El hombre que en agosto mató a su esposa y a su hija embarazada se suicida en la cárcel de Sevilla

Francisco Lucena, un hombre de 58 años que en agosto asesinó supuestamente de varios tiros a su esposa y a una de sus hijas que estaba embarazada, se suicidó el sábado en la cárcel de Sevilla. Su cuerpo se encontraba anoche en el Instituto Anatómico Forense de la capital andaluza a la espera de que algún familiar se hiciera cargo de su entierro o incineración.

Lucena se quitó la vida en su celda sobre las 18.30, colgándose con un cinturón elástico de su litera cuando su compañero de celda salió al patio, según fuentes judiciales. Un funcionario encontró el cadáver media hora después. El hombre ya intentó suicidarse de un tiro tras cometer el doble crimen. En la cárcel ha estado sometido durante un mes al protocolo de prevención de suicidios. Después fue trasladado a una celda que compartía con otro recluso y seguía un tratamiento antidepresivo. Lucena cumplía prisión preventiva y estaba a la espera del juicio por este crimen.

Tenía una orden de alejamiento de su esposa, de la que estaba separado, pero la incumplió el pasado 27 de agosto. Por la noche se presentó en casa de su hija y disparó cuatro tiros contra ella, que tenía 33 años, y contra su esposa, de 52. La hija tenía un niño de un año y estaba embarazada de cuatro meses cuando su padre la mató.

Según los datos del Centro reina Sofía contra la Violencia, un 21,74% de los asesinos de sus parejas o ex parejas se suicidaron el pasado año tras matarlas, y un 10,14% lo intentó. Un 66,7% fue detenido (el 44,9% fue arrestado y un 21,7% se entregó). Sólo un 1,45% logró huir tras el crimen.

Por otra parte, la sección primera de la Audiencia de Valencia hizo pública ayer la sentencia contra Ismael Pablo Rodríguez, acusado de matar a su mujer, Jenny Lara, y a dos de los hijos que tuvo la pareja, tras prender fuego al piso en el que la mujer vivía, ya separada, con los pequeños en Alzira (Valencia).

Condena en Valencia

El tribunal se pronuncia en el mismo sentido que lo hiciera la fiscal y condena a Ismael Pablo Rodríguez, de 51 años, a 64 años de prisión: 18 años de pena por cada una de las muertes, diez más por el asesinato en grado de tentativa del amigo de Jenny Lara, que estaba aquella noche en casa de la víctima y salvó la vida, y 24 meses de multa por quebrantamiento de orden de alejamiento. El tribunal considera que los indicios son lo suficientemente sólidos como sostener su participación en los hechos. Ismael Pablo Rodríguez y Jenny Lara estuvieron juntos más de doce años. A finales de 1999, se separaron e iniciaron un cruce de denuncias en los juzgados de Alzira. El 29 de abril de 2003, a las 22.00, el ahora condenado acompañó a su hijo mayor de 12 años, con el que vivía, a ver a su madre. Discutió con ella a través del telefonillo. Quebrantó la orden de alejamiento dictada meses atrás. Y a las 4.00 de aquella madrugada los vecinos de la calle de Juan XXIII de Alzira se despertaron alertados por gritos y sirenas. Jenny Lara y sus dos hijos, Keit, de siete años, y Carmen, de cinco, murieron abrasados. El tribunal considera que Ismael Pablo Rodríguez roció con gasolina la vivienda por debajo de la puerta.