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Reportaje:

Las 'biotech' se ponen de moda

Universidades, farmacéuticas e inversores aceleran la creación de un auténtico sector biotecnológico en España

España, que ha dejado pasar muchos trenes, no quiere perder el de la biotecnología. Universidades y farmacéuticas están generando proyectos empresariales con los que intentan recuperar nuestro retraso en un campo en el que hay materia prima para triunfar, "un sector", afirma César Ullastres, consejero delegado de la consultora Blue Line Vitalia, "en el que España tiene mucho que decir, pues es el cuarto país del mundo en publicaciones científicas en biotecnología". El sector empieza a despertar. Desde 2000, a Zeltia y Natraceutical se han sumado decenas de nuevas empresas, algunas como Genetrix y Digna Biotech con fuertes apoyos financieros y una larga lista de productos en fase avanzada. Sin olvidar otras como Advancell, NBT u Oryzon. El sector tiene ya medio centenar de fármacos en diversas etapas de desarrollo.

Desde que se descubre un principio activo hasta que es aprobado suelen pasar de 12 a 14 años, y el coste no baja de los 100 millones de euros

Genetrix es el ejemplo de empresa diseñada para triunfar. Fundada en 2001 a partir del Centro de Biología Molecular del CSIC, ha logrado 20 millones de euros de inversores como José María Losantos (Neinver) o Joaquín Larrea (Tolsa) y va a iniciar otra ronda de 25 millones. Creada como grupo, segmenta su actividad en tres empresas propias. "Una de ellas, Cellerix", apunta Cristina Garmedia, su presidenta, "tiene ya un fármaco a punto de entrar en la fase 3 y que podrá estar en el mercado en 2008, momento en que quizá la saquemos a Bolsa".

Digna Biotech, fundada en 2002 y nacida del CIMA (Universidad de Navarra), cuenta con la aportación de 15 accionistas que pusieron 150 millones de euros. Arrancó en 2004 con siete patentes y ahora tiene 28. Esta abundancia, derivada de su asociación con el CIMA (que pone sus 400 investigadores), ha marcado una estrategia peculiar. "Nuestro objetivo", dice el doctor Pablo Ortiz, su director general, "es licenciar los productos en las fases iniciales para poder desarrollar más y diversificar el riesgo". Digna ha sido diseñada como una empresa gestora de patentes. "Hay 14 personas en plantilla, dedicadas a planificar el desarrollo de las patentes y a buscar acuerdos de licenciamiento", dice Ortiz.

Si proyectos como Genetrix, Digna, Oryzon o Advancell son ahora empresas con futuro se debe también al creciente apoyo de las instituciones públicas, el capital riesgo e inversores privados. Las aportaciones del CDTI a estos proyectos pasaron de 2,1 millones a 8,9 millones de euros entre 2001 y 2005. "Las universidades también han descubierto que la biotecnología puede ser negocio", señala Pedro Franco, presidente de Biotools, empresa que montó con dos colegas de la Autónoma de Madrid. Otro proyecto salido de la Universidad es Advancell, un spin off de la Universidad de Barcelona (con el apoyo de Barcelona Emprén), al que se sumaría la Universidad de Santiago (con el apoyo de Unirisco).

Compras y alianzas

También las farmacéuticas están apostando por la biotecnología, a través de la segregación de sus divisiones de I+D, la compra o la alianza con biotecnológicas. Uriach segregó en octubre su área de I+D en una nueva empresa, Palau Pharma. "Lo hicimos", explica su responsable, Ignacio Faus, "para dar entrada a socios como Najeti, Caixa Catalunya o Caja Duero, e impulsar el desarrollo de proyectos que en solitario no hubiéramos podido financiar". Éstos aportaron 40 millones de euros a Palau Pharma, que recibió a su vez 50 patentes y 5 productos en desarrollo de Uriach. La empresa, que invertirá 50 millones de euros en tres años, tiene ya dos licencias concedidas (en antiinfecciosos) a Organon y a Stiefel. "El año que viene firmaremos otro acuerdo", anticipa Faus.

La idea es que farmacéuticas y biotecnológicas vayan en paralelo, pero por separado. Sus modelos de negocio son diversos. Mientras las farmacéuticas se centran en la química y en producir para el mercado, las biotecnológicas son empresas de I+D, que sacan sus ingresos de la licencia de patentes. "Estas empresas", explica Jorge Barrero, secretario general de Asebio, la patronal del sector, "suelen cobrar un pago inicial, al otorgar la licencia, pagos sucesivos según avanza el desarrollo del fármaco, y una royalty por ventas cuando el fármaco llega al mercado".

También la entrada del capital riesgo está impulsando al sector. Najeti, especialista en esta área, empezó en 2002 y ha invertido 12 millones en cinco biotecnológicas, cuatro españolas -Oryzon, Biotools, Crystax y Palau Pharma -, inversiones que, según su consejero delegado, Roberto del Navío, "colocamos en segmentos y fases distintas de desarrollo, para diversificar el riesgo". El interés de los inversores está alentando, además, la creación de fondos especializados. Uno de ellos es el de Suan Pharma, un fondo de 25 millones de euros, que según su responsable, Javier Fernández, "va a participar en 10 proyectos".

Alto riesgo

Pese a tantas buenas noticias, no está claro que España llegue a contar con un sector biotecnológico consistente. Se trata de un negocio de muy alto riesgo. "Desde que se descubre un principio activo hasta que resulta aprobado", advierte Ullastres, "suelen pasar de 12 a 14 años". Y la mayor parte no logran la aprobación. "La tasa de éxito no supera el 5%", dice Ortiz, de Digna Biotech. El coste de un fármaco no baja de los 100 millones de euros.

Además, según avanzan en sus fases de investigación, estas empresas necesitan más recursos. "El ciclo de supervivencia", apunta Ruiz, de Advancell, "es tan corto que cada dos o tres años, si las cosas van bien, necesitamos una nueva ronda de financiación". Se prevé, pues, que estas empresas, antes incluso de que lleguen a la fase 4 (en la que podrían firmar acuerdos internacionales), necesiten decenas de millones de euros para sobrevivir.

Las dificultades de financiación condicionan la estrategia. A excepción de Zeltia, la mayoría de las que están desarrollando nuevos fármacos han optado por licenciar sus patentes en las fases iniciales debido a la dificultad de encontrar dinero para llegar hasta el final. El inconveniente de esta opción es que los ingresos serán muy inferiores a los que percibirían si hubiesen avanzado en el desarrollo de sus patentes. "Lo ideal", comenta Faus, de Palau Pharma, "sería permanecer hasta las fases más avanzadas del desarrollo, pero en España ello es imposible".

Laboratorio de Carlos Buesa en la compañía Oryzon Genomics.
Laboratorio de Carlos Buesa en la compañía Oryzon Genomics.CONSUELO BAUTISTA

Natraceutical y la alimentación

Muy diferente es la situación en otros segmentos de la biotecnología, con menor incertidumbre. Es el caso del desarrollo de principios activos extraídos de plantas para la industria alimentaria y cosmética, en el que están surgiendo empresas como Natraceutical o Exentia. Especialmente exitoso es el caso de la valenciana Natraceutical, nacida en 2002 de un spin off de Natra. Estructurada sobre dos divisiones: los ingredientes para alimentos funcionales (industria alimentar) y los complementos nutricionales en cápsulas (venta en farmacias), se ha convertido en una multinacional, que exporta el 97% de su producción.

Natraceutical, que dedica el 9% de su plantilla de 500 trabajadores y el 5% de sus ventas a I+D, ha solicitado 18 patentes, de las que ocho le han sido ya concedidas. De momento, es la líder europea en antioxidantes naturales (para retrasar el envejecimiento celular).

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