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Reportaje:

El adiós de la constancia

"No he sido una figura, pero he estado al lado de todos los pelotaris que lo han sido en mi época"

En cualquier deporte, superar las dos décadas de actividad profesional reviste una exigencia equiparable a la de los campeones. Jokin Errasti (Azkoitia, 1966) es ejemplo de ello. El pelotari dijo adiós a los frontones el pasado sábado en el frontón Beotibar de Tolosa, dejando tras de sí algo más que una trayectoria. "Desde que era chaval no he conocido otra cosa que la pelota", confiesa.

Errasti fue uno de los manistas más regulares de los 90. Aunque afirma que las tiene "olvidadas", diferentes lesiones de rodilla y espalda -en 1997, tras un choque con Tirapu en un partido, se fracturó dos vértebras-, han estropeado sus últimos años entre las tres paredes, pero a este zaguero clásico y elegante le dio tiempo de acumular reconocimientos años antes. A pesar de ser Campeón del Manomanista de Segunda en 1991 y del Parejas en 1998, prefiere que le recuerden por haber contendido contra las leyendas de este deporte.

El pelotari Jokin Errasti se despide de los frontones con 41 años, tras haberse medido a las estrellas de diferentes épocas

"No he sido una figura, porque eso está reservado a tres o cuatro pelotaris, pero yo he estado al lado de todos ellos, y ese ha sido siempre mi objetivo. Cuando empecé en el año 1985, las figuras eran Retegui II y Galarza; luego llegaron Beloki, Eugi y Arretxe; y ahora, Martínez de Irujo y Olaizola II. Compartí frontón con ellos, y para mí eso ha sido más importante que los títulos". La retirada "ya la tenía muy masticada", pero eso no le impide confesar qué aspectos de la misma son los que más le duelen. "Desde pequeño no he conocido otra cosa que la pelota. Mi vida ha estado en torno a ella. Coger la bolsa para jugar los fines de semana, entrenar... Todos los amigos que he tenido han sido relacionados con la pelota. Lo que más voy a echar de menos, más que la competición, va a ser el ambiente de los frontones, las bromas, los compañeros... Claro que me da pena marcharme, pero estar en la cancha exige una preparación física, y yo ahora a la pelota le dedico el tiempo justo", dice Errasti, que a partir de ahora se volcará en su trabajo de promotor inmobiliario.

Errasti lleva tiempo preparándose para ese tránsito a la vida fuera del frontón. "Cuando tienes 35 años, ves que tu carrera se acaba, que la empresa prefiere a pelotaris más jóvenes. Tienes que saber digerir todo eso, pero para mí ha sido fácil. Ahora mismo estoy en un nivel decente, y es aquí donde lo quiero dejar", indica.

Su trayectoria le ubica en una atalaya con inmejorable perspectiva para distinguir la evolución del juego de la pelota, que ha sufrido una constante transformación desde la pasada década. "He conocido la pelota antigua y la moderna. Han sido dos fases diferentes, y cada una tenía sus ventajas. Como reconocimiento social, gracias a las televisiones, ahora es una buena época, pero las anteriores también tenían su encanto. Cuando empecé, veía bastante más gente en los frontones. Recuerdo las tardes en Bergara o en Eibar, con grandes llenos en festivales ordinarios. Y el material de entonces era mejor. Pero, salvo eso, creo que ahora todo lo que rodea a la pelota es mejor", agrega. Las presiones económicas alrededor de la pelota son cada vez mayores, pero Errasti proclama un mensaje optimista.

"No tengo ninguna duda de que el pelotari disfruta sobre el frontón, como cualquier deportista profesional. No concibo lo contrario. Creo que la pelota está en buen momento, y lo seguirá estando. Es complicado que salgan figuras todos los días, pero hay pelotaris que están dando un espectáculo como nunca había visto", concluye.

Guipúzcoa busca sucesores

Errasti, que llegó también a jugar una final del Cuatro y Medio, destacó de manera principal en la modalidad de parejas. Junto a Mikel Unanue formó en muchísimas ocasiones. "Nos conocíamos de antes, pero el debutó conmigo y a partir de ahí la empresa [Asegarce] nos incluyó como pareja. Nos convertimos en clásicos. Casi pasaba más tiempo con él que con mi familia", dice.

Conocido como El zurdo de Añorga, Unanue, de 38 años, está próximo también al adiós. Como Aitor Elkoro. Con ellos se cierra una generación de manistas guipuzcoanos de gran relieve. "Después de nosotros es cierto que hay un vacío, pero esperemos que dentro de poco vuelva a aparecer en Guipúzcoa algún joven que destaque". Pueden ser los casos de Oier Mendizabal o Mikel Belloso, que han dado el salto al profesionalismo. Ambos son delanteros, una rareza en una provincia que siempre ha surtido a los frontones de grandes zagueros.

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