El uno para el otro

Ahora que la ETA ha roto de golpe toda esperanza Iñaki Gabilondo ha vuelto a mostrar en Cuatro el rostro de la rabia civil contra la barbarie. Y los que le seguimos desde que clareó la democracia agradecemos ese vigor con el que cuenta y subraya la realidad, para interrogarla.
Ayer explicó en una entrevista con Àngels Barceló, en la SER, cómo se siente ahí, diciéndonos qué pasa. Fue sensato, noble y autocrítico, como suele, y dejó en la impresión de los oyentes (sus oyentes, no lo olvida) que la tele no es sólo lo que se piensa en casa: es un aprendizaje, y él está, tan sólo, en el primer curso. Dijo Gabilondo que a veces tiene la sensación de que la tele y él no están hechos "el uno para el otro"; estuvo muchos años en la radio, adquirió ahí tics que la cámara rechaza, y poco a poco ha tenido que ir aprendiendo rudimentos que son los que, por otra parte, pueden convertir en gélido ese medio tan inmediato.
La radio, por otra parte, es un instrumento en el que los profesionales (y las empresas) perseveran y apuestan sin padecer en el cogote el aliento (a veces fétido, de basura) de las audiencias. Y en la tele la audiencia va dictando cuál ha de ser la preocupación de los profesionales. Él dice que en un teatro vacío haría el mismo espectáculo; con que haya un solo espectador llevaría a cabo su reto con la misma pasión. Se le nota. Ahora que ocurre otra vez esta barbarie, Gabilondo ha aparecido como la voz de una herida, y aunque la tele le obligue a fijarse en el prompter lo que está diciendo se ve que no está en una hielera, sino en el agitado sentimiento de su pavor civil ante el desastre. Eso llega.
Me gustó escucharle hablar de la información como un deber, y no como un espectáculo. Y ahora es el tiempo, otra vez, de la información y no de las piruetas. Y la información y Gabilondo sí están hechos el uno para el otro.
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