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El juicio por la muerte de miles de kurdos se reanuda ya sin Sadam Husein

La silla de Sadam Husein estaba ayer vacía en la reanudación del juicio por la matanza de 100.000 kurdos en los años ochenta. Era la imagen de que algo había cambiado en Irak. El tribunal que lo juzgaba -junto a seis acusados, entre ellos el primo de Sadam, Alí Hasan al Majid, llamado Alí el Químico- retiró los cargos contra el dictador, ya que éste fue ejecutado el 30 de diciembre por otro caso, la muerte de 148 chiíes en la aldea de Dujail.

Muchos kurdos (y chiíes) sienten que la ejecución de Sadam Husein les ha privado de la posibilidad de condenar al dictador iraquí por crímenes de mayor importancia, al menos por el número de víctimas. En la sesión de ayer, la primera sin Sadam Husein en el banquillo, se hizo pública una grabación en la que se escucha a Alí el Químico decirle al dictador: "Les atacaré con armas químicas". Se refería a los kurdos, y cumplió la amenaza el 16 de marzo de 1988 en la localidad de Halabja, donde más de 6.000 civiles fueron gaseados. La defensa sostiene que la campaña de Anfal contra la rebelión kurda era legítima, pues algunos se habían alineado con "el enemigo Irán" durante la guerra del Chat el Arab.

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Al comienzo de la sesión de ayer, Alí Hasan intentó leer un sura del Corán en homenaje a su primo ejecutado, pero el juez se lo impidió. Mientras, prosigue la incertidumbre sobre la suerte de los otros dos condenados a muerte por el caso Dujail, Barzan al Tikriti y Awad al Bandar. La presión internacional (de nuevo la ONU) sobre el Gobierno de Irak para que suspenda la ejecución es cada vez mayor, pero el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, ha dejado claro que serán ajusticiados, posiblemente esta semana. Así lo expresó ayer Alí al Dabagh, asesor de Maliki. "Tendrán lugar después de que acaben algunas gestiones técnicas relacionadas con el proceso de la ejecución", explicó a Efe.

Muchos observadores sostienen que con esta posición de intransigencia y dureza, el Gobierno de Maliki pretende mejorar su deteriorada imagen entre los iraquíes, que lo ven como un Ejecutivo ineficaz. Otra prueba de esta táctica son las declaraciones de corte nacionalista del primer ministro, que ayer aseguró que los objetivos políticos para Irak anunciados por la Casa Blanca se decidirán en Bagdad y no en Washington.

El presidente estadounidense George W. Bush, tal vez ajeno a estas campañas, tiene previsto anunciar mañana desde la mesa del Despacho Oval su renovada estrategia para Irak. Se espera que ésta incluya un aumento significativo del número de tropas de Estados Unidos en Irak y que señale los objetivos políticos a los que hacía referencia Maliki. Uno de estos objetivos es acabar con la guerra sucia entre milicias suníes y chiíes que ha causado miles de muertos desde febrero, cuando una potente bomba destruyó parte de la mezquita dorada de Samarra, una de las más santas para los chiíes.

El Ministerio de Sanidad de Irak hizo pública ayer una estadística demoledora, una radiografía precisa del deterioro de la situación en el país árabe en los últimos meses. Durante 2006 perdieron la vida de forma violenta en Irak 22.950 personas entre civiles, policías y militares nacionales. La estadística no incluye a los extranjeros. En 2005 murieron 13.896. De los datos de Sanidad destaca un aspecto revelador: el número de muertos el año pasado fue tres veces superior en el segundo semestre.

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