Buena oportunidad
Las principales economías de América Latina habrían cerrado 2006 nuevamente en cifras de crecimiento elevadas, haciendo gala de la sincronía que caracteriza la región desde 2004. Con una tasa de avance del PIB superior al 5% anual en este trienio, la región se sitúa lejos de los magros incrementos alcanzados en los 25 años precedentes (2% en promedio).
Esta buena evolución, que ha superado las expectativas, ha tenido como pilar fundamental un contexto económico mundial propicio: elevado crecimiento (con papel destacado de países emergentes), que mantiene términos de intercambio favorables y mejora las cuentas corrientes y fiscales para la región por los altos precios de materias primas, de amplia liquidez, con primas de riesgo soberano en mínimos históricos, y de inflación reducida.
Los gobiernos de América Latina se enfrentan en mejor situación al reto de consolidar los logros y avanzar con las reformas
Pero no sólo debemos fijarnos en el envoltorio de este dulce episodio, sino que se observa una mejora del mismo contenido, es decir, de los fundamentos domésticos. La aplicación de políticas monetarias más ortodoxas ha redundado en la contención efectiva de la inflación. Se ha alcanzando cifras desconocidas de forma agregada, en torno al 5% en 2006, a lo que ha contribuido también la mejoría en las cuentas fiscales, con un déficit promedio inferior al 1% del PIB. Y los menores niveles de inflación han permitido tipos de interés reducidos.
En el plano político, 2006 estuvo marcado por las abundantes citas electorales. El desarrollo de las mismas se caracterizó mayoritariamente por la normalidad y la estabilidad institucional. La percepción de los mercados financieros fue también ésta, y los índices bursátiles mostraron ganancias netamente superiores a las recogidas en países desarrollados.
Ante este balance positivo que ofrecen las cifras macroeconómicas surge el inevitable interrogante: ¿y en 2007? Si bien el crecimiento mundial parece que no será tan fuerte y asoman algunos riesgos de mayor desaceleración, el escenario central para el presente año sigue señalando un impacto neto positivo sobre América Latina, que crecería entre el 4% y el 5%. Los Gobiernos parten de una buena situación para conseguirlo, pero también para afrontar los retos pendientes en la agenda de reformas microeconómicas y en el ámbito social. En ello les va no dejar la actual bonanza en mera estadística.
David M.Turégano es economista de BBVA.
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