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Columna
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Película

Juan José Millás

Sadam Husein fue ejecutado mientras George Bush dormía, de modo que el cuerpo del sátrapa (todos sus esfínteres a punto de reventar) cayó dentro del sueño del presidente de EE UU con la violencia de un cadáver arrojado desde el séptimo piso. Cuando Bush despertó tenía en la conciencia un despojo largamente anhelado, lo que quizá le produjo la deflación característica del apetito satisfecho, o quizá no, nunca se sabe. El asesino murió en la horca, un artefacto mecánico de dos pisos que evocan la división entre el mundo consciente e inconsciente. Cuando se abre la trampilla, el reo se precipita con todas sus vísceras al cajón del subconsciente, donde, ya muerto, se mea, se caga y, según algunos, eyacula.

No queremos ni imaginarnos cómo estará el subconsciente de Bush estos días de enero. Tanta pasión puesta en la llegada de ese instante para que al final dé la impresión de que el malo era él. No sería raro que al contemplar el vídeo se haya visto a sí mismo colgando de la soga. ¿Pero por qué no le quitaron el abrigo sabiendo que tengo uno parecido? ¿Y por qué esa insistencia de la prensa libre en recordar que los crímenes por los que hemos acabado con él son calderilla comparados con los que cometió cuando éramos sus cómplices? ¿Las mentiras masivas, los soldados rotos, los civiles muertos, torturados o troceados sólo han servido para que todo se resuelva en un ruido de vértebras quebradas que en los primeros instantes ni siquiera sabía si eran las suyas o las mías? ¿Quién grabó esas imágenes tremendas? ¿Quién ordenó su difusión?

¿Y por qué los servicios secretos no nos advirtieron de que al borde mismo de la muerte podría actuar como un personaje de John Wayne, exigiendo a sus verdugos que se portaran como hombres? ¿Pero quién era aquí el vaquero aguerrido, el sheriff justiciero, la pistola más rápida del Oeste? Laura todavía asegura que yo, pero en voz baja, si he de decirlo todo. ¿Por qué le permitieron esa serenidad, esas últimas frases? ¿Por qué no imploró clemencia ni gimoteó como un marica, que era lo previsto en el guión que me pasaron a la firma? ¿Quién da las órdenes aquí, quién manda? ¿Quién dirigía esta película? ¿O acaso no era una película?

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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