La llave de Medellín

La cantante, que está promocionando su disco Primavera en Nueva York, no ve el momento de volver a Medellín, ciudad que ha visitado en dos ocasiones.

¿Qué le hechizó?

Desde que salí del aeropuerto, el paisaje. Era como de El Señor de los Anillos, pero en chico. Es todo muy verde y con las casitas paisa llenas de flores entre montañas...

¿Recuerda algo que le sorprendiera?

La afición de la gente por la cultura. En junio hay un festival internacional de poesía al que acuden 2.000 personas a escuchar poesía durante una semana. Me fascina cómo aman el castellano americano y cómo lo defienden.

¿Se trajo la maleta llena de recuerdos?

Me traje muchos autobuses multicolores de papel maché. Y Medellín es uno de los principales centros de ropa interior de Latinoamérica...

Aún se le hace la boca agua cuando recuerda...

¡El ajiaco! Es un puchero que lleva tres clases de patatas; como un cocido riquísimo.

¿Vio escenas de violencia?

Nosotros íbamos escoltados, eso no lo niego. Afortunadamente, no viví ninguna mala experiencia.

¿Alguna anécdota?

Sí. En mi segunda visita me dieron la llave de la ciudad. Hubo un acto en el Ayuntamiento, y cuando terminó me entretuve hablando con alguien y nos quedamos encerrados. No éramos capaces de salir. Si vieras la risa que nos dio el estar encerrados y con la llave de la ciudad en la mano.