Una calamidad empresarial de dos años y medio
La andadura de Air Madrid está plagada de conflictos internos y externos que han dado al traste con la compañía
Un vuelo tan corto, un final tan aciago como el de Air Madrid deja de sorprender al repasar su biografía: apenas dos años y medio de vida abrupta, repletos de conflictos dentro y fuera de la compañía que han dejado a decenas de miles de pasajeros presos de retrasos maratonianos.
La que fue la primera compañía de bajo coste de capital español nació en 2004 con un modelo de negocio rompedor, la venta de vuelos baratos pero de alcance transatlántico; es decir, turismo exótico pero a precio asequible. La idea se le ocurrió al padre del popular Curro, aquel de los anuncios que siempre estaba en el Caribe. Herminio Gil, que fue director de Viva Tours, lideró la creación de la empresa junto a un grupo de inversores del sector turístico -bastante mal avenidos- con la previsión de vender 300.000 plazas y alcanzar unas ventas de 200 millones de euros anuales.
Los retrasos maratonianos no han dado tregua desde el primer despegue
Los conflictos asomaron incluso antes de empezar a volar. Mayoristas de viajes como Marsans y Halcón boicotearon a Air Madrid por haber creado un touroperador, Adala Tours. Consideraron que les hacía la competencia, así que decidieron no vender productos de la aerolínea.
El 30 de mayo de 2004 despegó el primer avión de la compañía y al cabo de sólo un mes estalló la primera crisis por diferencias entre los accionistas, procedentes del mismo gremio pero con opiniones divergentes acerca del negocio. Javier Taibo, director general y accionista de la compañía, dimitió por diferencias con Herminio Gil, que era partidario de potenciar los vuelos regulares frente a los turísticos y a quien algunos de sus socios acusaron de tener "carácter dictatorial".
El accionariado de Air Madrid lo componían, además de Gil, Hotusa, Celuisma, Eroski, Zona de Viaje Encinar y el grupo Edefa, de Taibo. Anteriormente, el director de Hotusa, Amancio López, ya había abandonado la presidencia de Air Madrid por otras disputas. Y en plena trifulca, seis meses después de nacer la compañía, llegó al dudoso rescate de Air Madrid José Luis Carrillo, dueño de la cadena Hoteles Globales, con implantación en Baleares y Canarias.
Carrillo trató de reflotar la compañía. Amplió capital, compró aviones y puso en marcha nuevas rutas. Pero el mal fario y una gestión más que cuestionable no dieron tregua.
Víctimas de Air Madrid o Air Madrid, nunca mais son los títulos de blogs de Internet en los que los usuarios relatan sus penosas experiencias. El rosario de incidencias es interminable, pero el inicio de curso resultó especialmente negro. En octubre, cuando se dispararon las alarmas y Aviación Civil decidió tomar cartas en el asunto, más de 1.200 afectados sufrieron retrasos maratonianos. La Guardia Civil tuvo que intervenir más de una vez para calmar al pasaje: aterrizajes de emergencia, demoras de más de 20 horas, incluso de varios días... Vacaciones aplazadas, bodas a las que los novios no llegaban...
José Luis Carrillo hablaba entonces de "una mala racha" y de la "mano negra" que azuzaba a los viajeros y a los medios de comunicación para destruir a la compañía. Algunos expertos del sector han reconocido que Air Madrid ha tenido cierta mala fortuna -sufrió averías constantes de las que no era responsable-, pero juzgan su gestión ineficaz. Para los expertos, la cuestión principal consiste en evaluar si una compañía con nueve aviones puede permitirse realizar una media de 27 vuelos diarios, muchos de ellos transatlánticos.
El modelo de empresa -vuelos baratos a países como Argentina, Ecuador y Colombia- continúa sobre el tapete en busca de mejor piloto.
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