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Reportaje:

El templo de las musas

Una exposición muestra en Málaga la fascinación del arte romano

Se ve estos días en Málaga una musa de hace 2.000 años, hoy presente en la exposición Tiempo de Púrpura, en el Palacio Episcopal y en la Aduana, en torno al Teatro Romano que crece al pie de la Alcazaba. Urania tiene el mundo a sus pies, igual que una Inmaculada, musa de la astronomía, hija de Júpiter y la Memoria, estropeada un poco por los siglos, cruzadas las piernas, como en una conversación, la mejilla en la mano: parece que se inclina para decir un secreto a quien tiene cerca. Mide algo más de medio metro. Hay algo doméstico en esta figura espléndida, una manera de vivir en el gesto, en el peinado, en la tensión del manto.

La encontraron en Churriana al fondo de un estanque enterrado, en los años setenta del siglo XIX. Desapareció de Málaga a principios del XX. Había sido propiedad de los Loring-Heredia, reina de un museo privado, el Loringiano, en la Hacienda de la Concepción. Amalia Heredia Livermore era hija del magnate riojano Heredia, fundador de altos hornos en Marbella y Málaga, y nieta del irlandés Tomás Livermore, muy conocido por su dinero y por la belleza de sus hijas. Se casó con Jorge Loring, heredero de un comerciante de Boston, rico por el tráfico de mercancías entre Málaga y Massachusetts.

La Concepción es un paraíso de plantas exóticas y fue, casi por casualidad, templo de un tesoro arqueológico. Cuando en 1851 unos peones recogían en un barranco de las afueras barro para alfarería, encontraron las tablas de bronce con la ley flavia que convertía a Málaga en municipio romano. Loring compró los bronces para salvarlos de la fundición, e inició así una insaciable colección arqueológica que lo llevó a comprar, allí donde aparecieran, en Málaga y en las provincias limítrofes, monedas, dioses, atletas, altares, tumbas, inscripciones, un mosaico con los trabajos de Hércules hallado en Cártama. Trasladado el Hércules a la Concepción, sirvió de pavimento para un templete dórico que se alzó entre laureles.

En las salas de la Aduana y el Palacio Episcopal está la Málaga de Roma y el mundo de los Loring. Un visitante de la Concepción recordaba que las estatuas surgían entre los árboles y los setos, desgastadas por el tiempo y el clima, como fantasmas. En el museo y templo loringiano también estaban los antepasados bostonianos de Jorge Loring, su ideal de puritanismo y antigüedad grecorromana. La novedad de lo antiguo traía el estilo verdadero y eterno, una moral para un nuevo mundo, América. Lo bueno era lo majestuosamente sencillo, la tranquila belleza, la musa Urania de la finca de la Concepción.

Fue un lugar sagrado en su época: unía los misterios de la riqueza y el poder. Amalia Heredia fue culta y fundadora de conventos; Jorge Loring, ingeniero, construyó el ferrocarril Málaga-Córdoba. Tuvieron como yerno a Francisco Silvela, ministro con Cánovas y fugaz jefe del Gobierno en 1899, poco adaptable a la política práctica. "Moralidad administrativa" fue su consigna: los eslóganes políticos son un invento viejo. Sufragó la catalogación y estudio del Museo Loringiano, que llevó a cabo Rodríguez de Berlanga, un jurista erudito de aspecto extranjero, siempre con un extraño traje azul de personaje de novela de aventuras y espías. Celebrado por institutos imperiales arqueológicos germánicos, austro-húngaros y romanos, poseía la Cruz del Águila Negra de Prusia. A los 49 años se casó con la hermana de Loring, Elisa.

El Museo Loringiano sirvió de modelo a otras familias, y en 1881 los próceres del comercio y la industria malagueña expusieron juntos sus antigüedades romanas y musulmanas, propietarios del pasado y el buen gusto de la ciudad. Los Loring mostraron las tablas de la ley romana, sus musas, la bella Urania. Y luego se dispersó su colección. Loring, temiendo a la muerte y a la voluntad azarosa de los herederos, vendió al Estado las tablas de la ley. Y, muertos Jorge Loring y Amalia Heredia, la familia vasca Echevarría-Echevarrieta compró la Concepción, disolvió el museo y abrió la finca para que se asomaran al paraíso los niños pobres de Málaga.

Desapareció Urania. El pavimento del templete, el mosaico de Hércules, fue levantado y convertido en suelo del panteón de los Echevarría-Echevarrieta en el cementerio de Algorta. Alguien dijo haber visto a la musa en el panteón, aunque no salía en las fotos que hacían los visitantes estudiosos. Estaba en un salón, con la familia. En la primavera del 2004 la musa fue subastada por Christie's en Madrid, y el Estado la compró en 500.000 euros. Estos días se ve en el Palacio Episcopal malagueño.

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