabia?

Ese es el error cometido por González Pons y quien respalde sus acciones sostenibles. La técnica coaching para alcanzar el liderazgo explica claramente el papel de las flechas (arrow) en la metodología para alcanzar unos objetivos políticos. Lo de la sandía, lo de cerrar el grifo del urbanismo o lo de ir a Bruselas a explicar ahora lo que no defendieron cuando tocaba son flechas que ponen a González Pons en el podium del olimpismo político. Pero no creo que le de un voto al PP. Ni siquiera esos miles de votos que hay en el centro que todavía no saben a qué carta quedarse.

Los del PSOE que reniegan del urbanismo imperante no votarán al PP ni en Catral. Los del PP seguirán a rueda pese a los alardes de González Pons. ¿Y los otros? Ahí está el riesgo y la conquista olímpica. En un pueblo gobernado por un socialista muy ortodoxo las encuestas concluyen que los ciudadanos se sienten marginados del efecto desarrollista que el urbanismo tiene sobre los pueblos vecinos. En otros lugares la gente no quiere ni oír hablar de un PAI. ¿Qué votos gana González Pons con su plan de belleza en siete meses? Pues gana su particular campeonato de billar, porque apuesto doble contra sencillo a que todos esos proyectos urbanísticos se harán hoy, mañana o pasado, mande quien mande, porque en esta tierra ya estamos muy mayores para embarcarnos en un cayuco. ¿Para qué entonces cabrear a los miles de ciudadanos que viven del ladrillo? ¿Para quedar bien ante los militantes del PSOE?

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