1.500 velas de cumpleaños
Maurice Béjart celebra sus 80 añoscon el estreno de 'La vida del bailarín'
Ver trabajar a Maurice Béjart en los últimos retoques a su nueva coreografía es algo mágico y especial. En una época tan dada, por obvias razones de mercadotecnia, a elevar al rango de "genio" al primer recién llegado, ver a uno de los últimos auténticos genios vivos en actividad impone un respeto rayano en lo religioso.
Nacido el 1 de enero de 1927 en Marsella, Béjart festejó el pasado sábado en Lausana, ciudad sede de su compañía desde hace 20 años, sus 80 años de vida y creación, que cambiaron para siempre la historia de la danza. Lo hizo de la mejor manera posible: trabajando y rodeado de amigos. Es así que el mítico coreógrafo presentó en el Palacio de Beaulieu de Lausana su última obra, La vida del bailarín.
A la entrada de la imponente sala, sus colaboradores entregaron mecheros a cada uno de los asistentes. "Al final de la pieza, encendedlos todos", fue la consigna, "así le ofreceremos 1.500 velas de cumpleaños". Al levantarse el telón, un Béjart conmovido descubrió el mar de pequeñas llamitas y un inmenso coro que le cantó un antológico Happy birthday.
La fiesta continuó luego en un hotel de lujo a orillas del Lago Léman donde Béjart recibió a 360 invitados para una cena de homenaje. A la cita acudieron personalidades como Mikhail Baryshnikov, el coreógrafo español Víctor Ullate, la ex emperatriz de Irán, Fara Dibah, la cantante franco-griega Nana Mouskouri, el coreógrafo John Neumeier o la cantante Julia Migenes, quien le ofreció como regalo un aria de la ópera de Strauss Salomé. Entre los invitados se contaban igualmente su hermana, Claude Vergez, el bailarín Jean Babilée o Douchka Sifnios, quien estrenó su mundialmente conocida versión del Bolero de Ravel.
Baryshnikov, de 58 años, declaró: "Béjart es un artista de inmenso coraje que posee su propia visión del mundo. Siempre supo mantenerse fiel a su instinto sin preocuparse de las apreciaciones positivas o negativas y sin repetirse". El momento cumbre de la celebración llegó al final, cuando se regaló a Béjart un cuadro realizado por todos sus bailarines.
En La vida del bailarín, Maurice Béjart, con serios problemas de salud que le obligaron a seguir los ensayos generales desde una silla de ruedas, revisita su propia vida y algunos de los momentos más emblemáticos de su carrera. Le acompañan algunas de las músicas que han marcado su trayectoria como Ravel, Pierre Henry, Wagner, Offenbach o incluso los Rolling Stones.
Secundado por su inseparable y formidable equipo de bailarines del Béjart Ballet Lausanne capitaneado por su director asistente, Gil Roman, Béjart propone una serie ininterrumpida de solos y movimientos de masas protagonizados por tres españoles: los primeros bailarines Ruth Miró, Víctor Jiménez y Elisabet Ros, estrellas de su compañía desde hace años.
El hilo conductor de la pieza, de una hora y media de duración, es la vida de un bailarín desde su nacimiento y primeros pasos en París hasta el tiempo presente narrado por Zig y Puce, los personajes protagonistas de un cómic de Hergé popular en sus años de niñez, muy conocidos en el mundo francófono. Béjart afirma que buscó contar su historia a través de estos seres imaginarios dado que "hace falta un alma de niño para revisitar el pasado".
El genial coreógrafo niega de todas formas que esta obra sea una autobiografía, y prefiere hablar de "una búsqueda del tiempo perdido rodeado de amigos". Interrogado sobre sus etapas futuras en una conferencia de prensa previa al espectáculo, Béjart afirmó no pensar en términos de etapas, dado que él "no corre carreras". "Yo avanzo. Eso es todo", afirmó. Béjart y su compañía comienzan con La vida del bailarín una gira que les llevará a Francia, Bélgica y Grecia y a España, donde actuarán en Granada el próximo mes de julio.
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