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Limbo jurídico en las cárceles saturadas de Kurdistán

La operación llevada a cabo el lunes por tropas británicas en una comisaría de Basora, al sur, destapó el descontrol que existe en las cárceles iraquíes: 127 prisioneros se hacinaban en las celdas, donde eran víctimas de malos tratos, según explicaron los soldados británicos. Pero en el Kurdistán iraquí, la región menos afectada por la violencia sectaria, la situación de los presos también es preocupante.

En Sulaimaniya, una protesta de los prisioneros reveló las condiciones de su internamiento. Los reclusos empezaron su protesta con una manifestación de cólera: "Alá Akbar" (Dios es grande), gritaron 120 voces y asomaron sus brazos entre los barrotes y arrancaron las cortinas de las ventanas. Los guardas se prepararon para sofocar cualquier posible motín.

Pero no hubo revuelta. Fue solo un día de protesta porque no se les permitía leer el Corán y su comida era escasa y a menudo mohosa. Los presos denunciaban que los guardas les pegaban a veces, y que varios reclusos habían desaparecido. No habían sido juzgados, o se quedaban en la cárcel más tiempo de lo que indicaba su condena, atrapados en un limbo jurídico.

La protesta acabó el 4 de diciembre, cuando las autoridades transfirieron tres guardias impopulares y permitieron la lectura del Corán en las celdas. Pero puso en evidencia la existencia de un problema; la que acompaña la cooperación de los kurdos con Estados Unidos en Irak: la población en las cárceles kurdas ha aumentado varios centenares de supuestos insurgentes, pero no hay ningún sistema legal para decidir su destino. "No les hemos juzgado", dice Sarkawt Hassan Yalal, el responsable de la seguridad en la región de Sulaimaniya. "No tenemos una legislación antiterrorista, e incluso si votáramos una ley, no les afectaría, porque no sería retroactiva".

El origen de los problemas

Los problemas se remontan a los tiempos anteriores a la invasión estadounidense, cuando el norte de Irak era un enclave kurdo fuera del control de Sadam Hussein. Entonces los kurdos del norte de Irak se enfrentaban a Ansar al Islam, un pequeño grupo terrorista que controlaba una franja a lo largo de la frontera con Irán. Los kurdos capturaron a varios presuntos terroristas, aunque no tenían muy claro qué hacer con ellos, aparte de meterlos en cárcel. Desde la invasión, en marzo de 2003, la guerra ideológica de Ansar al Islam se ha extendido a las regiones suníes de Irak. Las cárceles kurdas están saturadas con los individuos acusados de participar en ella.

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En esta cárcel de las afueras de Sulaimaniya, hay 120 supuestos insurgentes detenidos, que se hacinan en cuatro celdas, de seis metros por siete. La ONG Human Rights Watch calcula que unas 2.500 personas están detenidas por los servicios de seguridad kurdos. El jefe de la misión de la Cruz Roja en Sulaimaniya se niega a comentar la situación de los presos. Asimismo, el Ejército de EE UU rechaza cualquier responsabilidad. "Sencillamente no tenemos este papel", dice Derrick W. Cheng, un portavoz local de los militares.

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