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Entrevista:CARLOS HERNÁNDEZ-PEZZI | Presidente de los arquitectos de España

"Es ridículo que se tengan que dar viviendas públicas por sorteo"

Promotor de los primeros planes de ordenación urbana de la democracia y firme convencido de la función pública del urbanismo, Carlos Hernández-Pezzi (57 años) se confiesa "abochornado" porque éste se haya convertido en materia propicia para la corrupción. Presidente del Consejo Superior del Colegio de Arquitectos de España desde hace cinco años, apuesta por un cambio de modelo en el que el suelo "se vea como un recurso no renovable y no se valore sólo por lo que se puede hacer en él" y acabar con la falacia de que mientras mayor suelo urbanizable haya más barato será.

Pregunta. Las medidas para propiciar un nuevo modelo de desarrollo urbanístico están encontrando fuerte resistencia social.

"Las ciudades andaluzas no tienen que imitar otros modelos, son válidas como están"
"Lo peor es construir aislado, luego adosados y cuando ya no queda sitio levantar torres"

Respuesta. Es que hay gente que piensa que cambiar el modelo es volver a una especie de postura prediluviana de penuria económica, y es al revés. El servicio de estudios del BBVA ha alertado de que España está perdiendo productividad y aunque crea mucho empleo no se está promoviendo la creación de capital fijo y está cargando sobre el sector de la construcción más del 16% del PIB. Está demostrado que ese dinero empleado en otros sectores de más innovación produciría mayor riqueza social, mayores avances tecnológicos y bienestar, Hay que reorientar la actividad, se le puede sacar mucho más partido al sector inmobiliario con ofertas mejores, y no cargarnos el territorio y el paisaje. Hemos basado el crecimiento en el ladrillo y el consumo de las familias, con el consiguiente riesgo de las economías domésticas. Ha habido un trasvase de dinero de las clases medias y trabajadoras a las grandes corporaciones financieras e inmobiliarias. Cuando se dice que algunas medidas van a crear una ruina para las familias, no nos damos cuenta que lo que estamos creando ahora es la ruina de las familias del futuro, y esto lo dice el Banco Mundial, el Banco de España o el BBVA. Decir que el Plan de Ordenación Territorial de Andalucía restringe la actividad y perjudica la economía es de un simplismo catastrofista absurdo. Hay que valorar las hipotecas y las cargas que se producen por construir todo, en cualquier sitio y a cualquier precio.

P. Los empresarios alegan que existe una demanda que justifica los actuales ritmos de construcción.

R. El problema es que se está construyendo una edificación que no hace falta. La ONU ha calculado que hay una sobreoferta de unos tres millones de viviendas en España, y paradójicamente asistimos al ridículo de que las viviendas públicas se entreguen por sorteo, porque se presentan 24.000 peticiones para una promoción de 1.300. Que se diga que se está satisfaciendo la demanda es de risa, solo se está cubriendo un 3% o a lo sumo un 5% de la demanda de vivienda subvencionada porque en los últimos años solo se ha hecho vivienda libre.

P. ¿Los pisos de 30 o 40 metros cuadrados son una solución?

R. Está bien para un sector, los primeros demandantes de viviendas, pero extenderla al mercado es una barbaridad. La gente, aunque viva sola, necesita espacios cada vez más dignos, eso ya se vio con las viviendas mínimas de la posguerra.

P. Uno de los nuevos debates urbanísticos es la construcción en altura ¿Qué opina?

R. Hay que evitar el debate en términos generales, las torres no son malas por si mismas. Se ha planteado si Andalucía está preparada para la construcción en altura, y claro que lo está, en todas partes hay edificios en altura, lo que hay que ver es dónde, cómo y a qué precio, qué ventajas se tienen en cada sitio. Por ejemplo, la Torre Prasa en Córdoba, es una torre de alta calidad hecha por un arquitecto español, Carlos Ferrater, que suplía a un edificio como el Meliá muy feo y muy malo, y se ha anulado por miedo porque se decía que se tapaban algunas vistas de Córdoba y que debe ser una ciudad construida en llano, lo cual creo que es un error. Por el contrario, las torres de Repsol en Málaga no tienen justificación porque lo que hacen es triplicar la edificabilidad en una zona ya densa y promover una operación que en el fondo es especulativa.

Las torres de Sevilla, probablemente tienen justificación en la medida que proponen volúmenes singulares en un sitio determinado, se aprovechan las ventajas económicas de la construcción en altura, que las tiene, pero no se añade más masificación a las cosas que hay. Lo peor es primero construir aislados, luego adosados y cuando ya no queda sitio, levantar torres.

P. Los municipios plantean cada vez más urbanizaciones alejadas de los cascos urbanos.

R. Es un modelo que va contra la ciudad europea, importado, que se basa en el uso continuo del automóvil para todo, sin ciudad, y que me parece muy perjudicial. La ciudad mejor es la que tiene mezcla de usos, de vida y de trabajo, con transporte público. Aquí hemos tenido un modelo buenísimo de ordenación y todo lo que sean urbanizaciones residenciales puras y duras tienen el riesgo de que pase como en la Costa Brava, una llamada a los delincuentes, al desarraigo de los jóvenes porque no tienen donde ir, a la seguridad privada, al uso del automóvil... a una ciudad en definitiva que es ajena a nuestra cultura.

P. Ahora que todos los ayuntamientos tienen en revisión sus planes urbanísticos, ¿qué diría que le faltan a las ciudades andaluzas?

R. Primero un modelo de autoestima, darse cuenta de que siendo válidas como están no tienen que convertirse en otra cosa. Tienen que ser ambiciosas, pero no imitar otros modelos. La movilidad tiene que experimentar un cambio sustancial, con los metros y tranvías, que supondrán un salto cualitativo en la mejora del uso de la ciudad. Hay aún una creencia en el desarrollismo que lleva a las ciudades a competir entre ellas en lugar de aliarse, y hay un montón de cosas que se están repitiendo, infraestructuras universitarias, sanitarias, culturales, los puertos deportivos... que podrían completarse con un sentido común de comunidad general. Se requiere un criterio más solidario, de apoyo mutuo, que lo que yo tengo lo podamos usar conjuntamente, sobre todo en las áreas metropolitanas que son el gran reto del sistema de ciudades en Andalucía.

P. ¿Cree que deben demolerse las edificaciones construidas con licencias ilegales?

R. Hay que imponer la ley y dejar claro que hay cosas que no se pueden hacer. Habrá viviendas que sean legalizables, otras que no lo puedan ser, y algunas que tendrán que ser una carga que asuma la comunidad porque es más grave el daño que el beneficio que se obtiene por el derribo. Pero hay que acabar de entrada con la idea de que los derribos suponen un alto coste social, lo que es un coste social es la construcción que estamos consintiendo, y no se puede acostumbrar a la gente a que se puede hacer cualquier cosa. Para ver que es lo que se puede derribar habrá que estudiar los impactos económicos, sociales, de convivencia, y siempre con sentido de la justicia.

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