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Sexta ampliación de la UE

El plan de la presidencia alemana para salvar la Constitución despierta recelos en Bruselas

La estrategia sobre una política común de la energía es la primera prueba de fuego para Berlín

Andreu Missé

Alemania se ha fijado como objetivo prioritario de su presidencia de la UE durante este semestre alcanzar un consenso para reactivar la Constitución europea, con un plan basado en alcanzar acuerdos parciales con los Estados que ha despertado el recelo de Bruselas. Berlín, que a partir del 1 de enero de este año también ejerce el liderazgo del G-8, quiere aprovechar sus excelentes relaciones con Moscú para iniciar las negociaciones para la renovación del Acuerdo Comercial y de Cooperación entre Rusia y la UE, que vence el 1 de diciembre. Las negociaciones se encuentran bloqueadas por Polonia.

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La elaboración de una estrategia europea sobre la energía, que deberá aprobarse en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del 8 y 9 de marzo, será otra de las grandes prioridades de la presidencia alemana.

Berlín quiere encontrar un punto de encuentro entre los 18 Estados miembros que ya han ratificado el Tratado Constitucional y los nueve restantes que la han rechazado (Francia y Holanda) o han desistido de plantear su ratificación (Reino Unido, Irlanda, Polonia, República Checa, Dinamarca, Suecia y Portugal). Durante los últimos meses, la canciller Angela Merkel y su ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, han ido deslizando sus ideas para reactivar la Constitución, tras los noes de franceses y holandeses en 2005: "Lo importante no es el nombre", "Hay que salvar lo sustancial", "No al picoteo o aprobar sólo aspectos puntuales", "Añadir un protocolo social" para ampliar los apoyos. La cuestión de fondo es reconsiderar la ponderación de votos de los distintos Estados, que la Constitución resolvía de una manera más equilibrada y proporcional a la población y, por tanto, más favorable para Alemania. En general, todas estas sugerencias han encontrado una buena acogida, pero lo que está inquietando a Bruselas es la forma de desarrollar su programa.

La estrategia de Berlín pasa por alcanzar consensos parciales con los principales Gobiernos, evitando al máximo el escenario de las instituciones comunitarias. Las autoridades alemanas creen que unas negociaciones eficaces sobre una materia tan sensible requieren al principio cierta discreción. Merkel ha pedido a cada Gobierno que nombre a dos representantes para iniciar las negociaciones, según una fuente comunitaria. Esta iniciativa ha causado malestar en la Comisión, que teme verse marginada del proceso de reactivar la Carta Magna europea. La comisaria de Comunicación, Margot Wallström, ha advertido de que las negociaciones no se pueden efectuar ignorando a los ciudadanos.

Pero Berlín ya ha puesto su plan en marcha y teme haber generado demasiadas expectativas. "Los alemanes quieren hacer algo", señala un alto funcionario de la Comisión, "pero saben, como muchos otros Estados, que el tratado con el texto actual está muerto". Para el Gobierno de Merkel, se trata de un proyecto que debería sintonizar con el minitratado que promueve el ministro del Interior y candidato a la presidencia de Francia, Nicolas Sarkozy.

Merkel cuenta con un informe sobre el estado de la cuestión, basado en la opinión de los líderes europeos, elaborado por el primer ministro finlandés, Matti Vanhanen, tras una serie de "consultas confidenciales" efectuadas el año pasado. La hoja de ruta de Alemania pasa por lograr un texto disponible a finales de 2008 (presidencia francesa) para que pueda estar listo con vistas a las elecciones europeas de 2009. Alemania, que abrirá el melón ahora, y Francia, que lo cerrará a finales del próximo año, son conscientes de que deben ir de la mano para poder arrastrar al resto.

Encuentro en Madrid

Para fortalecer la posición del grupo de los países que ya la han ratificado, España ha organizado un encuentro de "los amigos de la Constitución", que se celebrará en Madrid el 26 de enero, al que también asistirán Irlanda y Portugal, que ocupará la presidencia de la Unión durante el segundo semestre de este año.

Un momento importante del mandato alemán será la cumbre de líderes europeos que se celebrará en Berlín el 25 de marzo para conmemorar el 50º aniversario de la fundación de la Comunidad Económica Europea. La presidencia prepara una declaración clarificadora dirigida a los ciudadanos que podría ser un punto de arranque para desatascar el proyecto europeo.

El segundo gran foco de atención será la energía, con un amplio plan de medidas que la Comisión presentará el próximo día 10, para promover la eficiencia, impulsar las energías renovables para hacer frente al cambio climático y abrir un debate sobre las ventajas e inconvenientes de la energía nuclear. Muy relacionado con la energía se encuentra el dossier de las relaciones con Rusia, de la que la UE importa el 25% del gas y el 27% del petróleo que consume. Berlín, que cuenta con las mejores relaciones con Moscú de todos los países de la UE, quiere aprovechar su mandato para cicatrizar las heridas que ha abierto la incorporación a la UE de las antiguas repúblicas del Este, con un alto grado de dependencia energética. El último episodio ha sido la incorporación ayer de Bulgaria y Rumania. "Rusia quiere garantías de que aumentarán las exportaciones de acero ruso a ambos países", señala una fuente comunitaria.

Alemania tiene especial interés en apaciguar estos conflictos con Rusia para potenciar los acuerdos y relaciones con los vecinos del Este. Es la ostpolitik de la UE, que propugna el ministro de Asuntos Exteriores, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, aludiendo a la apertura hacia los países del bloque comunista lanzada a principios de los años setenta por el canciller alemán Willy Brandt.

En el campo de las relaciones exteriores, la definición del estatus de Kosovo constituye otro de los puntos de atención de los próximos meses, una vez despejado el horizonte tras las elecciones en Serbia del 21 de enero.

Un hombre vestido de deshollinador saluda a Angela Merkel ayer en Merzig (Estado de Sarre).
Un hombre vestido de deshollinador saluda a Angela Merkel ayer en Merzig (Estado de Sarre).AP

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